Dicen que los porteros tienen un punto de locura. Algo que, sin duda, no va nada mal cuando tienes que intentar colocar en la trayectoria de un balón que viene hacia ti a toda velocidad cualquier parte del cuerpo, cara incluida, para evitar que acabe en el fondo de la portería. Lo que está claro es que todos ellos, sea el deporte que sea, están hechos de una pasta especial: les encanta lo que hacen. Y este último, desde luego, es con toda seguridad el caso de un Unai Aguirre (Barcelona, 14 de julio de 2002) que, a pesar de su juventud, se ha afianzado completamente como guardameta titular de la selección española de waterpolo.
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Los Juegos de Tokio fueron su bautismo de fuego. Un estreno al que le seguirían el oro y el bronce conseguidos en los Mundiales de Budapest y Fukuoka, respectivamente, en 2022 y 2023, así como un oro en la Copa Mundial de Los Ángeles, también en 2023.
Cuando le preguntan, no duda en confesarse todo un friki del waterpolo, a pesar de que, tampoco hace tanto, tenía muy claro que vivir sólo de este deporte era una misión como mínimo muy complicada. Y, sobre todo, un friki de los porteros. Daniel López Pinedo e Iñaki Aguilar han sido sus grandes referentes. Lo de jugar como guardameta, además, está más que claro que lo lleva en la sangre. Casi, es una tradición familiar. Su padre, Roberto, también jugó de portero. De fútbol, en su caso, en las categorías inferiores del Espanyol.
Unai compatibilizó ambos deportes. Por lo menos, hasta los diez años, cuando se decidió finalmente por la piscina. Pero siempre, por supuesto, bajo los palos. La elección de su nombre, de origen vasco fue sólo fruto de las preferencias de sus padres. Nació en Cataluña, pero sus raíces se remontan también a Andalucía y la Comunidad Valenciana.
Gol a Montenegro
Unai Aguirre, actualmente, forma parte de la filas del Club Atlètic Barceloneta, si bien dio sus primeros pasos en el waterpolo en las piscinas del Mediterrani, club próximo al colegio en el que estudió de niño, el Josep Tous, y el Club Natació Barcelona. En su estilo, algunos ven destellos de todo un mito como Jesús Rollán. Como él, vive los partidos con una intensidad tremenda. Tanto, que se refleja incluso en su rostro. Algo que le ayuda a estar completamente metido en el partido. Y, quién sabe, tal vez también para sembrar la duda en la mente de los rivales.
Estar al 100% concentrado no sólo para firmar paradas de mérito. También, aunque parezca una suerte de contradicción, para marcar un gol de puerta a puerta. En el duelo frente a Montenegro, amagó un pase largo, pero vio al meta rival adelantado y decidió finalmente tirar a portería. Su lanzamiento se coló casi por la escuadra. Fue el momentáneo 2-4 de un encuentro en el que España acabó por imponerse por 12-10.
Unión y ganas
Los porteros, por otro lado, no dependen completamente de sí mismos. Contar con una serie de compañeros capaces de sacrificarse también en tareas defensivas puede facilitarles muchas las cosas. Y de eso puede presumir también Unai en el presente Europeo.
«La defensa ha estado increíble desde el primer minuto. Hemos demostrado una unión, unas ganas de defender y de sacar balones increíble. Cuando tienes esta confianza de que, cuando falles, va a aparecer un brazo, es una gozada jugar. Hacía tiempo que no disfrutaba así de un partido», aseveró tras el 7-4 en las semifinales ante Italia. Este martes, Croacia será el último obstáculo para hacerse con un primer oro que sería del todo histórico.