El pívot, escogido mejor jugador de la final, elogia a su compañero, autor de la canasta decisiva para la Undécima Euroliga del Real Madrid
Walter Tavares, el hombre de la Euroliga, el hombre de la final, escogido MVP después de haber anotado 13 puntos y haber capturado 10 rebotes.
En la celebración de su segundo título europeo, con una enorme bandera de Cabo Verde a sus espaldas, el pívot alabó la canasta decisiva de su compañero Sergio Llull, la canasta que dio la victoria al Real Madrid ante el Olympiacos
“No puede existir ninguna duda de que Sergio Llull es el mejor jugador del mundo en el último segundo”, elogió Tavares.
En declaraciones a DAZN, también calificó de “increíble” la victoria y realizó un pequeño análisis: “No nos hemos venido abajo en ningún momento. Sabíamos que si nos daban una oportunidad la íbamos a aprovechar”.
No puede ser más improbable una medalla que, en su génesis, tuvo un canasta de espaldas en el último segundo. El baloncesto español celebró bajo el sol de La Concorde el éxito de su especialidad más callejera y novedosa. El 3x3, que se estrenó en los pasados Juegos de Tokio sin representación nacional, es de oro o plata. La selección femenina derrotó a Estados Unidos (16-18) en semifinales y esta noche (22.00 h.) se enfrentará al ganador del Canadá-Alemania.
Todos pendientes de la chicas de moda. En primera fila, su majestad el Rey Felipe, la ministra de Educación y Deporte, Pilar Alegría, y el secretario de Estado para el Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes (y Dirk Nowitzki y Jorge Garbajosa y las chicas de la selección 5x5... todos bien cerca), que iban a vivir un partido eléctrico y emocionante. Puro rock and roll.
Estados Unidos comenzó mandando, con el dominio del rebote (9-4). Pero también cargándose pronto de faltas, algo que en el 3x3, con sus reglas propias, es pecado mortal. A la sexta, la selección rival goza de dos tiros libres. Oro puro.
España no tembló en ese abismo. Un triple (dos puntos) de Camilión fue clave para contrarrestar los tantos de Van Lith, la jugadora más pequeña del USA Team. Un tormento con sus penetraciones. Entonces, en la hora de la verdad, Sandra Ygueravide tomó la responsabilidad. Iba a anotar las cuatro canastas finales de España, cuatro puntos para la historia.
Primero, para empatar a 15 a falta de 32 segundos. Poco más tarde, a falta de cinco segundos, la del 16-16, precioso aro pasado, para llevar el duelo a la prórroga. Una especie de tie-break en el que gana quien mande por dos canastas.
La posesión inicial fue para España, que en vez de ir a por el triple, anotó con una penetración de Ygueravide. Falló después USA, que en la siguiente posesión empujó a la estrella española para condenarse. Una falta que dio dos oportunidades a la selección para acceder a la final. Sandra (nueve puntos en total, la mitad) no iba a fallar con el primero.
El cuarteto que maneja Ana Junyent se había clasificado para directo a semifinales tras un carambola. Después de una primera fase de vaivenes, en la que ganó cuatro partidos y perdió tres (entre ellos contra EEUU, 11-17), las españolas evitaron la ronda de cuartos y empezaron a soñar con una medalla que ya es realidad.
No puede resultar sencillo para una ciudad como Cleveland, sumida en años de derrotas y mediocridad, superar un adiós como el de LeBron James, el chico de la vecina Akron que acabó en 2016 con la maldición de los Cavaliers. Esa temporada, en una Finales inolvidables, lograron el único anillo de su palmarés derrotando a los Warriors, que habían firmado el mejor comienzo que jamás comprobó la NBA. Las 24 victorias de carrerilla de Steph Curry y compañía son las que ahora persigue un equipo del que nadie aguardaba todavía semejante excelencia. Tras acabar con los Hornets en un partido en el que se ausentó su estrella Donovan Mitchell, los de Ohio sumaron 15 encuentros sin conocer la derrota, el segundo mejor amanecer de toda la historia.
