La Cruz Roja, con la ayuda de los servicios médicos del Valencia, trataron de reanimar a al seguidor, de 53 años, y lograron estabilizarlo, pero finalmente perdió la vida en el hospital
Efectivos médicos atienden al aficionado en la grada.E.M.
Un aficionado del Valencia de 53 años sufrió un fallo cardiaco en la grada de Mestalla en en los instantes previos al duelo entre el Valencia y el Cádiz que acabó costándole la vida.
Durante el calentamiento de los dos equipos, los aficionados de los sectores 7 y 8 de la Grada Central, muy cerca de uno de los córners de Mestalla, llamaron la afición de los futbolistas sobre el problema cardiaco que estaba sufriendo el seguidor. Efectivos de la Cruz Roja y los servicios médicos del Valencia acudieron a asistir al aficionado, al que practicaron durante muchos minutos maniobras de reanimación.
El trabajo de los sanitarios pudieron estabilizarlo mientras llegaba el SAMU, que lograba trasladarlo a un hospital muy cercano a Mestalla pero no consiguieron salvarle la vida.
Tanto el Valencia como Gennaro Gattuso y los jugadores transmitieron su profundo pésame a la familia del fallecido.
Para no rendirse hace falta creer ponerse detrás de la bandera de quien no se sienta nunca derrotado. Para el Valencia, uno de esos estandartes es Umar Sadiq. Con un increíble taconazo rescató un punto en El Sadar en el minuto 87 cuando Osasuna ya trataba de amarrar la victoria. Fue lo mismo que hizo en Villarreal para dar oxígeno al equipo mientras trepa para salir del abismo. [Narración y estadísticas: 3-3]
No es casualidad que el Valencia sea el único equipo de LaLiga que no ha logrado ganar sin el abrigo de su parroquia. Lejos de la coraza de Mestalla, se vuelve débil, quebradizo por más que, a ráfagas, de signos de que puede lograrlo. Siempre ocurre algo que le deja en el camino al menos dos puntos. En Pamplona fueron demasiadas cosas.
Llegó a El Sadar preparado para la brega bajo la premisa de Corberán de jugar con tres centrales y con Rioja esforzado en las vigilancias a Bryan Zaragoza. De ese duelo entre pillos saltaron chispas, pero el Valencia parecía más centrado que Osasuna. Un disparo de Enzo Barrenechea y alguna última mala decisión de Sadiq en el área inquietaban a los rojillos, que se vieron con un gol en contra en el primer cuarto de hora y por las líneas del VAR. Rioja buscó a Diego López a la espalda de Catena, la corrió el asturiano sin mirar la bandera del asistente, recortó a Sergio Herrera y marcó. Por si acaso. Hizo bien, porque la revisión determinó que había partido en posición correcta y el gol subió al marcador.
Pudo Sadiq hacer el segundo cuando Gayà le puso un balón al punto del penalti, pero en lugar de buscar el disparo intentó asistir a Diego López. El nigeriano acabada de impedir que el Valencia tuviera un minuto de tranquilidad, porque Osasuna empezó a despertar. Bryan consiguió burlar a su sombra sevillana y obligó a Mamardashvili a rechazar su disparo cruzado. El extremo había cogido carril y desde la banda buscó a Budimir en el corazón del peligro. Solo pudo el croata rebañarla desde el suelo para que Aimar Oroz la enganchara ante la pasividad de la nutrida defensa valencianista.
El partido iba de golpe en golpe y no estaba todo dicho. Si apareció Oroz, con tres kilos menos por una gastroenteritis, también lo hizo Javi Guerra para cabalgar hasta la línea de fondo y poner un centro que, ahora sí, Sadiq mandó al fondo de la portería. Se había repuesto el Valencia y, una vez más, no supo manejar su ventaja por Osasuna mostraba más empaque. De hecho, en apenas seis minutos al filo del descanso le dio la vuelta al marcador.
Aimar Oroz festeja su segundo gol ante el Valencia.EFE
Primero con una genialidad de nuevo de Aimar Oroz, que sabía que no aguantaría todo el duelo y se exprimió. Se escapó Areso por banda derecha para poner un centro que cazó de volea picada en la frontal sin que Mamardashvili, algo adelantado, pudiera atajarla. El talentoso centrocampista actuó por instinto, pero hubiera tenido tiempo para pensar porque para el Valencia fue invisible en esa jugada. Nadie le importunó.
Si el empate fue un mazazo para el equipo de Corberán, el penalti de Mosquera a Rubén García con el tiempo cumplido, tan indiscutible como innecesaria la jugada, lo fue más. Esta vez Budimir engañó el guardameta georgiano para convertirse en el máximo goleador de la historia de Osasuna en Primera División con 58 goles. El 59, cuando encaraba de nuevo la portería valencianista solo, lo envió a la grada.
Osasuna había dado la vuelta al marcador en un partido en el que enmendó sus errores mejor que el Valencia, revolucionado en la segunda parte. Tuvo que salir del campo Oroz por lesión y los ataques se espaciaron a pesar de que a Bryan Zaragoza se le escapó el cuarto ajustado a la escuadra valencianista. Corberán miro al banquillo y lanzó el órdago junto a Sadiq con Rafa Mir. La tuvo el murciano de cabeza, como también Rioja con un zurdazo cruzado que se perdió rozando el poste. Apretaban a un Osasuna que empezó a protegerse para aguantar su ventaja secuestrando el balón. Mientras, el Valencia sacó del campo a Gayà después de una entrada y a Javi Guerra, dos decisiones sorprendentes.
