Cruzó la línea de meta y apenas le salió la voz. Unos tímidos agradecimientos con el tono encogido por la emoción mientras los fuegos artificiales surcaban el cielo de Ciudad de México. A falta de Checo Pérez, los aficionados locales festejaban la primera victoria en Fórmula 1 de un hispanohablante en el Autódromo Hermanos Rodríguez. Esta vez sí hubo fiesta. El Foro Sol se inundó de camisetas rojas para celebrar la primera victoria de un Ferrari
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
Hubo escenas muy similares a las del GP de Brasil 2003, cerrado con aquel brutal accidente de Fernando Alonso, tercero en el podio. Una vorágine de desconcierto, un asfalto deslizante como el cristal y una serie de controvertidas decisiones de la FIA. En el GP de Sao Paulo 2024 se mezclaron de nuevo esos ingredientes para mayor gloria de Max Verstappen, que al fin acabó con su mala racha. 10 carreras sin victoria se antojaban demasiadas para el próximo campeón del mundo, que destrozó la moral de Lando Norris en Interlagos. Con 86 puntos en disputa ahora cuenta con 62 de ventaja.
Desde el GP de Japón 2005, con aquella remontada de Kimi Raikkonen, ningún piloto subía a lo más alto del podio tras partir decimoséptimo. Ese fue el nuevo registro de Verstappen para la historia de la F1. Norris, autor de varios disparates sobre el asfalto empapado, pasó de la pole a la sexta posición en la meta. Tras casi dos horas y media apretando los dientes, el tricampeón enseñó al aspirante cómo se gana un título, vuelta rápida incluida (1:20.472).
McLaren no pudo asomar siquiera a un podio completado por Esteban Ocon y Pierre Gasly. Un éxito sin precedentes para Alpine, que se lleva 33 puntos en una carrera, cuando en las 20 anteriores apenas sumó 16. El riesgo de su estrategia, retrasando al máximo la entrada a boxes, se tradujo en bingo para Oliver Oakes, su flamante team principal. También para Verstappen, beneficiario de esa misma bandera roja. El jaque mate de Mad Max.
"La espalda me duele mucho"
Lástima que a la épica de Interlagos no pudieran sumarse Carlos Sainz y Fernando Alonso. Tras su triunfo del pasado domingo en México, el madrileño se marchó de vacío, tras un accidente en la vuelta 40. Tampoco hubo razones para la sonrisa del asturiano, penúltimo de los 15 supervivientes. "Voy a acabar por nuestros mecánicos, que han hecho un trabajo increíble. Pero la espalda me duele mucho. El rebote del coche no es normal", subrayó el bicampeón por radio.
El desgobierno de la FIA se hizo palpable desde antes incluso de arrancar. Cuando Lance Stroll, camino de Descida do Lago, sufrió un trompo inadmisible para el que encontró un remedio aún más absurdo. Atrapado en la grava, la baja del canadiense se sumaba a la de Alex Albon, para quien Williams no pudo recuperar el coche dañado en la qualy. Los mecánicos de Ferrari también disponían de poco más de dos horas, así que bastante hicieron para que Carlos Sainz saliera desde el pit-lane.
El caos al que nos referíamos se concretó cuando los comisarios mostraron la señal de salida abortada. Norris, desde la pole, se puso en marcha sin la pertinente luz verde, mientras otros, como Valtteri Bottas o Max Verstappen, seguían en sus posiciones. «Aquí se han infringido todo tipo de procedimientos», le dijeron por radio al líder del Mundial. Los pilotos no sabían si iniciar otra vuelta de formación o mantenerse en la salida abortada. Para redondear el delirio, el incidente de Norris iba a resolverse una vez terminada la carrera.
La grúa levanta el Ferrari de Sainz en la curva 8.AFP
Tras 17 minutos de espera, dio comienzo una carrera a 69 vueltas, dos menos de las programadas. Nada más apagarse el semáforo, el habitual error de Norris, incapaz de contener a Russell, que un minuto antes se había quejado de la fría temperatura de sus frenos. Por entonces no llovía, pero sólo los elegidos mantenían el rumbo sobre un asfalto tan deslizante. Verstappen, por ejemplo, ganó cinco posiciones en la primera vuelta. Unos metros más adelante, Sergio Pérez hizo un trompo que le dejaba como farolillo rojo.
