Descendía el pelotón Olaeta, en persecución de los seis escapados del día, en el nerviosismo previo a la resolución de la etapa, la cuarta de la Itzulia entre Etxarri Aranatz y Legutio, a la que restaban 36 kilómetros y un par de puertos. Una curva mortal, una trampa en la que fueron cayendo, de uno en uno, todos los que encabezaban el grupo a gran velocidad. De repente, el drama. Una caída que, a falta de conocer las consecuencias, cambia radicalmente el panorama del año ciclista.
En la acequia se amontonaban los heridos, imagen dantesca. Entre ellos, los favoritos. El más preocupante, Jonas Vingegaard, inmóvil durante minutos, en posición fetal, quien abandonó en camilla, con collarín, entubado, camino del hospital. También Remco Evenepoel, que lo hizo por su propio pie, con la clavícula afectada. Y Primoz Roglic, con magulladuras, aunque afortunadamente sin nada grave a priori (ya sufrió una caída el miércoles).
Entonces, las alarmas y el caos en la prueba vasca. Los jueces decidieron neutralizar la etapa, a la espera de ambulancias que atendieran a los afectados, entre los que también estaban, entre otros (al menos 12), Jay Vine, Cepeda, Sean Quinn, Natnael Tetfatsion… Después tomaron la decisión de que los escapados disputaran hasta el final, aunque los tiempos no se contarán para la general. Y el pelotón avanzara neutralizado.