Era francamente difícil que Zhanle Pan (o Pan Zhanle) batiese de nuevo el récord mundial de los 100 libre. Pero, aunque lejana, la posibilidad real de que sucediese dotaba a la prueba de una expectación extraordinaria. Y, no, no hubo récord. Pan ganó, pero con un registro (47.53) que no amenazó su primado. Pero le bastó para doblegar con holgura al italiano Alessandro Miressi (47.72) y al húngaro Nandor Nemeth (47.78).
El chino es ya una estrella. Pero no era un desconocido cuando, en el primer relevo de los 4×100, rompió, en la jornada inaugural de la natación en línea de este Mundial de Doha, el primado de David Popovici, que databa de 2022. Sus 46.80 jubilaban los 46.86 del rumano.
En los Juegos Asiáticos de 2023, celebrados en Hangzhou, se había convertido, con 46.97, en el tercer hombre en bajar de los 47 segundos con bañador textil, junto al propio Popovici y el estadounidense Caeleb Dressel (46.96). El brasileño Cesar Cielo (46.91), a quien Popovici destronó, y el francés Alain Bernard (46.94) lo habían logrado con poliuretano.
Zhanle Pan tiene 19 años. Aparenta menos porque es liviano (parece que aún se está formando físicamente). Y alto (1,89). Bueno, “altito”, visto lo que se estila en la natación. Nada que ver, por ejemplo, con Alexander Popov o Matt Biondi, mitos de la velocidad, que, centímetro arriba o abajo, alcanzaban los dos metros. O Cielo (1,95); o Bernard (1,96), o Pieter Van den Hoogenband (1,93). Incluso, más modestamente, Popovici y Dressler, con, respectivamente, 1,90 y 1,91. El mismo Miressi, que lo escoltó en el podio, mide 2,03.
Pan es uno de esos productos deportivos “made in China” surgidos a base de organización, prospección, extracción y exportación de las colosales profundidades demográficas del país. El viejo axioma “de la cantidad sale la calidad” se confirma en el gigante asiático, en el que no se pierde ningún talento posible y que también hace del deporte un argumento de presencia, prestigio e influencia internacionales.
Pan procede de una zona al sureste de China, de la ciudad de Wenzhou, una costera y pequeña población, para los baremos nacionales, de unos dos millones de habitantes. Bastante aislada durante mucho tiempo (no dispuso de ferrocarril ni de aeropuerto hasta la segunda mitad de los años 90, allí no hablan el mandarín como primera lengua, sino el wu, una especie de chino antiguo.
Pero la ciudad y la Prefectura, de la que es cabeza, tienen su gracia. A los naturales de la región los conocen por “los judíos de Oriente”. Por lo visto, más de la mitad de los chinos que andan comerciando por el mundo proceden de la zona.
Hugo a la final
Cuatro españoles habían accedido en las calificaciones de la mañana a las semifinales de la tarde: Hugo González (200 espalda), Carles Coll (200 braza), María Daza (100 libre) y Nayara Pineda (200 braza), ambas de 16 años. Sólo Hugo pasó a la final. Nadó en conserva, sin forzar, y ganó su semifinal con un gran registro, 1:56.38, el segundo mejor de su vida y de los 16 semifinalistas, sólo superado por los 1:56.32 del estadounidense Jack Aikins. No parece lejos otra medalla en un viernes prometedor.
China repitió oro en los 4×200 libre femeninos (7:47.26), con una posta, la tercera, colosal de Bingji Li. Los otros oros del día fueron para Claire Curzan (USA) en los 50 espalda (47.43), Laura Stephens (Gran Bretaña) en los 200 mariposa (2:07.35) y Finley Knox (Canadá) en los 200 estilos (1:56.64).
Londres fue la tumba del Real Madrid. Jamás he visto a un equipo madridista hacer semejante ridículo en la Champions; un bochorno.
El Arsenal no es un equipo estratosférico, es un conjunto más bien limitado y sólo dependiente de los córneres o de las faltas de ese increíble Rice, que se proclamó el mejor jugador dude partido con permiso de Courtois. Sin él, el Madrid hubiera perdido con seis goles, en contra. Y con justicia.
No sé lo que dirán los fans de la prensa de Ancelotti, auténticos paladines del vetusto entrenador italiano. Lo cierto es que se han desinflado como las burbujas del champán del éxito. ¿Cuánto tiempo lleva Ancelotti siendo el enemigo número uno del Real Madrid?
Como era de esperar, en sólo cuestión de días , ha perdido la Liga y la Champions sin despeinarse. Su única defensa es que la presidencia le apoya. Y, ¿Cómo sabe eso?. Nunca he visto u oído a Florentino defender Ancelotti. Así que a buen entendedor...
