Apenas llevan una semana juntos en los Juegos de París, pero alrededor de Carlos Alcaraz y Rafa Nadal hay un ambiente familiar cercanísimo, agradable, feliz. Antes de los partidos, en las instalaciones de Roland Garros, Nadal juguetea con su hijo Rafa mientras Alcaraz lo hace con su hermano pequeño Jaime. Les rodean los padres de uno y del otro, que charlan entre ellos y los entrenadores se entrecruzan; son un equipo. Carlos Moyà, técnico de Nada
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"¡Llévatela, llévatela!¡Llévatela ya!", gritaba la ex mediofondista Hassiba Boulmerka, mejor deportista de la historia de Argelia y ahora secretaria general del Comité Olímpico de su país, cuando la boxeadora Imane Khelif pasaba por la zona mixta del Arena París Nord y su entrenador la paraba para que hablase con algunos medios. Unos 200 periodistas de todo el mundo se agolpaban frente a ella y ella sólo lloraba y lloraba y lloraba. Desde que bajó del cuadrilátero, sólo lloró.
"Me siento bien. Es la primera medalla para una boxeadora de Argelia. Quiero dar las gracias a todo el mundo, especialmente a los árabes", proclamaba a la BBC, el único medio en inglés al que atendió, después de vencer a la húngara Anna Luca Hamori en cuartos de final de los Juegos de París en un combate que dominó de principio a fin. Como había hecho su anterior rival, la italiana Angela Carini, Hamori también criticó a Khelif en redes sociales durante la previa -"voy a competir contra un hombre"-, pero luego peleó contra ella los tres rounds completos. En el primero, de hecho, conectó varios buenos golpes, aunque los jueces le dieron el triunfo por unanimidad a la argelina.
"Es una mujer al 100%, está autorizada para competir, el deporte debe unir al pueblo y no dividirlo. Yo fui la primera campeona olímpica de la historia de Argelia [en los 1.500 metros de los Juegos de Barcelona 1992] y quiero que ella sea mi sucesora", proclamaba Boulmerka, un símbolo nacional, Premio Príncipe de Asturias de los Deportes de 1995, en breve conversación con EL MUNDO.
MOHD RASFANAFP
"Ha venido mucha gente hoy aquí, toda Argelia está con Imane", aseveraba sobre una realidad: el país se ha volcado con la boxeadora. Ante la polémica planetaria por su intersexualidad y las críticas recibidas desde medio mundo, toda la delegación de Argelia y parte de delegaciones de otros países, como Palestina, se volcaron para convertir el pabellón sede del boxeo en una caldera. Si hubo abucheos, se los llevó Hamori, su adversaria. Khelif sólo se llevó ovaciones, al entrar y al salir, y un cántico que la arropó durante todo su combate: "¡Imane, Imane, Imane!".
Su rival: "No puedo decir una mala palabra de ella"
"Nuestro trabajo es defenderla. Tiene que estar centrada en la competición. Por eso nos ha dejado su teléfono y está fuera de todo lo que estamos leyendo en las redes sociales", aseguraba a este periódico Bachir Mokhtari, jefe de prensa del Comité Olímpico de Argelia y profesor de castellano en sus ratos libres, que añadía: "Es una mujer y tiene que competir como mujer. Es víctima de una persecución de la Federación Internacional, la están utilizando en su lucha contra el Comité Olímpico Internacional, pero todo esto la está haciendo más fuerte".
Minutos después del torbellino mediático que arrastró a Khelif, su rival, Hamori, atendió a la prensa y, lejos de lo dicho en la previa, se mostró más comedida: "No puedo decir una mala palabra sobre ella. Los últimos días han sido difíciles para todos. La respeto. He tenido una opción de ganarla, lo he dado todo y el combate ha acabado así. La situación se volvió rara, espero que sea diferente en el futuro. Este combate no ha arruinado mis Juegos".
«¡'El patillas' ha llegado!», proclamaba Álex Corretja en el escenario de la discoteca Luz de Gas de Barcelona en la celebración de la primera Copa Davis de la historia de España. 'El patillas', le aclamaban o incluso le vitoreaban, «¡Curro, Curro, Curro!», pero Joan Balcells se hacía el longuis. Al final no tuvo más remedio que subirse a la tarima, dar un discurso y abrazar una fama que le caía del cielo ya a los 25 años y con un look muy marcado: las patillas, ¡tremendas patillas!
