En el exilio de la lejana Lille, tan apartados del ambiente olímpico, ahí España se juega este miércoles, otra vez bien temprano (11.00 h.) media vida en los Juegos, una final tan pronto y contra un rival tan fiero. Enfrente Grecia, viejo conocido, mal compañero, pues también le va todo en el envite. Y la memoria se retrotrae nueve años, idéntico escenario, ese futbolero y mastodóntico Pierre Mauroy, los cuartos de final de un Eurobasket entonces. También un talento amenazante.
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Ese día, que fue la última vez que ambos se vieron las caras (8-2 es el balance favorable a los españoles desde 2002), Giannis Antetokounmpo tuvo pesadillas con Víctor Claver, una lapa, seis rebotes en el último cuarto en un triunfo que después fue éxtasis cuando Pau Gasol rindió a Francia entera en semifinales. Retirado el valenciano hace unos días, reverenciado por los que ahora son sus herederos, se le busca sucesor. Pues Giannis sigue siendo la amenaza, el crucigrama indescifrable para una Grecia en la que todo lo que le rodea es competitividad de basket FIBA: Calathes, Walkup, Papanikolau, Mitoglou, el pasional Larentzakis, el gigante Papagianis…
‘Ser’ Claver será cosa de Juancho, Aldama, Garuba, quizá López-Aróstegui… «Defienden, tienen tiradores y una estructura atípica porque su hombre más grande (Antetokounmpo) juega fuera de la zona casi todo el rato», admitía ayer un Scariolo consciente del abismo -«El futuro es ya»- y que lanzó un mensaje para los más veteranos: «Es un momento en el que los expertos tienen un papel fundamental».
Giannis anotó 34 puntos ante Canadá, pero ni eso le valió a Grecia, otra selección que llega a los Juegos desde el Preolímpico patrio. España estuvo blanda y perezosa -«salimos a verlas venir», admitió ayer Llull- frente a Australia y echó mucho de menos la versión más plena de Lorenzo Brown. «Es un jugador fundamental en el juego de España y Llull asume mucha responsabilidad. Hay otros buenos jugadores en el ataque, como Willy Hernangómez y Aldama. Es un equipo muy bueno, pero sin duda Lorenzo Brown es uno de los líderes», concedía Vassilis Spanoulis, en su esperanzador amanecer de carrera en los banquillos. Quien pierda se mete en un buen lío.
«Cinco minutos malos aquí te lo ponen todo cuesta arriba, pero confío en este equipos, lo sigo viendo con mucha ilusión», pronunciaba un Llull que fue, junto a Aldama, el mejor del debut. Aunque el madridista, recién renovado, también avisó sobre el gran peligro heleno: «Obviamente, parar a Anteto es una de las claves, es un jugador ‘top’, de los mejores del mundo. Tenemos que intentar detenerle, pero sin perder de vista al resto de jugadores».