"Son muchas claves, no sólo hay una", comenta Jose Calderón desde Cleveland, donde disfruta en primera persona de una de las grandes noticias del comienzo del curso NBA. El base extremeño, que disputó 57 partidos con los Cavaliers en su penúltima temporada en la liga como jugador (la 2017/2018), es ahora Special Advisor (asesor) de la franquicia, aportando su sabiduría en los despachos. Ahí, con las decisiones del propietario Dan Gilbert y del General Manager Koby Altman, se ha fraguado el resurgir paulatino de un equipo que nadie duda que discutirá el trono del Este a los Celtics (precisamente su próximo rival, el martes) y, por qué no, volver a soñar con el anillo. "La ciudad está encantada. Pero todo el mundo tiene los pies en el suelo, esto es sólo el inicio, da muchas vueltas y no sabes lo que va a pasar dentro de dos meses. Hay que ganar y nadie piensa en mucho más allá. Va a haber altibajos y esto no quiere decir nada con respecto a un playoff", pone la calma el español en conversación con EL MUNDO.
Pero lo cierto es que sólo tres equipos más en la historia han firmado semejante arranque de curso (además de aquellos Warriors, los Washington Capitols en la 48-49 y los Rockets de la 93-94) y el aroma que desprenden los Cavaliers es el de un grupo imparable que da un salto a su siguiente evolución: en 2023 disputaron sus primeros playoffs sin LeBron y el curso pasado ya avanzaron hasta la segunda ronda. "Hay tres pilares: la continuidad del equipo, el crecimiento de muchos de los jugadores y el confiar en un nuevo entrenador. Se ha juntado todo. Nunca sabes si va a suceder tan rápido. Se están dando las condiciones, el equipo está bien y hay que aprovechar todo lo que puedas ganar ahora", apunta Calderón.
Más allá de la súper estrella Donovan Mitchell, Kenny Atkinson es quien concentra todas las miradas. Pese al momento ascendente, los Cavaliers decidieron apostar por el cambio en el banquillo, por el relevo de J. B. Bickerstaff por el que fuera ayudante de Steve Kerr en los Warriors, un técnico que, curiosamente, posee la nacionalidad española: tras sus cuatro temporadas jugando en el baloncesto nacional -Canoe, Zamora, Salamanca [con el que debutó en la ACB] y Calpe Aguas Valencia- contrajo matrimonio con una sevillana. "Ha cambiado la forma de jugar. Es un estilo diferente. Todo el mundo se siente importante [ante los Hornets, sin Mitchell, cuatro jugadores superaron los 20 puntos]. Ha hecho una rotación muy larga y cambios en esa rotación de quién juega con quién", apunta Jose Calderón, que habla de la adaptación de Atkinson "a lo que ya había metiendo cosas en su sistema". "Lo bueno de ganar cuando llega un nuevo entrenador es que ayuda a los jugadores a comprar su idea", añade.
Aunque si hay que poner un rostro a la ambición de los Cavaliers ese es el de la Araña Mitchell, el escolta que lo cambió todo con su llegada desde Utah en 2022. "Es un jugadorazo en toda regla. Incluso está haciendo menos tiros porque ve que hay mucha gente aportando y no tiene que desgastarse tanto. Es un líder en todos los sentidos, cuando hace falta anotar o jugarse la última está encantado. Es top y está haciendo muy buen trabajo", elogia Calderón a la estrella, que está promediando 24,6 puntos, 4,4 rebotes y 4,1 asistencias por partido y que es la punta de lanza de una rotación joven en la que destacan Darius Garland, Evan Mobley y Jarret Allen, un quinteto con menos de 25 años de media.
Ergin Ataman es genio y figura, un entrenador siempre rodeado de polémica, un tipo sonriente y confiado también, que el sábado llegaba a la rueda de prensa oficial de la Euroliga acompañado, cómo no, por su hijo Sharp. El ya no tan pequeño de 13 años ha ido siempre de la mano de papá, siempre en primera fila, en cada viaje ya fuera del Efes o ahora con el Panathinaikos, a la vera de las estrellas del equipo, día lectivo o no. "Conoce todo lo que pasa en el vestuario. Me sigue a todos los lados y habla mucho conmigo sobre los partidos", dice de él su padre, al que incluso le hace el 'scouting' de los rivales.
