Fútbol femenino
Entrevista
Después de jugar el Mundial 2019 con España, le detectaron un tumor en 2020 y un año más tarde sufrió un accidente que dejó a su madre en silla de ruedas. “No quería seguir viviendo”, recuerda en EL MUNDO desde Villarreal, donde recupera la sonrisa. Acaba de publicar ‘Nadie se arrepiente de ser valiente’.
La vida de Virginia Torrecilla (Cala Millor, Mallorca, 1994) cambió para siempre dos veces: en mayo de 2020 y en junio de 2021. Primero le detectaron un tumor cerebral y después sufrió un accidente de coche tras el que su madre se quedó en silla de ruedas. “Duele más lo de mi madre“, admite en una sincera charla con EL MUNDO. La que fuera mejor futbolista de España en el Mundial de 2019 se vio obligada a alejarse del césped y a acercarse a los hospitales, poniendo al límite su cuerpo y su mente. Ahora, recuperando poco a poco la normalidad y volviendo a sentirse futbolista en Villarreal tras salir del Atlético, se le caen las lágrimas al recordar lo vivido. Todo lo cuenta en las páginas del libro ‘Nadie se arrepiente de ser valiente‘.
- ¿Cómo surgió la idea de escribir?
- A mí me gusta mucho escribir desde siempre, aunque soy una persona que no se abre mucho con la gente respecto a sus sentimientos. Desde que me detectaron el cáncer y me fui a Pamplona comencé a escribir para mí, para el día de mañana acordarme de todo lo que había pasado y de los sentimientos que había tenido. Luego me escribieron de la editorial y me dijeron que querían hacer un libro contando mi historia. Y no dudé.
- ¿Cómo llevas el hablar de lo que te ha pasado?
- Hay veces que me da la pena, que lloro, y otras que me río después de ver todo lo que he vivido y lo que he asumido como persona. Yo no he sido capaz de leer el libro. Me da mucha pena. Recordaba a mi abuela, lo que he sufrido, el accidente de mi madre… Cosas que había olvidado y que al volver atrás duelen porque realmente no he sido consciente de todo lo vivido a pesar haber sufrido mucho. Pero cuando vuelves atrás y ves la capacidad que tiene tu cabeza de olvidar… Volver es muy duro.
- ¿Qué cosas habías olvidado?
- Muchísimas. Es una locura. Pero hay recuerdos que hablando con gente… Como cuando pasó lo de mi madre. Había olvidado el momento en el que me levanto en el coche después del accidente y mi madre me dice: ‘Virginia, no siento las piernas’. Mi mente borró eso por completo. Recordaba que me había levantado, pero mi cabeza había borrado eso. También decirle a mi pareja: “¿Pero yo he superado el cáncer?”. La cabeza tiene una capacidad increíble para borrar las cosas que han dolido mucho. Tampoco recordaba cómo mi madre había llegado al hospital de Toledo, no sé qué hablé con mi padre tras ese momento… Sólo me acordaba de estar en el hospital. Eso es lo que más me ha chocado al escribir.
- ¿Qué ha sido lo más duro?
- El accidente de mi madre, sin duda. (…) Y me emociono porque cuando lo pasa uno mismo pues bueno, lo pasas tú, sabes cómo te sientes, lo que puedes hacer y lo que no, pero cuando le pasa a la persona que tienes al lado, que es la que venía a cuidarme durante mi enfermedad y desgraciadamente le pasa esto… Tienes un sentimiento de culpa. Es verdad que yo no tuve culpa del accidente porque nos dieron por detrás, pero era yo la que conducía. Me costaba mucho asumir todo lo que tenía que asumir como persona. A mí la vida me cambió con 25 años y pensaba: “¿Cómo puede ser que me esté azotando tan duro la vida?”. Y sin duda, y siempre lo he dicho, yo he pasado por un cáncer y lo pasaría 10, 15 y 20 veces más si mi madre pudiese volver a andar. No dudo de ello y lo digo de corazón.
- ¿Cuál fue tu reacción ante el mundo, el destino o como quieras llamarlo? ¿Hay algún momento en el que dices “ya está, no puedo más”?
