Cuando Julieta ha visto hoy entrar a su hija al centro olímpico de tiro de Châteauroux con la escopeta en la mano la ha visualizado cuando tenía 14 años y se iba con su padre a cazar. “La escopeta era más alta que ella”, dice emocionada. “Pase lo que pase, el haber llegado hasta aquí hoy, para mí ya es una campeona”, señala. Su hija es Mar Molné (Morrel, Tarragona, 22 años), ya no tiene 14 años, sino 22 y ha estado cerca de ganar su primera medalla olímpica. Ha quedado cuarta en la final de tiro de los Juegos de París, que también ha dejado finalmente fuera del medallero a la veterana Fátima Gálvez (Baeza, 37 años).
Ambas representaban a España en esta final a seis, donde Adriana Ruano otorgó el oro a Guatemala, seguida por la italiana Silvana Stanco y la australiana Penny Smith. En la primera jornada se habían situado ya en los dos primeros puestos, tras realizar 75 disparos al plato en su debut olímpico. Esto dio esperanzas de obtener medalla hoy. Sobre todo Mar, que es la primera vez que compite en unos Juegos. “Estoy muy contenta, aunque no nos hayamos llevado medalla. Ni se me ocurría pensar que podía llegar hasta aquí y lograr un cuarto puesto. Esto ya es una medalla”, dice.
“Más aún con mi edad, además, porque yo tengo sólo siete años de competición y el resto son veteranas, competir era difícil”, admitió la joven atleta. Ella se estrenaba en París, pero Gálvez ya ganó un oro en Tokio en 2020 en la prueba mixta con Alberto Fernández. Quedó en cuarto lugar en Río 2016 y en el quinto en Londres en 2012. Tiene, además, seis medallas en Mundiales. “Parece que soy la chica de los diplomas, porque al final no llego a la medalla individual”, ha bromeado. Considera que le han fallado “los primeros tiros, por la luz. No he conseguido adaptarme a la luz que tenía de fondo, que siempre me pasa factura”, ha dicho.
“Papá, déjame probar”
El padre de Mar, David, cuenta que fue por él por quien la joven empezó a coger la escopeta. Él siempre ha hecho tiro y su hija le acompañaba. “Un día me dijo: ‘papá déjame probar’. Así empezó”, relata, orgulloso. Cuando pidió una escopeta tenía 14 años. Empezó a manejarla, aprendió, se sacó el permiso de armas y así comenzó todo. Se fue a Granada con la Federación. Empezó con un entrenador. Cuando conquistó el Europeo júnior, tuvo que decidir entre sus dos pasiones: el tiro o la música. Ganó lo primero.
“En la música siempre ha sido tan buena como en el tiro”, dice su madre. Aunque “en esto también era raro, porque tocaba la gralla, que un instrumento de viento. La música siempre ha sido muy importante para ella, es lo que le ayuda a concentrarse”, dice. Es curioso, las dos medallistas estudian Psicología. Mar empezó Magisterio, pero se cambió.
El centro de tiro olímpico de estos Juegos está en Châteauroux, en la zona de castillos del Valle del Loira. Esta localidad tiene una media de 56 metros cuadrados de zona verde por habitante. La instalación se ha localizado ahí porque debe situarse en un campo militar, aunque llama la atención el contraste. El campo de tiro, donde hace un calor insoportable, está abarrotado y una gran parte de la grada con banderas de España. A Mar han venido a animarla, además de sus padres, sus tíos y su prima. Su abuela se ha quedado en casa “sufriendo por ella”. “Haber llegado hasta aquí ya es un logro, nos iremos contentos igual”, dice su madre.