Entre las ambiciones históricas de Carlos Alcaraz hay una que se presenta más inaccesible que el resto, empinadísima, esquiva: acabar las temporadas como número uno del ranking mundial. Lo hizo en 2022, pero desde el año pasado Jannik Sinner se ha convertido en un adversario desmesurado. La lista ATP premia la regularidad, y ahí el italiano continúa un paso por delante. Pese a los tres meses de sanción que cumplió en primavera, Sinner recuperó este domingo el número uno después de imponerse a Felix Auger-Aliassime por 6-4 y 7-6(4) en la final del Masters 1000 de París.
Es su quinto título de la temporada, después del Open de Australia, Wimbledon y los ATP 500 de Pekín y Viena; un éxito que le sitúa con opciones reales de cerrar 2025 en lo más alto. Sinner y Alcaraz se lo jugarán todo en las ATP Finals, que se disputarán del 9 al 16 de noviembre en Turín. El español mantiene una ligera ventaja: para recuperar el número uno depende de sí mismo. Necesita ganar los tres partidos de la fase de grupos o alcanzar la final del torneo. Pero ante cualquier tropiezo, Sinner está preparado para aprovecharlo.
Como ya ocurrió en 2024, este curso el italiano sólo ha encontrado oposición real en Alcaraz, que le ha derrotado en cuatro finales; el resto de rivales apenas logran inquietarle. Este domingo, frente a otro especialista en pista dura indoor como Auger-Aliassime —uno de los jugadores más físicos y potentes del circuito—, su victoria nunca pareció en duda. El canadiense resistió especialmente en los compases finales, pero la consistencia del italiano terminó imponiéndose con la misma serenidad que le caracteriza-
En su recorrido hasta la final del Masters 1000 de París, Sinner no había cedido ni un solo set y apenas concedió opciones a sus rivales. De hecho, sólo Francisco Cerúndolo, en octavos, consiguió arrebatarle más de cuatro juegos en un mismo parcial, un ‘hito’ que repitió Auger-Aliassime. “Está claro que no estoy al 100%”, admitió entonces, sin precisar la naturaleza de sus molestias físicas. Pero en los días siguientes no mostró signo alguno de debilidad. Desde su regreso en mayo apenas ha tenido descanso, igual que Alcaraz, y seguramente sólo acuse el desgaste acumulado.
No aparece en la lista oficiosa de 8000ers de alpinistas que han hollado los 14 ochomiles del mundo. Apenas ha salido en televisiones y puede contar las entrevistas concedidas con sus dedos llenos de callos. Google no responde con su cara si se le pregunta: '¿Quién es el mejor alpinista español de la historia?' Pero en el mundillo Jordi Corominas es «El jefe». El autor de gestas como aquella repetición en solitario de la Magic Line del K2 en 2004. El guía que ha enseñado las grandes montañas a muchos, como a Kilian Jornet. El maestro de muchos guías jóvenes españoles desde la Escuela de Montaña de Benasque, donde vive. «Sólo bajo del monte cuando voy a la escuela a dar clases», explica a EL MUNDO después de convertirse a los 66 años en el primer español en recibir el Piolet d'Or a toda una trayectoria, el mayor premio del alpinismo mundial.
En 1991, hace una eternidad, ya coronó en solitario el Dhaulagiri. Podría haber intentado ser el primer o el segundo español en coronar los 14 ochomiles.
Nunca me ha interesado. Siempre he buscado una montaña, una pared, que me llamara la atención y no me importa si es un ochomil, un sietemil o un cincomil. Lo importante no es subir, si no por dónde y cómo subes. Ese montañismo mediático, que siempre ha recibido mucho bombo en España y algunos otros países ahora eso se ha llevado al extremo, a intentar hacerlo en unos meses. Para mí es lo contrario al alpinismo, a su mentalidad. Lo interesante es saber qué puede hacer el ser humano, no veo el sentido a subir una montaña con medios como el helicóptero.
Sólo ha intentado una vez escalar el Everest, en 2006 y por la cara norte, una ruta alternativa.
Sí, y no llegué a la cima. No salió y me volví a casa, ya está. El Everest puede tener más de una línea interesante, pero no me ha llamado tanto como el K2. Cuando miras el K2 se te cae el alma a los pies.