Cuando nada parecía suficiente para evitar que los rojillos sumaran por que nada ocurría... hasta que apareció Sadiq para hacer magia. Con un taconazo convirtió a un centro de Canós en el gol del empate porque Catena, en el añadido, erró el testarazo que hubiera vuelto a romper la igualada.
Lamine Yamal es genio, descaro y gol, todo lo que el Barça necesita para emocionar pero como rescatador necesita ayuda. Solo no puede sumar todos los puntos. Vuela el equipo en la Liga y soñó con que la temporada fuera así, un continuo ascenso hacia el sol sin que apareciera una sola nube... hasta que pisó la aristocracia Champions. [Narración y estadísticas (2-1)]
Hansi Flick había tocado la tecla para soltar el talento de jugadores atenazados por el dilema del peso del estilo. Les quitó las riendas, les dejó ser salvajes y brillaron incluso más de lo que nadie hubiera imaginado. Sin embargo, con un arranque de calendario cómodo en Liga, en la exigente Europa entró con el pie izquierdo. El Mónaco le cortó las alas en seco. Le bastaron diez minutos para bajar a los azulgranas a la tierra y descoserles casi por completo espoleados por la superioridad numérica. La expulsión por roja directa de Éric García casi sin romper a sudar fue la primera prueba de madurez del Barça alemán.
Flick dibujó un partido enfajando su once en la medular con el central reconvertido en centrocampista de contención junto a Casadó y empujando a Pedri asomarse al área ahora que Dani Olmo mira desde los palcos. Era la oportunidad del canario, que no aprovechó, y lo único que cambiaba en un Barça que sigue apretando a sus rivales en su campo, pero que sabía del gusto de su rival por emplearse de la misma manera. A la carrera.
Como ante el PSG en Montjuïc
Así encontró el Mónaco la primera ocasión del partido en el minuto 7 cuando Ben Seghir se escapó por la orilla y probó a Ter Stegen. La siguiente decisión del guardameta alemán la pagó cara el Barça. Sus dudas en la salida de balón por la presión monegasca obligaron a Éric a reaccionar en el borde del área para frenar a Minamino y provocaron que el colegiado Lindhout no tuviera ninguna duda de que el japonés encaraba portería. Otra inferioridad que ponía cuesta arriba el camino en Champions, como hace unos meses ante el PSG en Montjuïc. Otra vez la competición se amargaba.
Pudo paliar ese regusto Raphinha pero se durmió para rematar una asistencia de Lewandowski tras una contra dirigida por Pedri. El Mónaco olió la sangre y se lanzó al área de Ter Stegen. No pudo Embolo batirle, pero encontró el joven Akliouche un pasillo en la orilla izquierda de su área que aprovechó para recortar a Balde y a Pedri, que le siguieron con la mirada, hacerse hueco y ajustar su zurdazo al palo.
Fueron momentos de apretar los dientes para que no se desatara un vendaval. El gigantón suizo Embolo retaba a Iñigo Martínez, suerte que casi siempre en fuera de juego, pero alguna enganchó entre los tres palos. Parecía cuestión de tiempo que el Mónaco hurgara para hacer más grande el descosido. No ocurrió porque así lo quiso Lamine Yamal.
Akliouche festeja el 1-0 en el Louis II.AFP
El Barça tiene un futbolista que espanta los nubarrones y que, como buen adolescente, no piensa piensa en las consecuencias, sólo vive y juega. Por eso no dudó en retar a Akliouche y sacar de su pierna izquierda otro cañonazo ajustado al palo ante el que no pudo reaccionar Köhn. Lo había lanzado Casadó a la espalda de Singo para retar a Salisu, batirle y convertirse en el segundo jugador del Barça más joven en marcar en Champions. No hay temor a encomendarse a él.
Crecieron los blaugranas con el oxígeno que le proporcionó el empate, al que el Mónaco quiso responder a balón parado, pero fue Balde quien erró la ocasión de darle la vuelta al marcador antes de enfilar el túnel de vestuarios.
A la espalda de Iñigo
Reestructuró Flick en en el descanso el plan de partido y el Barça volvió despojado de presión, tanto que complicó a un Mónaco valiente en ataque pero con sus propios demonios en defensa. Eso sí, Ter Stegen, que no estaba en su mejor noche, tuvo la orden de no arriesgar y sus golpeos se convirtieron en un arma de ataque. Raphinha empezó a aparecer sin llegar a aprovecharse de las asistencias en carrera de Lamine o de un centro de Koundé que no pudo rebañar.
Proponía el Barça sin dejar de mirar de reojo a su espalda porque Adi Hütter ya buscaba poner en el campo pulmón y velocidad. El disparo de Vanderson hizo volar a Ter Stegen y Minamino mandó la pelota a acariciar el larguero.
Como el Barça no hincaba la rodilla y Lamine se convertía en una amenaza constante, el técnico monegasco optó por doblar el lateral para desesperarlo. Antes de que se pudiera evaluar su apuesta ya había conseguido el premio en una pelota larguísima de Vanderson a la espalda de Iñigo Martínez que se acomodó a la carrera Ilenikhena para encarar y batir la meta azulgrana. De ese golpe ya no se alzó a pesar de que el VAR le libró de un penalti.
Europa League
Sevilla - Roma (1-1, 4-1)
INMA LIDÓN
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2023
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