En diciembre de 2000, Corretja, Juan Carlos Ferrero, Albert Costa y Balcells derrotaron a la Australia de Lleyton Hewitt y Pat Rafter en el Palau Sant Jordi para levantar la primera Ensaladera española y hacerse populares, seguramente los deportistas más populares del momento. Ferrero, Corretja y Costa todavía lo son como entrenador, comentarista y dirigente, pero Balcells... ¿Qué fue de Balcells?
David RamirezAraba
«Dos años después de aquella Davis, en 2002, me lesioné y en 2004 me retiré. Tenía 29 años. Me tomé un tiempo medio libre, alejado del tenis, y luego empecé a trabajar como entrenador en la academia Sánchez-Casal, que es donde me había formado yo», explica Balcells, ahora director de la academia WeTennisBcn de Badalona, donde dirige la carrera de varias promesas. En su caso, la fama se esfumó y el teléfono dejó de sonar, pero no fue un problema, en absoluto.
«Tuve unos años en los que no paraba de hacer cosas. Luego fue bajando, era lógico. Todavía hay gente que me reconoce, me da las gracias y yo siempre respondo: 'No las merezco, yo sólo hacía mi trabajo'. Nunca me tomé la fama muy en serio y tampoco llegó a ser molesto. Siempre pude ir al cine, por ejemplo», reconoce en conversación con EL MUNDO antes de que España vuelva a jugar, este noviembre, otra Fase Final de la Copa Davis en casa, esta vez en el pabellón Martín Carpena de Málaga. Allí se retirará Rafa Nadal, a quien Balcells y compañía enviarán una invitación especial justo después: «Tenemos un grupo de ex jugadores españoles de la Copa Davis. Están Gisbert o Arilla, estaban Santana y Gimeno, están Corretja, Costa y Ferrero, también Moyà o Ferrer y espero que esté Nadal, por supuesto».
¿Aquella Davis fue el mejor momento de tu carrera?
Sí, en aquella Davis viví las emociones más fuertes en una pista de tenis. A lo largo de mi carrera conseguí un título ATP, el ATP 250 de Bucarest, y jugué otra final, contra André Agassi, pero ya tenía que esforzarme para alegrarme muchísimo. Buscaba la misma sensación, aquella alegría loca, y ya era imposible. Me faltaba esa adrenalina.
Hijo de unos tenderos del mercado de Santa Catalina, en Barcelona, pupilo de Pato Álvarez, Balcells fue un currante del tenis, de challenger en challenger, de torneo pequeño en torneo pequeño hasta que en 1999 le llegó por sorpresa la llamada de Santana, entonces capitán español de la Copa Davis.
David RamirezAraba
«Era arriesgado convocarme a mí, no estaba entre los mejores españoles del ránking ni de lejos. Julián Alonso empezó a decirle a Santana que tenía que llevarme con él para el dobles y justo coincidió que gané a Moyà en un torneo en Mallorca. Fui a la eliminatoria contra Nueva Zelanda para mantener la categoría y al año siguiente estaba en el Sant Jordi en la final», recuerda Balcells, que en aquella final ganó un punto decisivo en el dobles contra Corretja.
«Lo recuerdo, pero no hablo mucho de ello porque no me gusta contar batallitas. De hecho, aún hay chavales que se sorprenden cuando les digo que gané a Federer. Él tenía 18 años, era mejor que yo, ya tenía fans que le seguían, pero coincidimos en el challenger de Espinho, en Portugal, y eso que me quedo», apunta el ex tenista de 49 años, que ya ha perdido la razón de su mote. El patillas ya no es El patillas porque uno puede derrotar a Federer, pero derrotar a la alopecia es otra cosa. «Me rapé un poco obligado hace unos 15 años. Empecé a perder pelo y ya quedaba raro lo de las patillas. Desde entonces me reconocen aún menos por la calle, pero qué le voy a hacer. Los años pasan», finaliza Joan Balcells, 'El patillas' que dio a España su primera Copa Davis.