El tenista alicantino Aaron Cortés, que llegó a ser el 955 del ránking de la ATP, ha sido suspendido 15 años tras admitir 35 quebrantamientos del programa anticorrupción del tenis (ITIA), según hizo público esta misma organización.
Cortés cometió estas irregularidades entre 2016 y 2018 y entre ellas se incluye amañar el resultado de partidos, aceptar dinero por ello, no avisar a las autoridades de los intentos de soborno, apostar en partidos y dar dinero a los organizadores de los torneos para que le dieran invitaciones.
Además de los 15 años sin jugar que ha determinado la Agencia Internacional para la Integridad en el Tenis, le han impuesto una multa de 75.000 dólares (69.000 euros), de la cual no tendrá que pagar 56.250 si no reincide.
Cortés, de 29 años y que llegó a ser el 955 del mundo en septiembre de 2017, cooperó con la investigación de la ITIA y aceptó la sanción. El jugador queda inhabilitado desde el 27 de marzo de 2024 hasta el 26 de marzo de 2039.
Durante este período, Cortés no podrá jugar, entrenar ni asistir a cualquier torneo de tenis organizado por los miembros de la ITIA o por cualquier asociación nacional.
En una semifinal de Eurocopa, contra el equipo más poderoso del mundo en lo físico, finalista en los dos últimos Mundiales, España salió, vio cómo le metían un gol, se sacudió el polvo de los hombros, silbó, aceleró para marcar dos goles, remontar, y luego decidió que allí, en una semifinal de Eurocopa, con una hora por delante, ya no iba a pasar nada más. Como si fuera su potestad elegir los caminos de los partidos, también los de una semifinal de Eurocopa, como si dispusiera de un mando a distancia para darle al play, y luego al pause, y luego hacia delante, y luego hacia atrás, y luego al stop. España, en una semifinal de Eurocopa, gobernó la noche como le dio la gana, decidió lo que ocurría y lo que no, y agarrada al maravilloso descaro de un niño de 16 años, dueño de un gol estratosférico, le dio la vuelta al tanto francés y echó la persiana. Hasta aquí, dijo. Y hasta ahí. Luis de la Fuente y su muchachada han llevado a España a su quinta final continental, a las puertas de un título impensable hace no mucho, posible, probable, hoy. En una semifinal de Eurocopa, hizo lo que quiso, como quiso y cuando quiso. Esta es España. [Narración y estadísticas (2-1)]
Una España nacida de la desconfianza, forjada en la ignorancia, cuando no en la mofa, de una parte de la afición, que miraba con displicencia a un grupo de jugadores que permaneció callado, cabizbajo, rumiando, eso sí, algo parecido a una venganza, agarrados todos ahí dentro a la esperanza de darle la vuelta a todo y poner al país a sus pies, un país obligado hoy a reconocer el trabajo y el talento de un grupo humano que, más allá de lo que ocurra en la final, se ha ganado el respeto que hasta ahora no tuvo. Honor para España, finalista de la Eurocopa. Y honor para Lamine Yamal, el niño de 16 años, hijo de inmigrantes, que personifica esta nueva realidad española, tan diferente, tan cambiante, tan rica.
A estas alturas de torneo, los jugadores no entrenan. Ni españoles ni franceses habían hecho nada desde el viernes, cuando obtuvieron el billete a la semifinal. De hecho, se intuía un partido calmo, con los dos midiendo muy bien sus esfuerzos y los del rival. Sin embargo, en este juego de detalles que es el fútbol, y más llegados a este punto del torneo, Francia se puso por delante poco después de que lo hubiera podido hacer España. Fabién envió alto un cabezazo que parecía fácil, pero Kolo Muani sí acertó. No habían pasado ni 10 minutos y Francia estaba por delante casi sin haberse desperezado, y además Jesús Navas con amarilla por frenar una contra con pinta de 2-0.
Como quien se levanta de la siesta
Era la segunda vez que la selección estaba por detrás en el marcador. La otra vez fue contra Georgia. Y claro, Francia no es Georgia. O sí, porque lo que ocurrió desde ese momento es muy difícil de explicar. Cuando encajó, España mantuvo la calma. De hecho, tardó bastante menos en empatar, y no necesitó ni de coraje, ni de empeño, ni de suerte, ni de una jugada maravillosa. Bastó que un crío que acaba de aprobar la ESO cogiera la pelota, levantara la cabeza y pusiese en órbita un disparo maravilloso. Lamine Yamal es un niño, un puñetero niño que juega como un mayor, que levanta la cabeza, que pasa, que centra y que, sí, también regatea, pero que, ante todo, juega al fútbol como los dichosos ángeles.