Ergin es odiado y amado y en esa ambivalencia se siente feliz. Le ha costado lo suyo llegar a la cima, pero ya es una leyenda tras los dos títulos logrados con Efes, el último en la final de 2022 ante, precisamente el Real Madrid. El miércoles, a su llegada al hotel de Berlín, los aficionados del Fenerbahçe le recibieron con algún altercado. "Un pequeño incidente con gente pequeña", despejó después con su sorna habitual. La misma que le llevó a despedirse del Palau hace tres años recordando a la afición culé sus dos títulos cuando fue expulsado: "Soy el campeón". O la que le hizo prometer hace meses que "llevaría la séptima estrella al OAKA".
Sus críticas a los árbitros y las consiguientes sanciones por ello ya no sorprenden a nadie. El último conflicto ocurrió durante la serie de cuartos contra el Maccabi, la que permitió a los griegos volver 12 años después a la Final Four. Tras perder el primer partido en el OAKA dijo que se iría del club si no conseguían el objetivo. Luego arremetió contra los colegiados y no se presentó a la rueda de prensa y la Euroliga le sanción con 35.000 euros en total. También después de un rifirrafe contra los de Tel Aviv les acusó de amenazarle. "Alguien del staff de Maccabi, no sé quién porque no llevaba la acreditación, me dijo: 'Ya verás en Israel. Ya verás lo que te hacen los sionistas'".
Cuando este verano fue fichado por el decaído Panathinakos, parecía una apuesta realmente arriesgada. No era la primera vez que Ataman, que también es seleccionador turco, entrenaba fuera de su país -tuvo una etapa en Italia, en el Montepaschi Siena al que llevó a la Final Four y en la Fortitudo Bolonia-, pero mezclar su personalidad con la del igualmente inflamable Dimitrios Giannakopoulos, presidente griego, no parecía una buena idea. Y tampoco el comienzo del curso fue alentador, pese a los millonarios refuerzos -entre ellos Kostas Sloukas, arrebatado al eterno rival-, pero la reacción de la segunda parte de la temporada fue estupenda, 17 victorias en los últimos 22 partidos para acabar segundos, sólo por detrás del Real Madrid al que mañana en el Uber Arena intentarán impedir el back to back. "Chus quiere ganar dos veces consecutivas. Pero no quiero darle ese récord porque fui el último en lograrlo en la Euroliga. Entonces, esa será otra motivación para mí", bromeó ante su colega.
La vida de Ataman y sus bravuconadas -llegó a decir que su Efes podría disputar los playoffs de la NBA- bien podría dar para una una película. Su abuelo materno fue Ministro de la Guerra en Turquía y sus familiares por parte de padre son poderosos empresarios dedicados a la fabricación de calcetines para Turquía y para Italia (de ahí su dominio del idioma). Él sería el villano de ese guion y seguramente le encantaría verse en el papel.
Pero más allá de todo lo que le rodea, también están sus éxitos deportivos. Ha ganado casi 30 títulos y lo que logró en el Efes está a la altura de los mejores equipos de la historia de la Euroliga. Aunque también tiene sonoros fracasos y uno de ellos estaba este sábado sentando a su vera en el Uber Arena. Cuando Dzanan Musa regresó renegado de la NBA fue a parar a las órdenes de Ataman y aquello no funcionó bien. "Gané la Euroliga, pero no le di mucho tiempo. Fue un error. Lo perdimos. Espero que no se quiera vengar en la final", trató de templar gaitas con el bosnio. El propio Dzanan recordó aquella temporada 2020/2021, la anterior al fichaje por el Breogán que le cambió la vida. "Llegué a mitad de temporada y no podía esperar jugar mucho. Conoces el carácter de Ergin y el mío. Tuvimos algún roce en la cancha y fuera. Pero todo es respeto entre nosotros. Ganamos el título ese año. Hizo un trabajo increíble. Y aprendí mucho de Shane [Larkin] y Vasa [Micic], me ayudaron mucho a estar en esta posición", explicó el alero del Madrid.