ADRIAN DENNISAFP
Es insoportable que esta Casa Blanca haya mantenido a este caduco en entrenador, cuando sabía perfectamente que es una carga muy pesada. Se sabe que el presidente le quiso echar en aquel lamentable partido en Manchester.
La posición de Vinicius
¿Por qué le ha mantenido? Para mí es tan misterioso como descubrir el sexo de los ángeles. Como tampoco se entiende que no haya fichado a nadie tras las lesiones de Carvajal y Militao. Que no tenga un lateral izquierdo por lo menos eficiente. Y que el mejor centrocampista vaya a cumplir los 40 años
Hay demasiados interrogantes: ¿Por qué Ancelotti mantuvo a dos jugadores como Rodrigo y Vini casi todo el partido? Ni se dio cuenta de que jugó con dos menos. Y con la vergüenza de Vinicius, que en la izquierda perjudica una barbaridad a Mbappé, que se desesperó en Londres porque su equipo volvía a no jugar a nada.
El Real Madrid logró que Arteta fuera un prodigio como técnico, que Rice pareciera la estrella más rutilante de los cielos europeos y que el equipo inglés encontrara petróleo en el País Vasco con Merino.
Si los hooligans del Madrid sueñan todavía con una remontada es que creen en los milagros. No se va a dar porque el Madrid de Ancelotti es un espejo del demonio castigado al infierno. Cualquiera se puede avergonzar de este equipo. Vaya Real Madrid.
LaLiga Santander
AMADEU GARCÍA
@amd_garcia
Barcelona
Actualizado Lunes,
15
mayo
2023
-
19:38El primer equipo y el femenino, diez años después, volvieron a recorrer...
La violencia en los aledaños del fútbol celebra un triste aniversario. Han transcurrido ya 100 años desde que un hincha uruguayo murió en Argentina cuando celebraba el oro de la Celeste en los Juegos de 1924. No hay evidencia documental precisa, pero la mayoría de investigadores considera aquella muerte como la primera. El kilómetro cero de la cultura ultra. Un fenómeno tan vivo, tan despiadado, que se actualiza día a día. Ayer mismo, la policía italiana arrestó a 19 radicales, acusados de «delitos de conspiración criminal, con el agravante del método mafioso, además de extorsión y lesiones». Entre los detenidos figuraban Luca Lucci y Renato Bosetti, jefes de la Curva Sud del Milan y la Curva Norte del Inter. Al capo nerazzurro se le vincula con la N'Drangheta, la organización mafiosa más poderosa del mundo. A Lucci, ya condenado por tráfico de drogas, se le relaciona con Matteo Salvini, vicepresidente del Gobierno de Giorgia Meloni. En mayo de 2023, los lugartenientes de Lucci acudieron a las instalaciones de Milanello en protesta por las derrotas del equipo. «Nos animaron a darlo todo», dijo entonces Stefano Pioli, técnico rossonero.
«Hoy se habla de lo sucedido en el Metropolitano entre Diego Simeone y el Frente Atlético, pero no es raro encontrar a entrenadores y jugadores disculpando algunos comportamientos de los ultras», explica a EL MUNDO James Montague, autor de 1312: Among the Ultras, A Journey With the World's Most Extreme Fans (Ebury Press, 2020), uno de los más celebrados textos sobre la materia. «Cuando estos grupos son poderosos y encuentran un espacio dentro del fútbol, ya sea en Italia, Alemania o Serbia, son un colectivo al que conviene escuchar, te guste o no», añade el británico.
A esta estrategia, precisamente, se viene sumando el fútbol francés gracias a la Instance Nationale du Supportérisme, un grupo de trabajo que incluye, desde 2017, a los Ministerios de Interior y Deportes, la Federación, la Ligue 1, un panel de sociólogos y los representantes de los ultras. «En mi país estos grupos están más estructurados que en España, donde todo parece mucho más espontáneo. Por supuesto, en el Frente Atlético también habrá un núcleo duro, pero no tan organizado como aquí», detalla a este periódico Adrien Verrecchia, uno de los autores de Ultra, mode de vie (La Grinta, 2017), un volumen de 530 páginas que aborda, entre otros episodios, la decisión del PSG de expulsar a Kop de Boulogne y Virage Auteuil, sus dos históricas facciones.
Tendencia «muy difícil de frenar»
La mayoría de estadios de la Ligue 1, creados o actualizados para la Eurocopa 2016, cuentan con las más modernas medidas de seguridad, incluidas cámaras dotadas de un zoom capaz de identificar a quien lanza cualquier objeto. «En España, desgraciadamente, todo se centra en la represión. Y considero que no tiene sentido sancionar a toda una afición por lo que hayan hecho determinadas personas. En el caso del lanzamiento de objetos nunca debemos considerarnos a salvo de una iniciativa individual. Así que, bajo mi punto de vista, no hay ninguna receta milagrosa, ninguna pócima mágica», ratifica Verrecchia.
