Destiny Udogie, de 20 años, sufrió un impactante accidente sin consecuencias para él en la madrugada del sábado. El club ha anunciado que le sancionará.
Udogie (dcha.), durante el duelo entre el Udinese y el Monza.EFE
El jugador del Udinese Destiny Udogie protagonizó un impactante accidente de tráfico en la madrugada del jueves cuando arrolló con su Mercedes las mesas que se encontraban en la terra del White Bar, ubicado en la via Tiberio Deciani, en el centro de la ciudad.
El lateral izquierdo, de 20 años, ha provocado daños por varios miles de euros en el local, según informa el Corriere della Sera. “Parece que ha estallado una bomba”, aseguró el dueño del local al referirse a la magnitud del impacto. Los carabinieri se hicieron cargo de las investigaciones y sometieron al jugador a un control de alcoholemia, del que se desconocen los resultados.
Así quedó la terraza tras el accidente de Udogie.Sky Sports
Udogie es titular en el Udinese y en la selección italiana sub’21, pero su evolución ha hecho que Roberto Mancini le tenga en la agenda para la absoluta. Esta temporada ha disputado 25 partidos, en los que ha marcado tres goles y ha dado tres asistencias
Su gran proyección hizo que los grandes equipos italianos se interesaran por él el verano pasado, pero finalmente fue el Tottenham el que se hizo con su fichaje y le dejó cedido esta temporada en el Udinese.
El Udinese informó de que sancionará al jugador: “Respecto al accidente de tráfico que involucró a Destiny Udogie conduciendo su coche, el Udinese Calcio informa de que el jugador no ha sufrido ninguna lesión y se ha entrenado regularmente con el equipo. Además, Udogie, tal y como establece el reglamento interno, será sancionado en la medida prevista en el mismo”.
Lo mejor del debut es olvidarlo y volver a empezar, aunque la impresión es que para los buenos comienzos habrá que esperar a que pase este Mundial de clubes. Por algo Xabi Alonso quería llegar después. Todo lo que quiere hacer necesita tiempo, entrenamientos y, si es posible, no realizados en una caldera como la de Miami. Pedir tiempo en el Madrid, sin embargo, es como pedir el cielo. Imposible.
El tono inicial del equipo fue el tono del tardomadrid de Carlo Ancelotti, hasta que en la segunda parte lo acaleró la entrada de Arda Güler y es de suponer que unas palabritas del entrenador. Incluso el gol había llegado del mismo modo que siempre, en una contra que en este equipo no necesita entrenarse, porque forma parte de su instinto. El Madrid corre sin pensar. Lo que hay que valorar es qué hace a partir de lo que piensa su nuevo entrenador. La respuesta está pendiente.
La presión está en su cabeza y la prueba es la intención que partía de la posición inicial ante la salida de balón del Al Hilal. Cuando el rival la superaba, el desconcierto. Como antes. Dice Xabi Alonso que quiere que Jude Bellingham sea más centrocampista, es decir que juegue más atrás. En Miami no vimos exactamente dónde.
Más centrocampista fue Dean Huijsen, el jugador de los mejores pases interiores en la salida de la pelota. El suyo fue un debut emergente en el bajo tono general. Sin embargo, hablamos de un central, un defensa, y la línea de la que formó parte estuvo mal, y no sólo por el penalti de Raúl Asencio, a merced de las combinaciones ofensivas en el arranque del Al Hilal, mejor equipo de lo que piensan quienes miran con desdén lo que se cuece en Arabia. Simone Inzaghi lleva en su banquillo tan poco tiempo como Xabi Alonso. Al contrario que Huijsen, la première de Trent Alexander-Arnold fue inocua. Su profundidad ha de llegar. En la banda opuesta, cada día está más claro la necesidad de un fichaje, sea Álvaro Carreras u otro.
La entrada de Güler llevó a Tchouaméni al central, otra maniobra conocida, aunque es la prueba de que el entrenador, un ex mediocentro, sabe por dónde hay que dinamizar el juego del Madrid. A ese tramo le faltó gol, no únicamente el que falló Fede Valverde en el penalti. Nadie sabe si lo habría encontrado Mbappé, resfriado. Gonzalo marcó el suyo en una aparición que sí marca diferencias con el pasado.