La parábola de su disparo, inalcanzable en diez vidas de Maignan, catapultó a España, un equipo en trance que, cinco minutos después, se adelantaba porque Dani Olmo hizo un quiebro delicioso a Upamecano cazando el rebote de un centro. Su tiro, que iba a portería, lo desvió Koundé por si acaso, como para asegurarse de que entraba sí o sí. Había remontado España como quien se levanta de la siesta. Aguantó a pie quieto los intentos franceses, que no fueron pocos en la primera parte. El equipo de Deschamps trató de hacer daño a España en dos facetas: los cambios de orientación y las jugadas a balón parado.
Olmo festeja el 2-1 en Múnich.AFP
Mbappé, sin máscara, fue menos Mbappé que Dembélé. El ex futbolista del Barça molestó a ratos a Cucurella, y Nico Williams tuvo que ayudar lo suyo ahí. Navas, entretanto, en el duelo que se presumía tan desigual, se mantuvo con bastante más que dignidad hasta su lesión. Al equipo, en algún momento, le costó llegar a la presión porque las piernas están como están, y eso permitía a Francia encontrar alguna vía, sin éxito.
Jugar a que no pase nada
De modo que España, la España donde De la Fuente se limitó a poner a los suplentes de los sancionados y lesionados, ni más ni menos, llegó al descanso por delante y confiada, consciente, más que nunca, de la diferencia física con su rival. Era el momento de no ir al choque. Había que jugar a otra cosa. Había que jugar, por ejemplo, a que no pasara absolutamente nada.
Eso fue lo que hizo España a la vuelta del descanso, buscando trastear con la paciencia, y el físico, del rival, y al rival, claro, cuando le toca proponer, suda tinta. No pasaba nada, ni bueno ni malo, así que Deschamps quitó del campo a Rabiot y a Kanté para meter a Griezmann y a Camavinga. Mbappé ya era delantero centro, porque también se fue Kolo Muani para dar paso a Barcola, que se instaló en la izquierda. Para desgracia de Deschamps, siguió sin pasar nada.
España jugó toda la segunda parte como si fuese el tiempo de descuento. No hizo mucho por atacar, pero como tampoco le hacían daño, fue dejando pasar el tiempo en un ejercicio de madurez algo inquietante. Tanta tranquilidad en una semifinal de una Eurocopa asusta. De la Fuente debió pensar que no fueron tan buenos los cambios contra Alemania, y sí, metió a Merino y Oyarzabal, pero dejó en el campo a Nico y a Lamine por si acaso. Deschamps echó mano de Giroud como quien reclama al Cid, pero allí seguía sin pasar nada. En una semifinal de Eurocopa, hasta España pitó el final del partido.
La mejor arma que tiene para expresarse Eugenio López Chacarra son sus palos de golf y este domingo han hablado en la India logrando su primera victoria en el DP World Tour y cerrando una corta pero desagradable travesía alejado de los grandes circuitos. La historia del golfista madrileño es de altibajos, pero la confianza en que su juego está a la altura de los mejores jugadores del mundo le ha llevado de nuevo al punto más álgido de su carrera. Y para llegar a esa madurez en esta nueva etapa, el golfista español ha contado con una ayuda clave y sorprendente: la de la estrella del Real Madrid y actual entrenador del Castilla, Raúl González Blanco. "Ha sido su mentor en los últimos tiempos, una especie de segundo padre", cuentan a EL MUNDO desde su entorno, destacando la importancia que está teniendo en su carrera. La relación va incluso más allá: su caddie es Hugo González, hijo de la estrella madridista y uno de los mejores amigos de López Chacarra.
Ya en 2022 tomó la sorprendente decisión de abandonar la Universidad de Oklahoma State y sus estatus amateur para fichar a golpe de talonario por el LIV Golf. En el mes de junio se convertía en el primer español en ganar en la gira saudita y en el deportista individual que se embolsaba el mayor cheque en la historia de nuestro deporte, casi cinco millones de dólares por tres días de arduo trabajo en Bangkok.
