Pogacar y Vingegaard, un fin de semana en los Pirineos para salir de dudas: “Son subidas que me gustan”

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Camino de Le Lioran, en pleno Macizo Central, cuando Tadej Pogacar atacó en los últimos metros del Pas de Peyrol, el Tour temió. Más aún cuando en el descenso su distancia con Jonas Vingegaard, que no había podido agarrar la rueda del salvaje arreón anterior, se empezó a disparar rozando los 40 segundos. Restaban dos cotas y 30 kilómetros y no hay en el pelotón mundial nadie como el esloveno en los ‘solos’, esas cabalgadas sin compañía hasta la meta. Lo que hubiera podido parecer una sentencia a falta de la mitad de la carrera, unos minutos después devino en todo lo contrario: la Grande Boucle, que este sábado inaugura los Pirineos, late más viva que nunca dispuesta a otro combate épico entre los dos tipos que la han copado en el último lustro.

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La resurrección de Vingegaard -corroborada el viernes, al frente él mismo del agresivo Visma Lease a Bike en los abanicos de la etapa con final en Pau, la octava más rápida en la historia del Tour (48,8 kilómetros por hora)- y los cinco centímetros que le dieron el triunfo en el mano a mano final, fueron un golpe psicológico, «un antes y un después» en palabras del emocionado danés, que se reconoció a sí mismo tres meses después de la espeluznante caída en la Itzulia en la que «podría haber muerto». Una confirmación, incluso antes de lo previsto. «Está en la mejor forma de su vida», en palabras de un Pogacar (luego Jonas renegó: «Es imposible que lo esté con un mes y medio de entrenamiento») asombrado cuando el danés le atrapó en la subida al Col de Petrus -miró insistentemente hacia atrás-, ya sin Roglic.

Serán los Pirineos primero y los Alpes después, sin mucha solución de continuidad (apenas el día de descanso del lunes y la aproximación del martes con final en Nîmes), los que resuelvan la batalla eterna, los que desnivelen también la balanza entre dos ciclistas para la historia, que presumen de dos Tour cada uno. Esta vez con un asterisco en medio aún, un fouri classe como Remco Evenepoel al que se le presupone flaqueza en las grandes cumbres… «La carrera está en manos de Visma y UAE. Por mi parte, si las piernas funcionan trataré de recuperar tiempo. Pero el plan es seguir a los demás y mantenerme concentrado y paciente», avisaba ayer. Y ya sin el desafortunado Roglic, otro que prometía giros de guion, gafado un año más: abandonó (como en 2021 y 2022) tras sufrir dos caídas consecutivas en los días previos.

UAE

Tras la victoria de Philipsen en Pau, el Tour visita el siempre mítico Tourmalet, primer puerto de una jornada eléctrica con final en Saint Lary Soulan, con el desenlace por primera vez en medio siglo en Pla D’Adet, donde ganó Poulidor. Dos puertos Hors Categorie -más Hourquette d’Ancizan, de segunda- antes del plato fuerte de los Pirineos. Una jornada que recuerda a la del año pasado con final en Cauterets, ganada por Pogacar en la primera semana todavía. El domingo, casi 200 kilómetros con 4.800 de desnivel acumulado. Cinco puertos, cuatro de Primera y el final en Plateau de Beille. Si no es la etapa reina…

«Me gustan las etapas de los Pirineos. Antes del Tour no había revisado qué puertos concretos íbamos a hacer, pero ahora sí lo he mirado y la verdad es que son subidas que conozco y me gustan. La manera en que hemos competido los últimos tres días va a afectar al desarrollo de las próximas dos etapas, porque han sido jornadas durísimas. En todo caso, lo que importa es que nos encontramos en un gran estado de forma», admitía un Pogacar que sufrió la contrariedad de la pérdida de Juan Ayuso (se bajó de la bicicleta al poco de comenzar, afectado por el Covid y es duda para la contrarreloj de los Juegos en la que iba a ser el único representante español) y ante el que se abren todo tipo de incógnitas ahora.

Porque, con 1:14 de ventaja sobre Vingegaard en la general, gran parte obtenida en las bonificaciones, la duda es si seguirá al ataque, seleccionando la carrera como ha hecho hasta ahora con sus pretorianos del UAE y atacando de lejos, o pasará a la expectativa, a intentar morder segundos en esos finales explosivos en alto en los que es único. Sobre eso mismo se pronunció en Pau, aunque de las palabras a los hechos… “Creo que ahora podemos calmarnos un poco, tenemos una buena renta en la general y yo me siento bien físicamente. Llegamos al final de la segunda semana y mi condición es buena, el objetivo es mantener esta ventaja. No soy yo el que tiene que ir a la ofensiva”, despejó el líder.

Y otro tanto de incógnitas su rival, cada vez más pleno con el paso de los días. ¿Está ya listo Jonas para doblegar en las montañas a Tadej, como en años anteriores? ¿Aguardará a los Alpes, donde ganó sus dos Tours? Porque, además de las consecuencias de sus lesiones tras el accidente en el País Vasco, la gran diferencia se encuentra en la compañía. Esta vez Vingegaard no cuenta a priori con compañeros tan potentes en las subidas como Sepp Kuss o el propio Roglic, ángeles de la guarda de los últimos tiempos.

kpd