Chus Mateo, una victoria terapéutica y la carta de la niña Paula: “Te quería decir que eres un entrenador buenísimo”

Chus Mateo, una victoria terapéutica y la carta de la niña Paula: "Te quería decir que eres un entrenador buenísimo"

Fue una noche de alivio, de esas que luego, con el paso del tiempo, los partidos y la llegada de la lucha por los títulos, se recuerdan. “Muchas veces en las temporadas hay un antes y un después…”, deslizó Chus Mateo, bastante tranquilo pese al ruido que había antes a su alrededor, las llamadas a la crisis por un inicio de curso, bien es verdad, tan lejos de lo acostumbrado.

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Porque sí, el Real Madrid de las cinco bajas y los cuatro fichajes había perdido cinco partidos y ganado sólo tres. Y todavía sigue sin saber lo que es imponerse a domicilio (tendrá que esperar). Venía de caer consecutivamente en Bilbao y Vitoria y ahí estaban sus porcentajes desde el perímetro, sus puntos encajados, los fallos desde el tiro libre y las pérdidas. También la imagen, mala en general, peor con las declaraciones siempre sin filtro (más vale que se acostumbren) de Mario Hezonja.

Pero llegó el Panathinaikos, el amenazante campeón de Europa, el de la final de Berlín, y todo cambió. Hubo ambiente de partido grande en el WiZink, sin atisbo de run run. Quizá ayudó el contundente comienzo (19-5). Y hubo “consistencia”, capacidad de manejar la ventaja, de no venirse abajo con las embestidas griegas (tremendo Ataman, que borró a uno de sus fichajes estrella, Lorenzo Brown, tras su mal comienzo: no jugó más).

Hubo personalidad. Con, por supuesto, Campazzo a los mandos. Y con un reivindicativo Alberto Abalde, agresivo en defensa y al fin acertado, 12 puntos fundamentales tras el descanso. Rathan-Mayes no jugó demasiado, pero mostró su predisposición. Hezonja estuvo en segundo plano, pero anotó un triple tranquilizador al final. Tavares y Musa dominaron. Y quizá sólo Ibaka siguió lejos de lo que se espera de él.

Mateo habló de la “ambición, el carácter, el hambre y la concentración”, destacando mucho “perder sólo cuatro balones”. Habló de Abalde, cómo no. “Brillante”, dijo primero. “No puedo pasar por aquí y no nombrar a un jugador que ha defendido como lo ha hecho él. Es un guerrero y siempre está ahí”, destacó después.

Pero entre la balanza de las cosas buenas y de lo que toca mejorar para seguir creciendo, Mateo, que también mencionó la cervecita de después, quiso hacer un guiño cariñoso a esas cosas “que dan aire” más allá de lo puramente baloncestístico. A su lado, en la sala de prensa del WiZink, tenía un papel. “Es la carta de una niña y dice así: ‘Me llamo Paula y tengo 11 años. Soy madridista y me encanta el baloncesto. Te quería decir que eres un entrenador buenísimo, que sois un equipazo. Que sepáis que vuestra afición siempre va a estar ahí para animaros. Hala Madrid’. Me ha dado un aire que no veas”, admitió con emoción el técnico del Madrid.

kpd