Según los datos de la Policía Nacional, 305 ultras fueron arrestados durante las dos últimas temporadas en el fútbol español, vinculadas a delitos relacionados con la violencia. Unas cifras preocupantes, aunque por debajo de las de países como Italia. «Desde aquí, lo que sucede en España se ve como algo natural. No bueno, pero normal al fin y al cabo. En mi país sucede con toda normalidad, a pesar de las muchas leyes aprobadas para frenar lo peor del hooliganismo. Pero este fenómeno está ligado a la política y a los clubes, por lo que ahora es muy difícil frenar la tendencia», relata Diego Mariottini, otro experto en las conexiones entre fútbol y sociedad. Desde Ultraviolenza! Storie di sangue del tifo italiano (Bradipolibri, 2004) a su más reciente Dios, patria y muerte. El fútbol en la guerra de los Balcanes (Altamarea, 2021), este escritor ha estudiado las implicaciones de la ultraderecha en los estadios.
«El Frente es conocido por sus vínculos con grupos fascistas de toda Europa. Desde comienzos de los 90, cuando el presidente Jesús Gil se hizo célebre por simpatizar con ellos. En cualquier caso, se trata de un problema general, no español o del Atlético. La fascistización de las gradas se ha subestimado a lo largo de los años y ahora es un gran problema a resolver», completa el autor transalpino.
Ultras del Milan, durante el derbi del domingo en San Siro.AFP
En Argentina, en cambio, el fenómeno de las barras bravas ocupa diferentes coordenadas. Se trata también de grupos organizados mediante una estructura vertical y muy ligados a los clubes, que extendieron sus dominios a otros ámbitos como los sindicatos o los partidos políticos, aumentando su cuota de poder y alcanzando ingresos millonarios. Sin embargo, el perfil ideológico queda más difuso. «En los 80 y 90, los episodios de violencia tenían que ver con enfrentamientos entre barras de clubes rivales, pero a comienzos de siglo, con la prohibición del público visitante, evolucionó hacia peleas entre facciones de la barra del mismo equipo. A diferencia de Europa, en estos choques asoman muchas armas de fuego, lo que aumenta la cifra de muertos», apunta a este diario el sociólogo Nicolás Cabrera.
«Lo sucedido con Simeone y Koke representa otro ejemplo de que los actores del fútbol nunca se hacen cargo de la violencia que ejercen. Hay cero autocrítica. La violencia siempre está en el otro. Los veo más preocupados de llevar el agua a su molino que de construir un fútbol cada vez más tolerante, inclusivo y pacífico», sostiene Cabrera, argentino radicado en Brasil, cuya labor docente se circunscribe al Observatório Social do Futebol, en la Universidade do Estado do Rio de Janeiro.
«el enemigo de mi enemigo...»
Al igual que Verrecchia, Cabrera aboga por un «sistema individual de punición», como el ofrecido por el Programa Tribuna Segura. Toda persona que accede a un estadio argentino debe identificarse con su número de documento, por lo que si cuenta con antecendentes penales o asuntos pendientes con la Justicia, su entrada queda automáticamente invalidada. Y si alguien participa en una pelea, las cámaras recogen su imagen y se le prohíbe asistir a más partidos.
De regreso a nuestro continente, una de las lecciones que nos dejó la pasada Eurocopa de Alemania, fue ese fluido intercambio de la cultura ultra. La violencia entretejida por sus correligionarios. «Se trata de una red internacional basada en valores culturales o políticos compartidos. Pero el factor más importante es saber quién ejerce como antagonista, dado que aquí rige una ley: el enemigo de mi enemigo es mi amigo», ilustra Montague, antes de regalar otro ejemplo. Si el Frente Atlético se relaciona con radicales de la Roma se debe, en gran parte, a que Ultra Sur mantiene cierta amistad con los del Lazio. «A menudo es más importante contra quién estás que a quién apoyas», zanja.
«La cultura ultra no es conocida en España por sus grandes tifos o espectáculos pirotécnicos, aunque sí refleja las ideas de una parte de la comunidad. En el caso del Frente Atlético, la extrema derecha. Los ultras españoles son, en gran medida, una mezcla de la estética italiana y la política de su país», concluye Montague. Según su citado libro, el fenómeno ultra se afianzó por primera vez en Italia a finales de la década de 1960 y desde allí se fue extendiendo por Europa. Esa cultura llegó a España tras la muerte del dictador, con una influencia muy marcada por los aficionados ingleses e italianos presentes en el Mundial de 1982. Aquel mal sueño de hace cuatro décadas vuelve hoy a aterrorizarnos.