Después probar las mieles del éxito, comenzaron las molestias físicas; un problema en la cadera le mermó físicamente durante el final de 2022 y toda la temporada 2023. Aún así, López Chacarra logró ganar en el International Series del Asian Tour que se disputó en St. Andrews, en Escocia. La victoria fue el fiel reflejo del sufrimiento de su temporada, tras 10 hoyos de desempate, el playoff más largo de la historia del Circuito Asiático. "En los últimos hoyos ya no sentía las piernas", comentaba entonces. La lesión se fue recuperando al mismo tiempo que empeoraban sus relaciones dentro de su equipo en el LIV Golf, los Fireballs de Sergio García. La tensión llegó al extremo al final de la temporada pasada y García decidió prescindir de Chacarra, quien empezó 2025 completamente desubicado, con la única posibilidad de disputar torneos del Circuito Asiático y sancionado sin poder jugar ningún evento relacionado con el PGA Tour hasta el 23 de septiembre de este año.
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"He estado muy bien en el LIV y estoy muy agradecido, el LIV me ha dado el dinero que jamás pensé que pudiera ganar, me ha resuelto mi vida y la de mis futuras generaciones, pero ahora quiero hacer historia en el golf", fueron las palabras de López Chacarra, quien confesó que "no era feliz y necesitaba otras motivaciones". Estas palabras desataron furibundas críticas y afectaron al jugador español, que seguía trabajando sin un rumbo claro. En solo el tercer torneo que disputa en 2025 y gracias a una invitación del patrocinador del Hero Indian Open, ha logrado la victoria, la primera en el Circuito Europeo, un nuevo punto de inflexión en su carrera que le cambia el paso por completo.
En la carrera del español solo ha disputado cinco eventos del DP World Tour y apenas 20 torneos válidos para el ranking mundial, donde este lunes estará alrededor del puesto 170.
Chacarra llegó al último día con un golpe de ventaja, aunque las cosas no pudieron empezar peor: un doble bogey en el hoyo 1 y un bogey en el 3 parecían alejar al madrileño de la pelea. Las condiciones complicadas de juego y el enrevesado campo de la India marcaron tanto el desarrollo del juego que, después de cuatro días, solo tres jugadores lograron terminar con resultados bajo el par. El único que reunió tres rondas en números rojos de las cuatro posibles fue el propio López Chacarra. La vuelta final fue como una metáfora de su corta carrera: reponerse a los contratiempos y aprovechar las oportunidades. Y lo hizo a la perfección. Con paciencia llegaron los birdies en los hoyos 6, 9, otro más en el 11 con un putt de cinco metros, y doble caída lo colocaba como líder en -3. Pero la racha iba a continuar con tres birdies más; quizás el momento del torneo llegó en el 14, donde su segundo golpe atravesó todo el green y desde el rough, López Chacarra embocó un delicadísimo approach.
La bola chocó con fuerza con el mástil de la bandera y con la suficiente suerte para terminar dentro del hoyo, un golpe predestinado a pasarse el green que acabaría casi sentenciando el torneo. A partir de entonces y con -5, fue capaz de administrar su ventaja con un solo tropiezo en el 17 en forma de bogey. Salió al hoyo 18 con una renta de 3 golpes y el par fue suficiente para la victoria más especial de Chacarra. Al borde del llanto recibía las bendiciones de Pablo Larrazábal y Jorge Campillo como nuevo miembro del Circuito Europeo.
El triunfo es el noveno del año para el golf español. Chacarra se convierte en uno de los pocos jugadores en ganar en tres circuitos diferentes: LIV, Asian Tour y DP World Tour. A partir de ahora tendrá un lugar donde competir y unos objetivos marcados. Más a corto plazo, clasificarse para el segundo major: el PGA Championship, y a medio recorrido, terminar en el top-ten europeo, lo que le garantizaría la tarjeta del PGA Tour para 2026. El nuevo Chacarra quiere huir de cualquier polémica y mirar solo al futuro desde la humildad; las críticas lo han hecho fuerte. Por su parte, del viejo Chacarra queda un juego largo tan espectacular que estaría a la altura del top-5 del ranking mundial. Este domingo, en la India ha renacido una estrella para el golf español.