El Barça, puede que sin querer con media cabeza en Europa, flirteó durante muchos minutos con el desastre. Eso habría supuesto no sumar los tres puntos frente al Mallorca. A los azulgrana les costó mucho abrir la lata. Muchísimo. Hasta que Lamine Yamal, con una genialidad cuando el partido entraba ya en su recta final, disipó los nubarrones de tormenta. Su disparo, con rosca, entró casi por la escuadra y le cambió por completo el signo a una velada en la que había estado aparentemente falto de inspiración. El gol, con todo, evidencia también una cosa: los azulgrana necesitan más que encomendarse a golpes de efecto. Tanto para seguir lo más vivos posible en la Liga como para no tirar por la borda la Champions antes de tiempo.
El Mallorca llegaba a Montjuïc con un 2024 lleno de claroscuros. Con cuatro derrotas, tres empates y dos victorias en su haber en la Liga desde el arranque del año, los de Javier Aguirre se encontraban a 8 puntos de distancia de un Cádiz que marcaba el arranque de los puestos de descenso, pero justo también tras convertir Son Moix en una trampa mortal para el Girona. La Copa, además, ha sido otra cosa. De ello pueden dar fe tanto el mismo Girona como la Real Sociedad. La gran incógnita era qué imagen iba a mostrar ante un Barça del que nunca sabes bien qué cara va a mostrar. Incluso dentro de un mismo partido.
Xavi, que tuvo que ver el partido desde la grada por sanción, no sólo acabó por reinventar en gran parte su once en el centro del campo, obligado por las lesiones de Pedri y De Jong. Raphinha, en este caso, fue el encargado de acompañar inicialmente a Gündogan en la medular, pero la gran sorpresa estuvo en punta. Marc Guiu, en este caso, fue el encargado de tomarle de inicio el relevo a Robert Lewandowski. Por dos motivos. Además de la acumulación de minutos que suma en sus botas, el polaco está a sólo una amarilla de la suspensión y el domingo que viene toca visita al Metropolitano. Los azulgrana saltaron al terreno de juego con muchas ganas. Y, pese a la férrea defensa visitante, llegaron con frecuencia a las inmediaciones del área del Mallorca, pero con escaso peligro. Las cosas podrían haber cambiado mucho si Gündogan hubiera acertado a transformar el penalti de Copete sobre Raphinha, concedido a instancias del VAR. Rajkovic, no obstante, le acertó su escasa intención y acabó por desviar su disparo.
El alivio azulgrana
La acción no hundió a los azulgrana, pero sí tuvo un efecto revitalizador para un Mallorca que empezó a ganar más presencia cerca de un Ter Stegen que buscaba celebrar su partido 400 como barcelonista dejando su portería a cero. La falta de mordiente de los puntas a la hora de finalizar sus ataques, la postre, le permitieron marcharse al descanso por lo menos con ese objetivo cumplido. Eso, y la capacidad del joven Marc Cubarsí para batirse exitosamente con cualquier delantero, sea lo veterano que sea. E, incluso, para aportar las convenientes correcciones en cuanto es necesario.
El Barça saltó al terreno de juego en la reanudación hecho poco menos que un manojo de nervios. Por mucho que Joao Félix obligara a Rajkovic a lucirse en el arranque, la producción ofensiva de los azulgrana ni siquiera amenazaba seriamente a un Mallorca cada vez más cómodo en el césped. Lamine Yamal, con un zurdazo al travesaño, dio el primer aviso serio. Un aviso que, a su vez, espoleó a una grada aletargada por el frío y las escasas sensaciones que transmitían los suyos. Y aún animarían más las cosas el salto al terreno de juego de Lewandowski y Vitor Roque. Pero fue Lamine, finalmente, el que la rompió para poner el 1-0 en el marcador, con un disparo tras recorte que entró casi por la escuadra.
El gol alivió a un Barça para el que las urgencias empezaban a ser peligrosas. Le permitió sentirse más cómodo. Y más podría haberlo estado si, en alguna de sus sucesivas llegadas, hubiera podido lograr la sentencia. El Mallorca, sabedor de que aún podía tener alguna opción de pescar al menos un punto, no bajó los brazos en ningún momento y se mantuvo fiel a sus planteamientos. Tal vez, buscando alguna de esas desconexiones que tan caras les han costado a los barcelonistas en la presente campaña. Algo que, para alivio de los de Xavi, no volvió a manchar en esta ocasión un expediente a pesar de todo muy mejorable.