Son las 17.30 de la tarde y unos tambores resuenan por Vallecas: Pom, pompom, pom. La Avenida de la Albufera tiene poco trajín y el grafiti de un joven con su hija en los hombros con la frase: "Era un día cualquiera, su padre le llevó a verte a la Albufera", mira hacia el lado contrario del estadio de Vallecas. Sus ojos señalan a la confluencia de las calles Dolores Folgueras y Josefa Díaz. Allí está el ruido de Vallecas, allí está el orgullo por un equipo que vuelve a Europa 25 años después pero, esta vez, por méritos propios.
Cientos de personas cantan por este nuevo Rayo que sustituyó al de Mami Quevedo, Bolo o Ballesteros. "Es un día histórico" saluda un joven que, probablemente no había nacido con el primer Eurorayo, a la pandilla que le espera litronas en mano. A pocos metros, como si de una señal se tratase, un individuo celebra con un trago y la camiseta de Bolic, un integrante de aquella plantilla, el paso de estos 25 años.
"Llevaba dos o tres temporadas que ya esperaba que se consiguiese", explica Laureano a EL MUNDO. Este señor, pese a contar ya con bastantes años en el carnet, dice que sigue al Rayo desde hace solo tres años. "Es que soy el suegro de De Frutos", revela luego entre risas antes de intentar, sin éxito, comprar una camiseta para su amigo El Belloto en una tienda oficial abarrotada.
Los quiscos habituales en los alrededores del campo no tienen la afluencia habitual de las noches ligueras. Susana, que vende a 10 euros históricas bufandas de este 2 de octubre de 2025 en las que recoge el encuentro de Conference entre el Rayo y el Shkendija no espera un día prolífico. "Notamos más ilusión, claro, pero no creemos que se hagan muchas más ventas", explica.
En los momentos antes al partido, los aficionados tratan todas las virtudes y defectos no sólo del equipo, sino del club. Tres ancianos, uno de ellos ex entrenador de la Fundación Rayo, el fútbol base del equipo de la franja, le cuenta a sus amigos la reciente resolución de la RFEF sobre la ciudad deportiva del club. "No se puede jugar, los campos están hechos una mierda porque este tipo de guarda la pasta", alude el hombre al presidente de la entidad, Raúl Martín Presa. Quien tampoco se libraría del habitual cántico dentro del estadio: "Presa vete ya".
Cerca de este grupo, en el triángulo que forman la peluquería Rayo, el kebab Rayo y la Autoescuela Rayo, metáfora de la implicación del barrio con el club, estan Juan Carlos y Ángela, padre e hija. Juan Carlos lleva de socio justo desde el Eurorayo, 25 años, y su hija lo es desde la cuna, pero abonada desde esta temporada. "Nos falta un poco de gol, pero al equipo lo veo bien", cuenta.
El debut
El reloj marca las 18.42 de la tarde cuando Álvaro García, capitán del Rayo, pisa el césped en la primera aventura europea del equipo vallecano en un cuarto de siglo. A su espalda, los Bukaneros, ultras del equipo, despliegan un enorme tifo que reza: "El viaje que siempre soñamos, del barrio a Europa". En medio de la pancarta, una persona mayor que podría ser Prudencia Priego, fundadora de este club, centenario desde el año pasado.
Entre el piso en que se firmó el documento inicial y el estadio hay apenas 500 metros en línea recta. En la que hoy es la calle Puerto del Monasterio, 8, hay otra declaración de intenciones en una pared que recoge: "La nueva Sociedad Agrupación Deportiva El Rayo saluda a todas las sociedades y desea jugar con las que lo deseen en el campo y hora que ellos crean conveniente a partir del próximo domingo".
Unai López celebra el primer tanto del encuentro.JuanJo MartínEFE
No es domingo sino jueves y la hora no es la mejor para la asistencia a este estadio de barrio obrero. Escribía Ignacio Pato en el libro No es fiera para domar. Una historia centenaria del Rayo y Vallecas que "a la gente de Vallecas se la reconocía porque llevaba los zapatos manchados de barro".
Así, los asientos se van ocupando casi durante los 90 minutos en los que dura la masacre de los vallecanos al débil equipo macedonio. Los 200 aficionados visitantes que vinieron apenas pueden decir esta boca es mía. Unai López genera alguna lágrima en el estadio con el primer tanto del encuentro, el primero en Europa en 25 años. Inmediatamente después llega el de Fran Pérez para tranquilidad de los aficionados. Entre cántico y cántico hay ovaciones a Trejo y a Álvaro García al ser sustituidos. El Rayo puede golear, pero contemporiza en la segunda parte. No así el público, que no para. Se ovacionó, incluso, al Shkendija. Es un día histórico.