De esa dualidad palmaria también sabían en Mercedes. El liderato de Russell, a un paso no demasiado rápido, contrastaba con los padecimientos de Lewis Hamilton. "La conducción es realmente mala. El coche rebota mucho", lamentaba el heptacampeón, que en las horas previas había disfrutado al volante del McLaren MP4/5B de Ayrton Senna. Una de las afrentas que hubo de soportar fue verse sin recursos ante un novato como Oliver Bearman, que ha sustituido a Kevin Magnussen.
Los colores de Haas volvieron a hacerse notar en la vuelta 28, cuando Nico Hulkenberg patinó de mala manera en la curva 1, desencadenando el virtual safety car. Un momento de singular importancia, acrecentado además por la lluvia, que multiplicó su intensidad. Norris aprovechó la tesitura para adelantar a Russell bajo una cortina de agua.
En un domingo tan delicado, Liam Lawson era uno de los hombres a seguir. Si el neozelandés había cumplido cediendo el paso ante Verstappen, cuando llovió de verdad volvió a recurrir a sus peculiares astucias frente a Hamilton y Oscar Piastri. Mientras tanto, una bandera negra frustraba cualquier opción de Hulkenberg. Justo castigo al modo en que sacó el coche de la curva 1, gracias al empujón de un par de comisarios.
Aún no se había cumplido el ecuador de la prueba cuando Franco Colapinto chocó violentamente contra las protecciones la última curva. La gota que colmaba el vaso de la FIA, que ordenó de inmediato la bandera roja. Por entonces, Esteban Ocon, Verstappen y Pierre Gasly, los únicos que no habían completado un pit-stop, rodaban en cabeza. Todos se apresuraron a bajar del coche en busca de cobijo, implorando por que amainase la lluvia.
Tras 20 minutos de espera, la salida lanzada iba a dejar impactantes estampas. La visibilidad era muy precaria, claro, pero Norris cometió otro error de cálculo, que le condenó a muchos metros por fuera. Verstappen esperó su momento para devorar a Ocon y Sainz acabó contra las protecciones de la curva 8. Otro safety car para ese último tercio de carrera, convertido en mero trámite para Verstappen.
La cultura japonesa ensalza y cultiva un compromiso generacional muy arraigado de búsqueda de la perfección. La máxima expresión de la calidad la llaman kodawari. En una simple palabra se mezclan, pasión, empeño, actitud, propósito, fidelidad con tus principios, orgullo y perfección. Conseguir tu kodawari significa mantener una conducta inquebrantable en la persecución de la excelencia, hasta el más pequeño de los detalles. Este fin de semana, Max Verstappen logró en Suzuka su kodawari particular. Convirtió en una obra de arte perfecta un gran premio que podía haber sido un desastre.
Hasta el veterano samurai Fernando Alonso, detuvo el sábado las entrevistas por un momento y se quedó embobado disfrutando con la vuelta de clasificación que estaba firmando Max. Esa vuelta le sirvió para lograr su primera pole desde el pasado junio. Lo tenía todo en contra. Desde el viernes, su coche había sido inconducible. McLaren, Mercedes y Ferrari seguían siendo más rápidos, así que su única oportunidad era jugarse la piel en una vuelta suicida. Hasta cinco veces dijo que pensó que se estrellaba.
La realidad es que nadie se enteró, porque sólo él es capaz de maquillar tantos defectos. La cámara subjetiva no mostró ni un ápice de tensión o de peligro. El coche simplemente fluía en sus manos. En ninguno de los tres parciales fue el más rápido. Lando Norris y Oscar Piastri se los repartieron, pero no en la misma vuelta. Sólo Verstappen fue capaz de juntar sus mejores tiempos en cada sector en el momento definitivo. Su frenada en la chicane fue una obra de arte. Pisó el pedal 13 metros más tarde que Norris, lo que le hizo entrar 17 km/h más rápido y, a pesar de un pequeño sobreviraje, traccionó mejor que el McLaren y le arrebató la pole por 12 milésimas. Esto es kodawari. Esforzarte de igual modo con los grandes y los pequeños detalles. Esa pincelada le valió la victoria un día después.