Pero es guía de alta montaña y en el Everest es donde hay más negocio. ¿Cuánto deberían pagarle para subir allí por la vía normal?
Nada porque no voy a ir, estoy seguro. Me han ofrecido mucho dinero para hacerlo y nunca he ido. Allí no llevo a nadie. Nunca me interesó, pero ahora, con las aglomeraciones que hay, es inconcebible. Para mí subir al Everest haciendo cola es como estar en la cola del súper. No hago montaña para eso. Si aquí, en el valle de Benasque, ya no voy al Aneto en verano por la masificación, imagina al Everest.
Para ir a la montaña se necesita dinero y para conseguir dinero se necesita cierta atención mediática, que los sponsors ayuden... ¿Cómo lo ha hecho lejos de los focos?
Cuando era más joven trabajaba de cualquier cosa, en el campo o en algún negocio en el pueblo, para conseguir dinero rápido y poder montar mis proyectos. Luego lo he hecho con mi trabajo de guía o de profesor de la Escuela de Montaña. He tenido algunos patrocinadores, algunas subvenciones, y ha habido sitios a los que no he ido porque no tenía el dinero. Nunca he rechazado salir en los medios, pero no lo he buscado.
J.C.
Entre los expertos se explican muchas gestas suyas en solitario, incluso sin fotografías de por medio.
Cuando vas bastante a la montaña hay un momento en el que vas solo porque no encuentras a nadie, tus planes no encajan con los planes de otra gente. Te vas acostumbrando a ello y al final lo haces todo solo. Si vas así, es difícil pasar imágenes y, en realidad, tampoco importa mucho. El alpinismo es patrimonio inmaterial de la UNESCO, que lo define como el arte de subir montañas. Nada más. Vas a sitios desconocidos, buscas lugares por donde no haya pasado nadie, no importa si la gente se entera. Seguramente sea una actividad a contracorriente en el mundo actual.
Pero solo aumenta el riesgo.
Sí, pero nunca sabes cuánto riesgo asumes hasta que mueres. A determinado nivel si no cruzas ciertas barreras no vas a ningún sitio, te quedas en casa mirando el parte de avalanchas. Hay unos límites que debes cruzar, te la tienes que jugar. Has tenido gente cerca que ha muerto, que ha desaparecido, ha habido accidentes, pero tienes que pasar esa raya si quieres seguir moviéndote.
En 2011 presentó el Himalaya a Kilian Jornet. Muchos alpinistas clásicos, como Reinhold Messner, critican su montañismo rápido y ligero. ¿Qué opina?
Entiendo las dos posiciones. Kilian es un gran corredor, un buen montañero en resistencia y está explorando los límites del ser humano, como este verano en los Alpes, pero no es un buen escalador. Hubo un momento en el que escaló más, pero se dio cuenta que no podía estar en los dos mundos. Esto es lo que Messner ha criticado: que no ha hecho vías duras técnicamente. El propio Kilian tiene eso muy en cuenta y por eso él mismo dice que no hace alpinismo.
¿Por qué empezó a escalar montañas?
Por mis padres. Vivían en Barcelona, en el barrio de Sagrada Familia, pero la ciudad les agobiaba y decidieron mudarse a Calahorra, al campo. Mi padre montaba máquinas para fabricar zapatillas y en La Rioja había mucho calzado así que tiraron por ahí. Veníamos bastante a Benasque y hace ya más de 30 años me instalé aquí y empecé a dar vueltas por el mundo.
Cuentan que en su habitación tenía posters de Walter Bonatti, el mito, que precisamente recibió el mismo Piolet d'Or que usted.
Soy poco de mitos, pero si tengo uno, es él. Es un alpinista importante en la historia, todo un personaje y además mis padres lo conocieron en los Alpes. En un refugio en el Montblanc vio que eran españoles, pero que no hablaban castellano, porque hablaban catalán, y se acercó a preguntarles de dónde venían.
