"Que el caso se cierre significa que soy inocente. La Justicia alemana no cerraría un caso si fuera culpable. No sé qué traducción del comunicado tenéis, pero eso es lo que significa. Ya está, pasemos página. No quiero volver a escuchar ninguna pregunta sobre esto nunca más. Y eso va para todo el mundo", amenazaba Alexander Zverev en sala de prensa este viernes después de un doble logro: clasificarse para la final de Roland Garros en la que se enfrentará a Carlos Alcaraz este domingo (14.30 horas, Eurosport) y cerrar el caso de violencia doméstica que pendía sobre él.
El Tribunal Penal de Berlín anunció un acuerdo entre Zverev y su ex pareja, Brenda Patea, por el cual el tenista pagará 200.000 euros de multa -que irán mayoritariamente a las arcas públicas- y no habrá juicio. De alguna manera, el pacto otorgaba la razón al ahora finalista de Roland Garros porque meses atrás un Juzgado de Primera Instancia le había impuesto un castigo superior, 450.000 euros, y él había apelado. Pero en ningún caso la Justicia alemana reconoció su inocencia.
Los hechos siguen sin esclarecerse, más cuando Patea denunció penalmente un episodio concreto -supuestamente Zverev la intentó asfixiar en Berlín en mayo de 2020-, pero públicamente habló de muchos sucesos a lo largo de sus cuatro años de relación. "Es un hombre celoso, revisaba constantemente mi teléfono y a veces un simple 'me gusta' de alguien a una foto mía era suficiente para enfurecerlo. Su ira se convirtió en violencia física varias veces", confesaba ella al periódico Süddeutsche Zeitung, en cuyas páginas se recordaba que una pareja anterior, Olga Sharypova, ya le imputó unos hechos similares.
En plena madurez tenística
En todo caso, con el pacto y su advertencia en rueda de prensa, Zverev seguramente logrará este domingo apartarse de la polémica si vence en la Philippe Chatrier. Hasta ahora, cada día era preguntado por los detalles de su juicio. Hasta ahora, una amenaza se mantenía latente: el alemán podía alcanzar el momento cumbre de su carrera, su primer Grand Slam, y pocos días después ser declarado culpable. La situación le preocupaba a él, evidentemente, pero también a su principal patrocinador, Adidas, a la ATP y a la propia organización de Roland Garros.
Sea cual sea la verdad de lo ocurrido, ya no habrá escándalo. Zverev podrá centrarse en su duelo ante Alcaraz y en sus clásicas armas, el servicio y ese revés demoledor. Como ya hizo en el Masters 1000 de Roma, durante todo el torneo parisino el alemán ha mostrado una gran evolución más en lo mental que en lo tenístico. A sus 27 años, en otras ediciones no habría solucionado momentos peliagudos como los que vivió en tercera ronda ante el holandés Tallon Griekspoor o en octavos ante Holger Rune. De hecho, el más joven Zverev no hubiera aguantado la presión de debutar en una Philippe Chatrier llena ante una leyenda como Rafa Nadal.
Aquel encuentro le pasó factura, pero después fue creciendo en la competición. Su dominio ante dos 'terrícolas' como Alex De Miñaur yCasper Ruud demuestran que puede poner en apuros a Alcaraz, aunque el español es favorito. Los dos están ante su primera final en el Grand Slam galo, pero Alcaraz ya sabe qué es ganar dos 'grandes' y Zverev sólo ha tenido una posibilidad de conseguirlo. Fue en la final del US Open de 2020 y cayó con estrépito ante Dominic Thiem: dominó los dos primeros sets y luego se dejó remontar. Ahora ha crecido personalmente, ha afinado su juego y, después del pacto de este viernes, se ha liberado de sus problemas judiciales.