Quizá en otro circuito no hubiera podido hacerlo, pero en Suzuka la ventaja de rendimiento de McLaren resultó insuficiente para batirle. En una pista donde, históricamente, adelantar es muy complicado, se juntó todo. No hubo degradación, todo el mundo fue a una única parada, no hubo coches de seguridad, no hubo accidentes... Por no haber, no hubo ni una sola bandera amarilla.
Se justificaba McLaren diciendo que la carrera no les había dado ninguna oportunidad. Sin embargo, esperábamos algo más de ellos, que peleaban dos contra uno. Pararon a Norris en la misma vuelta que Verstappen, no dejaron que Piastri cambiase posición con Norris, cuando el australiano parecía tener mejor ritmo y el inglés fue incapaz de acercarse a Max lo suficiente para disponer del DRS. Lando siempre estuvo a más de un segundo y eso le hizo la vida mucho más fácil a Verstappen que, sin presión, no cometió ni el más mínimo error. Así, después de tres carreras y una sprint race, Max está a un solo punto de Norris en el campeonato. Y lo que aún es más sorprendente, Red Bull es tercero en el Mundial gracias a un solo piloto. El resto han jugado siempre con dos.
Sí, Max sigue estando solo. Degradado Liam Lawson al equipo filial, llegó Yuki Tsunoda. No lo hizo mal el japonés, que estuvo cerca de su nuevo compañero al menos hasta la Q2. Ahí cometió un error y ya no pudo pasar el corte para entrar entre los 10 primeros de la parrilla. Su domingo fue de menos a más, pero no llegó a los puntos. Mientras, Lawson, que salió por delante de él, fue de menos a menos con el RB. ¡Cuánto hace el estado de fortaleza mental en este deporte!
En la batalla de los novatos triunfó Andrea Kimi Antonelli. El italiano volvió a terminar en los puntos tras su mejor clasificación de parrilla y su ritmo fue incluso mejor que el de George Russell, que cruzó la meta justo por delante de él. Brillante actuación también de Isack Hadjar, que logró puntuar al terminar octavo y que volvió a conseguir el segundo mejor resultado para la familia Red Bull.
No se hablará mucho de los españoles en Japón. Ninguno de ellos llegó a los puntos. A Carlos Sainz le penalizó su mala clasificación del sábado y le condenó una posterior sanción de tres posiciones en la parrilla. Salir decimoquinto con un Williams en Suzuka es un harakiri.
Tampoco se hablará mucho de Alonso y es una pena porque su carrera fue excepcional. Terminar undécimo no emocionará a nadie, pero hacerlo con un Aston Martin es casi tan difícil como ganar con un Red Bull. Fernando hace, a otra escala, lo mismo que Verstappen. Maquilla los defectos de un coche que lo hace casi todo mal. No es fuerte en ningún terreno. Ni curva rápida, ni media, ni lenta y para colmo también era el más lento en recta. Su compañero, Lance Stroll, último el sábado y último el domingo. A la espera de que lleguen las primeras actualizaciones, la película se parece mucho a la del año pasado. Incluso podríamos decir que es aún peor.
Mereció la pena el madrugón porque el arranque del Mundial 2025 no pudo ser más emocionante. Lástima que Carlos Sainz y Fernando Alonso acabasen contra el muro, porque el GP de Australia ha sido una de esas ventanas de oportunidad para los equipos que en una carrera en seco y tranquila no tendrían ninguna opción.
Australia nos ha regalado un gran espectáculo y un cambio en una tendencia que empezaba a ser tediosa. Por primera vez en casi tres años, Max Verstappen no lidera el campeonato. Puede parecer una tontería, pero el holandés ocupaba la primera plaza del Mundial desde el GP de Miami 2022. 63 carreras consecutivas al frente que le sirvieron para abrochar tres títulos. Lograr el quinto no va a ser fácil. Como pronosticábamos, Red Bull encara la temporada con un coche que no es dominante. De hecho, el RB21 sigue siendo tan difícil de conducir como su predecesor. Un potro salvaje que sólo Max es capaz de domar. Como era previsible, el sucesor de Sergio Pérez en la escudería de Milton Keynes, Liam Lawson ha sufrido mucho en su primer fin de semana. No pasó de la Q1 el sábado, no tuvo ritmo el domingo en ningún momento, fue doblado en carrera y acabó contra el muro.