- Sí. Ha habido momentos… (…). Al final de la quimio estaba siendo todo muy duro, había perdido muchos kilos, ya no comía y sinceramente no sé cómo vivía, y dije “no quiero más quimio”. Es que si me moría me daba igual. No podía más, no tenía fuerza. Son palabras que dices porque estás débil pero es que cuando me pasa lo de mi madre, cuando veo que en el fútbol tampoco funciono, psicológicamente caigo en una depresión muy profunda, una depresión a la que no le encuentro final, pues claro que lo pensé, que ya no quería vivir. Me decía: “¿Para qué quiero más sufrimiento en mi vida?”. Incluso a día de hoy cuando algo va mal lo pienso, que para estar en la vida sufriendo no quiero estar. Pero luego lo pienso y después de todo lo que hemos vivido, mis padres siguen vivos, mis hermanos están bien… Hay momentos débiles, pero qué voy a decir, siempre intento tirar para adelante.
- ¿Cómo estás ahora?
- Bien, cada día mejor. Estoy bien anímicamente y ya lo que más me afecta es el fútbol. Siempre me exijo mucho y a veces no disfruto todo lo que debería disfrutar, me meto mucha caña a mí misma. Quiero más como futbolista y eso me hace sufrir. ¿Cómo puede ser que después de todo me ponga así por el fútbol? Pues sí.
- ¿Eres más exigente contigo misma ahora que antes?
- Muchísimo más. Quiero encontrar la mejor versión de mí misma y es como… “Joder, Vir, tienes que dar más”. Y es verdad que he tenido un camino increíble todos estos meses, tengo cosas muy buenas que antes no tenía y estoy contenta, pero siempre quiero más y eso me hace estar menos bien de lo que debería.
- ¿Cómo ha cambiado tu cuerpo y cómo has ido asimilando esos cambios?
- Imagínate… En dos años no me ha dado tiempo a ser la Virginia que he sido siempre. Llegué a entrenar con 47 kilos cuando antes pesaba 73. Ha sido un proceso muy lento y muy duro porque he sufrido muchísimo, no sólo a nivel mental. A nivel físico me ha costado muchísimo volver a tener 70 kilos, hasta hace casi dos meses. Con mucho esfuerzo durante meses y meses, mañanas, tardes, tomando batidos, comiendo el doble… Nunca había sentido tantas agujetas al levantarme de la cama.
- ¿Cuál ha sido el peor momento?
- Lo tengo claro. Ha habido muchos, porque tuve un proceso de radio y quimio de casi un año y antes pasé la operación, la postoperación… Ha sido un proceso muy duro y no sólo por mí, también por mi familia. Recuerdo a mi madre cuando me operaron, yo me iba a dormir y sufría porque escuchaba a mi madre llorar. Duros han sido muchos momentos, pero lo peor han sido los dos últimos meses de quimio. Horribles. Ya no comía, no me levantaba de la cama, las quimios me hacían mucho daño, psicológicamente verme tantos días en el hospital, sentirme fea, con la boca seca y pastosa que me sabía a hierro… Fueron los peores meses de mi vida. De llorar mucho, muchísimo, que mi madre ni salía de la habitación porque veía que estaba muy mal.
- ¿Cómo ha sido para tu familia?
- Muy complicado. Nos ha cambiado la vida, ya no sólo por mi enfermedad, sino por tener a mi madre en silla de ruedas. Mi padre se fue 7 meses a vivir a Toledo porque mi madre estaba en el hospital de parapléjicos de allí, mi hermana se quedo sola con un niño recién nacido, mi hermano se quedó solo en casa trabajando… Para ellos ha sido complicado vivirlo todo desde fuera, desde Mallorca, iban cuando tenían algún día libre. A día de hoy estamos mucho mejor. Vivíamos en una casa de campo con escaleras, no teníamos ascensor, la ducha también la tuvimos que cambiar, las puertas… Mi madre también ha sufrido mucho, pero lo hemos superado como familia y ahí destaco a mi padre. Es el que tira con todo, estoy seguro que es el que más ha sufrido y ahora tira de mi madre. Tiene mucho mérito con 70 años.
- ¿Todo esto ha cambiado la relación con tu madre?
- Creo que el amor de familia siempre lo hemos tenido, pero a raíz de lo que hemos vivido nos hemos unido mucho más. Nos hemos abierto en cosas que nunca habíamos hablado… Y le meto mucha caña a mi madre a pesar de que esté en silla de ruedas. Nos ha enseñado a sufrir pero también a valorar lo que tenemos.
