Xavi muestra el ocaso de Sergio Busquets

Xavi muestra el ocaso de Sergio Busquets

LaLiga Santander

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El mediocentro, sobrepasado esta vez por Kroos, exhibe su crepúsculo en el vacío táctico tramado por el técnico del Barcelona

Busquets trata de sujetar a Kroos.M. FERNÁNDEZAP

El Barça de Xavi, al principio, sólo quiso jugar. Después, sólo quiso ganar. Ahora, sólo quiere sobrevivir.

Quizá no haya peor escena en el fútbol que la de la impotencia ante el único rival que nunca se cansa: el paso del tiempo. Hay muchas maneras de disimularla, de disfrazarla, incluso de esconderla. Pero Sergio Busquets, a sus 34 años y en su última temporada como futbolista del Barcelona (concluye contrato el próximo 30 de junio), ha quedado sin embargo desnudo. Solo en un deporte que es colectivo. Y viendo cómo la insistencia de Xavi Hernández en que sea líder único en el caos le lleva a padecer un sufrimiento que trasciende lo razonable.

Xavi, cuando trataba de imaginar cómo sería su hoja de ruta en el Barcelona durante sus días en el Al-Sadd de Qatar, pensaba en una suerte de perfección táctica. Un cuadrado en el centro del campo para presionar, atacar y ordenar, y extremos bien abiertos para oxigenar la garganta. Sin embargo, y pese a las múltiples pruebas hechas tanto en los simuladores informáticos como en los entrenamientos, sus futbolistas ni han podido adaptarse a ese cuadrado (San Siro), ni al centro del campo en rombo (frente al Inter en el Camp Nou), ni a un académico 4-3-3 como el dibujado en el clásico del Bernabéu. No importa quiénes o cuántos rodeen a Busquets. Porque el equipo juega partido. Porque no hay coherencia ni hilo argumental, sólo unos jugadores que atacan y otros jugadores que defienden.

No fue esta vez un niño como Musiala quien sobrepasó a Busquets como un rayo, tal y como pasó en el Allianz Arena. Quien pasó por delante del histórico mediocentro azulgrana fue Toni Kroos, de 32 años, y a un trote cachazudo imposible de contener por el pivote. Busquets trató de cogerlo, de agarrarlo, pero el centrocampista alemán no tuvo más que mirar al frente y lanzar en carrera a Vinicius. No acabó ahí el episodio. Después de que Ter Stegen salvara el gol, y mientras los cuatro defensores alineados por Xavi (Sergi Roberto, Koundé, Eric García y Balde) se hundían en el área, Benzema remataba a sus anchas sin que nadie acudiera desde atrás en la ayuda.

“Teníamos que haber hecho falta”

«En el primer gol teníamos que haber hecho falta», se quejó después sin reparos Xavi Hernández en clara referencia a la acción de Busquets. «Pero yo no señalo a los jugadores», dijo inmediatamente después. El mediocentro, el único de los capitostes que no ha perdido su estatus en el equipo (Piqué volvió a galeras y Jordi Alba sólo asomó en el Bernabéu porque los nervios pudieron con Balde), ya venía de fallar en uno de los goles marcados por el Inter en el epitafio del Barcelona en la Champions. En el clásico aguantó una hora sobre el campo. Después, ante el ingreso de Gavi, quien tomó su lugar fue Frenkie de Jong, a quien el club trató de quitarse de encima sin éxito el pasado verano y que continúa siendo el único relevo de Busquets en la plantilla tras la cesión de Nico al Valencia.

El pasado sábado, a Xavi le preguntaron acerca de la importancia del físico en el fútbol y si a su Barcelona le hacía falta más músculo. «Sí, hace falta más músculo… Pero éste [se señaló la cabeza]. El cerebro». Su equipo, sin embargo, se ve más limitado en la cordura que en las piernas. Pedri, que acabó el clásico dolorido, volvió a quedarse sin aliados con los que tejer juego. Raphinha y Dembélé viven más pendientes de unas batallas que son sólo suyas (Ferran Torres y Ansu, en un rato, demostraron cuánto necesita el equipo la coherencia grupal). Mientras que, sin Gavi en el campo, no hay futbolista capaz de llevar el peso de la intimidación. Así, el Barça sólo cometió una falta en el primer tiempo. Mientras que Gavi, recambio de Busquets, se estrenó en el partido chocando sin miedo contra Mendy y Camavinga. En 31 minutos hizo cinco faltas, incluida una tarjeta amarilla.

Las soluciones de Xavi son cada vez más cuestionadas por la cúpula directiva. El presidente Joan Laporta fue esta vez más allá y marchó en busca de explicaciones al camerino de los árbitros, según redactó el colegiado Sánchez Martínez en el acta. Ante las maniobras económicas de los gerifaltes, la inquietud en el Barcelona sólo puede ser transversal.

kpd