25 años de la Séptima, el dedo de Mijatovic, el móvil de Lorenzo Sanz y un Sanchís “flotante”: “Fue romper con todo”

25 años de la Séptima, el dedo de Mijatovic, el móvil de Lorenzo Sanz y un Sanchís "flotante": "Fue romper con todo"

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El 20 de mayo de 1998, el Madrid levantó su Copa de Europa más deseada. “La sensación en el vestuario era de imperiosa necesidad”, recuerda Sanchís. “Le dije a Pedja que iba a marcar y vino hacia mí tras el gol”, rememora Fernando Sanz.

Mijatovic celebrando la Séptima en CibelesFERNANDO QUINTELA

El 20 de mayo de 1998, sobre las 22:10 de la noche, la vida del Real Madrid se paró en el Amsterdam Arena. Un centro de Panucci, un rechace de la defensa de la Juventus que cayó en las botas de Roberto Carlos, un disparo, otro rechace, un control de Pedja Mijatovic, un regate sobre Peruzzi y el gol de la séptima Copa de Europa del conjunto blanco.

Un gol que cambió a una generación, que conectó la grandeza que el Madrid había construido en blanco y negro con los éxitos conquistados a todo color. 32 años después y tras un sinfín de noches negras, el club volvió a ser el más grande de Europa.

Hoy, en su 25º aniversario y con siete Ligas de Campeones más en el Museo Bernabéu, los protagonistas de aquella tarde neerlandesa recuerdan en EL MUNDO las anécdotas y el significado de todo lo vivido y conseguido en el 98. “Es el trofeo más importante de la historia del club“, asegura Manolo Sanchís, el hombre encargado de levantar la copa al cielo de Amsterdam. “Al levantarla tenía la mente en blanco, iba en un estado flotante, ni piensas ni sientes. No hay un título en la historia del Madrid que haya tenido detrás las ganas y las emociones de la Séptima”.

Una copa que, en el fondo, también es un poco de La Quinta del Buitre, con el central como último miembro de aquella generación. “Haberla ganado yo significa que la Quinta estaba presente. Es también un logro suyo que injustamente no consiguió“, reflexiona Sanchís, que insiste en lo especial de la Séptima: “La sensación en el vestuario era de imperiosa necesidad, de poner el reloj a cero. Era algo que cada año se acumulaba. La Séptima tenía detrás 32 años, 32 vestuarios, 32 banquillos, 32 juntas directivas, 32 grupos de aficionados…”.

La intrahistoria del gol

En la memoria de aquella plantilla todo lleva al gol de Mijatovic. A lo hablado en los días previos en las comidas y cenas junto a Davor Suker, Fernando Sanz y Guti, los cuatro que siempre estaban juntos, a la confianza del montenegrino, la motivación del croata y la premonición de Sanz: “Vas a marcar“, le dijo el día anterior. Tras superar a Peruzzi, el dedo del de Podgorica señaló con rabia y sin parar hacia el banquillo, a un Fernando que fue el primero en abrazarle y que desde aquel día se convirtió en uña y carne para él.

“Tuve mala suerte, porque justo cuando nos vamos a abrazar, el realizador de la televisión cambió el plano hacia la grada. Menos mal que los fotógrafos del Madrid sí captaron el momento”, bromea Sanz, nombrado esta semana nuevo director de Desarrollo de Negocios Internacionales de la RFEF. “Yo compartía habitación con Guti y nos sentábamos siempre con Pedja y Davor. En una comida o cena, no me acuerdo, le dije que iba a marcar. Le impactó y a la milésima de segundo de marcar el gol, vino hacia mí. Somos vecinos desde el 96 y dedicarme el gol hizo que nuestra relación se acentuara más. Vivimos puerta con puerta, vemos los partidos juntos y hemos compartido muchas cosas, momentos jodidos para ambos… Es una relación muy especial”, cuenta.

En el gol también hay una mentira, o una verdad no contada por Mijatovic: “Yo tenía un problema muscular en el gemelo y le dije a Pedro Chueca, el fisio, ‘mira, no se lo puedes contar a nadie. Si lo cuentas, te mato’. Sabía que venía de los Balcanes y pensaba que estaba loco”, ha contado el balcánico en más de una ocasión.

La réplica encargada por Lorenzo

La Séptima siempre será la Copa de Europa de Mijatovic, pero también la de Lorenzo Sanz, fallecido en la pandemia, presidente del club y padre de Fernando. “Mi generación no había visto nada de eso y la Séptima era romper con todo, con las mofas, las derrotas… La figura de mi padre está vinculada a esa fecha. Es un día muy especial, más desde su fallecimiento”, confiesa Fernando, que recuerda algunas de las anécdotas de Lorenzo a raíz del título. “Era una persona con muchas excentricidades, no sé si rara, pero sí fuera de lo común. Fue a hacerse una réplica de la Copa de Europa en la misma joyería en la que se fabricaba la original y ahora la tengo yo en casa. Y se cambió de teléfono a uno que terminaba en 052098, la fecha de la final”, rememora entre risas.

Desde hace años, Lorenzo Sanz tenía “entre ceja y ceja” reunir a todos los integrantes de la Séptima por el 25º aniversario. Un evento que ahora se tendría que hacer sin él. “Antes de fallecer, nos dijo a Pedja y a mí que nos quería juntar. Tenía ganas. Pero la vida va tan rápido para todos que es complicado”, explica Fernando.

kpd