- ¿En qué punto vuelve a aparecer el fútbol después de la enfermedad?
- Cuando enfermé el fútbol pasó a un último plano, lógicamente, pero a medida que me fui recuperando, que mi familia ya estaba en un punto estable, mi ilusión era volver a jugar. Por mí y por mis padres. Sé que ellos quieren verme disfrutar. Perdí toda la ilusión después de salir del Atlético de Madrid, de no jugar, de ver que yo no importaba como jugadora, y por eso vine al Villarreal.
- ¿Echaste en falta alguna oportunidad más en el Atlético?
- Creo que se portaron muy bien conmigo y siempre les voy a tener conmigo, pero sí que es verdad que creo, aunque lo entiendo, que merecía más minutos para no verme así, con la cabeza agachada y sin sentirme partícipe de muchas cosas.
- ¿Cómo fue el primer día al volver a jugar?
- Fue increíble. Estaba flaquita, con el pelo rapado… No sabía ni coordinar ni dar al balón. ¡Cómo podía ser! Fue bonito ir viendo cómo iba mejorando. Luego debuté en la Supercopa y nunca lo olvidaré cuando las jugadoras del Barça me mantearon después de la final.
- ¿En qué momento te vuelves a sentir persona y futbolista?
- Si soy sincera, creo que este verano. Yo me fui del Atlético dolida con muchas cosas y sentía que no era yo. Sufría mucho, no tenía ilusión por nada, quise dejar el fútbol… Ahora estoy mejor al venir a un club nuevo y ser partícipe de algo. Mira, en verano, cuando llevaba una semana sin entrenar, fui al gimnasio y me crucé con un hombre. Me vio entrenar y me dijo “qué bien entrenas, pero andas con la cabeza agachada porque no te crees la persona que eres”. Y me di cuenta que era verdad, que no quería que me miraran, no me sentía segura, no me sentía persona ni deportista. Y luego cuando fiché por el Villarreal me empecé a sentir mejor, buena y querida otra vez.
- Hablando de fútbol, campeonas del mundo.
- ¡Quién nos lo iba a decir!
- ¿Tienes ahí un poquito más de rabia futbolística?
- No, no… De verdad que no. Me alegro muchísimo por la selección. Lo único que me molestó fue la gente que al final no pudo ir al torneo, que se plantó y dijo “no” después de todo lo vivido. Y el Mundial también es mérito suyo aunque no lo hayan jugado. Tengo resquemor por eso. Yo feliz de que el fútbol femenino siga adelante. Muy orgullosa.
- ¿Cómo has vivido las reivindicaciones de los últimos meses?
- He estado fuera de todo, pero siempre he estado con ellas. Soy consciente de muchísimas cosas porque hemos vivido momentos muy críticos. Para mí Jorge (Vilda) siempre fue muy bueno conmigo, cuando enfermé fue de los primeros que vino a verme y se ha portado muy bien. Obviamente no estuve en la Eurocopa y no soy consciente de lo que pasó, pero en lo del último año estoy a tope con mis compañeros. Desgraciadamente ha tenido que pasar todo esto para darnos cuenta de lo que pedimos. Han abierto puertas a las que vienen por detrás para que sepan que no tienen que pasar lo que hemos pasado nosotras.
- ¿Qué ambiente notaste tú en la Federación?
- Creo que lo que han pedido son cambios en la Federación con respecto a quién estaba antes. Todo lo que tiene que ver con la persona que estaba antes, no lo queremos. Es algo fundamental para el fútbol femenino. Y creo que lo han dicho: “Queremos dedicarnos sólo al fútbol”.
- ¿Te sorprendió el beso?
- Sí me sorprendió. No tiene que pasar en ningún aspecto y mucho menos en directo. Lo viví muy decepcionada con mujeres que no defendieron a Jenni habiendo imágenes. Me parece absurdo. ¿Y si le pasara a tu hija? Y para los hombres que le han defendido: ¿Y si le pasara a tu pareja?
- ¿Si no hubiera habido beso, nada hubiera cambiado?
- Por supuesto. Desgraciadamente. Pero gracias a eso la gente se ha dado cuenta de que las cosas no iban bien.