Lando Norris se mostró mucho más serio y sólido que en 2024 para solventar una de las carreras más complicadas de su vida. A pesar del dominio de McLaren, que se confirma un paso por delante del resto, el drama meteorológico de Melbourne le metió bajo mucha presión. Sólo cuando la pista se secó y pusieron los slicks, pudieron demostrar su ventaja ambos McLaren. En pocas vueltas Max se quedó atrás, pero los sucesivos coches de seguridad compactaron al grupo y los trompos, las salidas de pista y las llamadas a boxes moldearon el orden de la clasificación.
Hubo un momento estelar a pocas vueltas del final en el que en McLaren se tragaron la muerte. Todos en pista con slicks y en el radar una tromba de agua que se acercaba con malicia a Melbourne y que iba a durar apenas una vuelta. Todos los muros informaban a sus pilotos y les pedían que apretasen los dientes y aguantasen como fuera, pero resultó imposible. Cuando los McLaren se encontraron con la cortina de lluvia y la pista empapada en una parte de Albert Park, los dos, Norris y Oscar Piastri se fueron a la hierba. Norris salvó la situación y entró en boxes, Max siguió. En ese momento el 1-2 de McLaren se había convertido en un liderato de Verstappen, un Piastri atrapado en la escapatoria y un Norris con neumáticos de lluvia saliendo del pit-lane. Si no llovía más, ganaba el holandés. El cielo se apiadó de Lando y jarreó sobre la pista. Max tuvo que parar y aceptar la segunda plaza.
Cuando acabó todo, la clasificación era irreconocible. Siete equipos diferentes en las ocho primeras posiciones. Entre ellos un Williams, un Aston Martin y un Sauber. Todos ellos por delante de los dos Ferrari, uno de los equipos que más ha decepcionado en este arranque.
¿Qué hemos aprendido en Australia? Siendo sinceros, mucho menos de lo que nos hubiese gustado, porque la clasificación final es confusa. Lo más claro es que McLaren tiene el mejor coche y en China, dentro de siete días, si no llueve, serán claramente superiores al resto. También confirmamos que Verstappen resiste y que tergiversa el rendimiento real del Red Bull. Hemos aprendido que Mercedes ha mejorado, que Williams ha dado un gran paso adelante, que Aston Martin está mejor de lo que esperábamos y que la igualdad en la zona media entre ellos, Racing Bulls y Alpine va a ser máxima. Un cambio de circuito, una pequeña evolución, un acierto en los reglajes alterarían este orden.
Lewis Hamilton ha aprendido cómo se las gasta su nuevo compañero, Charles Leclerc. En el único momento del fin de semana en el que Lewis estuvo por delante de él, el monegasco le contestó con un adelantamiento al límite con toque de alerón incluido. Por su parte, los novatos han descubierto que la Fórmula 1 es otra historia. De todos los rookies, sólo Andrea Kimi Antonelli vio la bandera de cuadros. Todos los demás acabaron contra al muro. Alguno, como Isaak Hadjar en la vuelta de formación, antes incluso de que empezase la carrera. Se salvó Antonelli y yo salvaría también a Gabriel Bortoleto. Derrotó a Nico Hulkenberg en clasificación, aguantó en carrera, pero acabó contra el muro a pocas vueltas del final. En cualquier caso, debut prometedor.
También hemos visto que todo sigue muy apretado. Quizá la clasificación del sábado en seco sea la mejor referencia con un Racing Bulls y un Williams por delante de los dos Ferrari y a menos de dos décimas de Verstappen. Si alguno de los grandes se equivoca, el segundo grupo, a una vuelta, no está tan lejos.
El próximo fin de semana llega el GP de China, con sprint race para poner un poco más de tensión y estrés en los equipos. Un formato que no te deja probar ni experimentar y donde pueden aflorar los errores.
Moraleja después de una carrera: ¡Cómo nos vamos a divertir este año!