En su libro Climbing Days el escritor Dan Richards admite que se le quedó cara de tonto cuando visitó la Universidad de Cambridge y le explicaron que su tataratía, Dorothy Pilley, había donado toda su fortuna, dos millones de libras, al centro. «Me preguntaron si estaba bien y me ofrecieron una taza de té», reconoce Richards que pese a la herencia perdida siguió con su idea de explicar al mundo la vida de Pilley. De familia adinerada de Londres, fue una de las primeras montañeras de la historia, hace un siglo abrió vías en los Alpes y recorrió las cimas de media Europa -incluido el Monte Perdido-, pero apenas es conocida, incluso en el montañismo.
«Los ingleses fueron grandes exploradores, pero sólo tenían visibilidad los hombres. Pilley era de la época de Mallory e Irvine, que quizá fueron los primeros en subir el Everest, y no se hablaba de ella. Tenía dinero, sí, pero igualmente planteaba aventuras en contra de todos, estaba mal vista», proclama Edurne Pasaban, la primera mujer en ascender los 14 ochomiles, que hace unos meses hizo suya la misión: Pilley, fallecida en 1986, merecía mayor fama y qué mejor manera de dársela que escalando, trepando, caminando, es decir, ascendiendo una montaña.
A principios de este mes, Pasaban se unió durante 10 días a otras dos mujeres, la finlandesa Lotta Hintsa y la inglesa Elise Wortley para imitar una de las expediciones de Pilley: desde el puerto de Bastia, ciudad de Córcega, hasta la cima del Monte Cinto, el techo de la isla francesa, que roza los 3.000 metros. «Estuvimos estudiando las gestas de Pilley y por el clima escogimos Córcega. Es un sitio flipante. Nadie sabe que allí hay una cordillera muy chula y que para subir al Monte Cinto, aunque no tiene mucha altitud, necesitas crampones, cuerdas y demás», apunta Pasaban ya de vuelta, en su casa en Vielha, donde repasa los detalles de la aventura.
Una Miss Finlandia y una americana
La iniciativa partió de Wortley, una montañera inglesa que completa sus expediciones con la ropa que llevaban las pioneras a principios del siglo XX, y con el patrocinio de la marca de móviles OnePlus añadió a Hintsa, Miss Finlandia 2013 ahora centrada en el alpinismo, y a la española. «Lotta [Hintsa] le da caña, sabe ir para arriba. Elise [Wortley] tenía menos experiencia en alta montaña, pero tenía mérito el tema de la vestimenta. Iba con unas botas antiguas con unos clavitos, un pantalón bombacho de aquellos hasta las rodillas, una camisa y una americana. A menos seis grados, eh, ni una chaqueta de plumas ni nada», comenta Pasaban sobre un reto que el próximo 3 de marzo se convertirá en un documental en Youtube: «Será poco antes del 8 de marzo y servirá para reivindicar el papel de las mujeres en la montaña», añade.
ONEPLUS
¿Ha cambiado la percepción de la mujer allí arriba?
No sé qué decidirte, tampoco mucho. Leo la biografía de Pilley y tampoco veo mucha diferencia con mi experiencia. La primera vez que fui al Himalaya fue en 1998, tenía 24 años y muchos todavía me miraban como diciendo «¿Quién ha puesto a ésta aquí?». Ahora hay más mujeres en la montaña, eh, pero culturalmente no hemos cambiado tanto. Yo tengo un niño de 8 años, si me voy dos meses al Himalaya dirán que soy una mala madre.
La más conocida, Dora la Exploradora
Para la promoción del viaje a Córcega, OnePlus realizó una encuesta en España que acabó en desastre. La mitad de los entrevistados no fue capaz de nombrar a ninguna mujer aventurera y la otra mitad nombró a personajes de dibujos animados como Dora la Exploradora (61%) o a protagonistas de videojuegos como Lara Croft (58%). De hecho apenas apareció un nombre real, AmeliaEarhart, pionera de la aviación, quizá por el misterio que aún supone su desaparición en mitad del océano Pacífico en en 1937.
«En mi época sí tuve reconocimiento porque la carrera para ser la primera mujer con los 14 ochomiles le daba juego a la televisión, pero ahora es normal que los jóvenes no me conozcan. Hace tiempo que no salgo», apunta Pasaban que a sus 51 años sigue disfrutando de la montaña.
