El central serbio fue atendido en el campo a los diez minutos de comenzar el partido y con empate a uno en el marcador
El partido Córdoba-Racing de Ferrol, de la Primera RFEF, fue detenido a los diez minutos de juego y posteriormente suspendido debido al desvanecimiento sobre el terreno del central serbio Dragisa Gudelj, quien fue atendido por los servicios médicos sobre el césped de estadio El Arcángel y posteriormente trasladado en ambulancia, ya consciente, a un hospital.
El hermano menor del sevillista Nemanja Gudelj, de 25 años, se encontró indispuesto y se desplomó sobre el terreno, con lo que entraron las asistencias para realizarle el masaje cardiovascular.
Tras cerca de diez minutos de tensión, la ambulancia se llevó al jugador consciente en dirección al Hospital Reina Sofía y después se decidió la suspensión del partido, que registraba un empate a uno, tras las consultas entre técnicos, futbolistas, equipo arbitral y dirigentes, lo que fue anunciado por la megafonía del estadio.
El Manchester City doblegó al Wolverhampton con un cabezazo de John Stones en los últimos segundos del tiempo añadido, para hacerse provisionalmente con el liderato. El vigente campeón de Inglaterra, con dos puntos más que el Liverpool, aumenta a 31 partidos su racha invicta en la Premier League. [Narración y estadísticas (2-1)]
Tras un saque de esquina botado por Phil Foden, Stones otra vez como héroe para los citizens, ya que hace un mes también salvó un punto ante el Arsenal en el último suspiro (2-2). No obstante, este tanto debió ser examinado durante largos minutos por el VAR, ya que podía interpretarse que en la acción Bernardo Silva molestaba a Jose Sá, aunque finalmente Chris Kavanagh no vio nada sancionable.
Pese al botín de tres puntos, la visita a los West Midlands confirmó la permeabilidad de la defensa de Pep Guardiola. Apenas habían transcurrido siete minutos cuando Jorgen Strand-Larsen a una gran salida de balón de los Wolves, pese a la presión visitante. Los locales aún pudieron doblar su ventaja, aunque Nelson Semedo erró un clarísimo mano a mano ante Ederson.
Gran disparo de Gvardiol
Acostumbrado a un escenario que ya le es familiar, el City no acusó el golpe y cuando aumentó la velocidad en el toque en el último tercio, generó peligro. Toti sacó bajo palos un disparo de Bernardo Silva y un excelso centro de Jérémy Doku no encontró rematador donde debía aparecer Erling Haaland. Aunque el premio lo encontró Josko Gvardiol, con un formidable disparo desde fuera del área.
Se le haría largo el partido al Wolverhampton, centrado en destruir y nunca en construir, en pie por su portero que volvía a lucirse sacando un disparo de Ruben Dias que botaba y ganaba en velocidad. No hubo noticias ofensivas más que una acción del recién entrado Carlos Forbs, en la que no precisó su remate en carrera. El dominio era del City, al que se le acababa el tiempo entre lamentos tras la perdonada por Savinho.
Recurría Guardiola a Foden, de nuevo suplente, y a Jack Grealish, pero a su equipo le habrían señalado pasivo en más de un ataque si en vez de fútbol hubiese jugado un partido de balonmano. Falto de ideas en los últimos metros se lo jugó todo a los minutos finales. Un disparo de Grealish, otro al lateral de la red de Bernardo y cuando el asedio dejaba cuatro saques de esquina seguidos, llegaba el centro de Foden y el testarazo salvador de Stones en el primer palo.
Fue un Real Madrid raquítico, preocupante, quizá la peor noche que se le recuerda en mucho tiempo. Un colectivo egoísta y desconectado, irreconocible en Milán, donde fue zarandeado por un Armani que tampoco es que estuviera para muchos alardes. Hurgan en su herida los blancos, hundidos en esta Euroliga en la que todavía no saben lo que es ganar a domicilio. [85-76: Narración y estadísticas]
La desesperada victoria del domingo en Murcia, con apenas ocho efectivos de la primera plantilla, no supuso un resorte para un Madrid que sigue en la búsqueda de sí mismo. Recuperó a Ibaka y Rathan-Mayes, pero fue insuficiente ante el Olimpia de Fabien Causeur, ese ex fundamental en los últimos y exitosos años, paradigma de lo que ahora se echa de menos: siempre bandera de la amalgama y el oportunismo, una joya para el vestuario y un talento siempre dispuesto. Con el Chacho de espectador de lujo (el Armani le homenajeó al descanso), los de Ettore Messina, también con bajas clave (Shields, Nebo...) pasaron por encima de un Madrid a la deriva.
Al Milán le costó más de cuatro minutos meter su segunda canasta del partido, un pelín atascado ante la zona (con Ndiaye liberado persiguiendo y desesperando a Mirotic) con la que intentó sorprender Chus Mateo, pero después ya no hubo quien le detuviera. Fue el Madrid el que se paró en seco y en un abrir y cerrar de ojos se vio 10 abajo (26-16). Fue precisamente la irrupción de Causeur la que lo cambió todo en el Medionalum.
Defensa
Igual daba que Mateo devolviera a cancha a Tavares o Ndiaye, su equipo se había quedado petrificado ante el talento de Armoni Brooks y el recién fichado Nico Mannion. Zach Leday, el mejor jugador de Messina, se hizo con la zona y Dimitrijevic era imparable. Y la ventaja se disparó (33-18). La energía desbordaba por un lado y se echaba de menos por el otro. Iba a ser la tónica. Una pequeña reacción liderada por Deck y algunas canastas finales de Ibaka frenaron la sangría antes del descanso.
Sergio Rodríguez, homenajeado por el Armani, su ex equipo.DANIEL DAL ZENNAROEFE
La defensa del Madrid no había sido capaz de ensuciar nada. Y, aunque mejoró algo a la vuelta de vestuarios, no lo hizo en global el equipo, errático, individualista, olvidando tantas veces eso que le hace diferente, la capacidad de un pase más en ataque. Era como querer hacer la guerra cada uno por su cuenta, empezando por Hezonja, pero también un Rathan-Mayes mucho más enchufado, e incluso Campazzo después. La cuarta falta de Tavares tampoco ayudó.
Para colmo, cuando comenzó el acto final al equipo, ya prematuramente desesperado, le acudieron los fantasmas de esos horribles desenlaces que se gasta a domicilio en Euroliga. El Olimpia golpeó con dos triples de Leday seguidos para volver a estirar la ventaja (71-55), para zarandear a un Madrid que era ya un guiñapo, con actitudes sonrojantes como la de Rathan Mayes, con dos pérdidas seguidas cuando el Milan les estaba triturando. Acabó maquillando (llegó a caer por 23) una noche en la que más le vale que hubiera sido la de tocar fondo.