Velocidad endiablada con el balón pegado al pie y metros por delante para pensar dónde colocará la pelota sin alzar la cabeza. Huele donde están los centrales, a los que ni siquiera reta porque los tumba con controles precisos, y sabe cuál el resquicio de la portería a donde no llegan las manos del guardameta. Raphinha sólo necesita campo para activar su velocidad y soltar zurdazos imparables que lo están convirtiendo en un arma letal que el Barça ni imaginaba que tenía en el bolsillo. Es todo eso y mucho más.[Narración y estadísticas]
Como si el brazalete de capitán y los rumores le hubieran inyectado superpoderes, el brasileño vive una madurez espléndida. Nadie se atreve a pensar qué hubiera sido del arranque de proyecto de Hansi Flick sin este futbolista que infunde temor y suma 100 partidos y ya nueve goles. Un minuto tardó en romper en añicos los planes del Bayern en Montjuïc.
Fermín, en el círculo central, vio cómo se hacía un hueco a la espalda de Kimmich calculando fríamente para no caer en fuera de juego y lo lanzó a la carrera contra Neuer. Imposible que saliera perdedor del mano a mano y su gol puso al Barça el partido más cómodo al tiempo que los alemanes se enrabietaban. Nunca les habían marcado tan rápido en Champions.
Cuando el Bayern arrancó a sudar, arrebataron la pelota y el mando a los culés para convertir el duelo en un toma y daca que duró lo justo. La salida de Iñaki Peña ante Harry Kane evitó el primer susto, pero sintieron que el plan de buscar la espalda de la defensa azulgrana sólo tenían que engrasarlo un poco más. Lo hizo Müller con un centro que el delantero inglés convirtió en un gol sin validez por fuera de juego milimétrico. Habían detectado que el Barça jugaba al límite y se les podía castigar si les empujaban. Sin embargo, este Barça no tiembla ni se despista del objetivo.
Reparte y encaja con la misma naturalidad. Seduce y se faja sin sentirse incómodo. Por eso tampoco se arrugaron cuando, esta vez sí, de una banda a otra agitaron a la defensa para que Gnabry le pusiera el centro perfecto a Kane al segundo palo. El partido empezaba de nuevo a los 20 minutos. Lo cierto es que se reposó, y eso ayudó a que el balón, que había pasado poco por los pies azulgrana, empezaran a tenerlo Lamine Yamal o Fermín, que se volvió indetectable para los alemanes en la medular y eso siempre significa problemas. Si algo tienen estos dos futbolistas es descaro.
Lo mostró Lamine intentando forzar el error de Neuer casi en la línea de gol y lo logró el andaluz para delirio de Montjuïc. Dejó que Kim le ganara un salto en el que, con un ligero contacto, lo desequilibró y el balón le quedó franco para, ante la salida del meta germano, picársela a Lewandowski que aparecía en carrera. No falló el polaco a puerta vacía. No lo celebró, pero sí todo un estadio que, por fin, veía a su equipo en su salsa en la Liga y en la Champions League.
Nadie parece tener lastre desde que Flick llegó al banquillo. Ni siquiera pesó aquel doloroso 2-8 cuando el alemán estaba en el banquillo bávaro. Es más, se atreven a todo. Eso hizo Casadó con un larguísimo pase en diagonal que Raphinha pinchó para retar a Guerreiro, plantarse en el área y, ante las narices de Upamecano, cruzársela a Neuer. Doblete de un jugador que cumplía 100 partidos y juega tan libre como en el patio de su casa. Al descanso, el Barça parecía haberse sacudido el peso de la historia ante su mayor ogro europeo. Sólo fue el principio.
Quería el Bayern revolverse y acabó más hundido, vapuleado por un equipo desconocido en Europa y con una efectividad letal. Por si no había tenido bastante, lo comprobó cuando Lamine buscó en largo al héroe Raphinha. Precisión absoluta en el control para deshacerse, otra vez, de Upamecano y Kim con un gesto y soltar su veneno para enviar otra vez a Neuer a buscar la pelota al fondo de la red.
No encontró Vincent Kompany la forma de hacer reaccionar a sus hombres ni cambiando todo su frente de ataque con la artillería de Musiala, Sané y Goretzka. Podía frenar el vendaval, pero ya era inevitable salir empapado. El Barça, coreado por una grada entregada a los olés y agradecida por el espectáculo, se acerca al objetivo en Champions y encara el Clásico en el Bernabéu con la confianza por las nubes.