Después de pasar por problemas de salud mental al conquistar todos los techos del mundo, ahora en el Val d'Aran disfruta del mushing y del trail running -el año pasado hizo el Val d'Aran by UTMB- y planea su regreso al Himalaya. Ya no volverá a un ochomil, pero asegura querer conocer muchas montañas de 6.000 o 7.000 metros de altitud. Comparte espíritu aventurero con la pionera Dorothy Pilley, una figura a reivindicar.
Pongamos que Glasgow es una fiesta, que a España todo le sale bien. Este viernes (22.30 horas, Teledeporte), María Vicente celebra su primera medalla 'grande' en el pentatlón; el domingo por la mañana (11.15 horas), Ana Peleteiro es Ana Peleteiro de nuevo en el triple salto; y el domingo por la tarde, Mariano García en los 800 metros (22.10) y Mario García Romo en los 1.500 metros (22.30) desbordan las expectativas. Cuatro medallas: sería el mejor Mundial indoor de los últimos 20 años para la selección. La celebración traería esperanza antes de los Juegos Olímpicos de París 2024, pero igualmente sería imposible evitar las dudas. ¿Y si no es oro todo lo que brilla?, se preguntarán en otros países.
El sistema antidopaje español vive su peor momento desde la Operación Puerto y quienes más lo sufren son quienes visten la roja. Los actuales problemas de credibilidad de la Agencia Española Antidopaje (CELAD) manchan su reputación, plantean recelos sobre su limpieza a nivel internacional y ensucian el ambiente en el seno del equipo.
«Da muchísima rabia. Quien gane una medalla en Glasgow tendrá que soportar la sombra de sospecha por algo que le será completamente ajeno. Necesitamos que se solucione rápido», explica a EL MUNDO el marchador Álvaro Martín, vigente doble campeón del mundo, que no estará en Glasgow -no hay marcha indoor-, pero que desde la distancia sigue siendo el líder de la selección.
Los fallos de la Agencia
Hace dos semanas, un comunicado escrito por él en el que exigía «medidas necesarias y urgentes» fue firmado por otros 77 atletas y la semana pasada se reunió con José Manuel Rodríguez Uribes, presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), y Silvia Calzón, nueva directora del CELAD, para reclamarles «avances». La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) ya ha exigido a España que actúe y, de hecho, una delegación del organismo visitó Madrid esta semana para presionar. En juego, incluso, una sanción que deje al país fuera de competiciones como los mismísimos Juegos Olímpicos. Pero... ¿Cuál es el problema?
Son varios, pero se pueden resumir: en los últimos años la Agencia Antidopaje Española (CELAD) ha funcionado rematadamente mal. Según desveló Relevo, hubo controles antidopaje realizados fuera de normativa -y por lo tanto inválidos-, hubo pasaportes biológicos irregulares que nunca llegaron a ser sancionados y hubo autorizaciones de uso terapéutico entregadas a deportistas a posteriori para cubrir supuestos positivos. En una entrevista con Marca, el anterior presidente del CELAD, José Luis Terreros, destituido este enero, llegó a admitir que había «cinco o seis expedientes» guardados en un cajón y, de ahí, de todo, el descrédito fuera de las fronteras españolas.
¿Los Juegos en peligro?
«Hay que diluir esta nube de sospechas que tenemos encima y hay que hacerlo ya. Si hay casos archivados por el motivo que sea, la CELAD debe reabrirlos, sancionar y ya está. Sin excusas. Todos los deportistas españoles deberíamos estar encima de esta cuestión, no sólo los atletas. Imagínate que la AMA nos deja sin Juegos Olímpicos, ya me dirás si no es preocupante», analiza Martín que sabe de los precedentes. Su caso era más grave, pero Rusia ya tuvo que ver cómo sus deportistas competían en los Tokio 2020 como neutrales por los problemas de su antidopaje. «Con Rusia nos rasgamos las vestiduras y, ahora, que nos toca en casa, tenemos que ser igualmente implacables. Hay que actuar con firmeza contra las trampas», proclama el marchador.
Luego está el caso Katir. Su sanción por no estar localizable en tres ocasiones no tiene nada que ver con la crisis de la CELAD, pero la coincidencia de ambas noticias han hecho que medios de Gran Bretaña o Francia señalen a España. «No ayuda, está claro que su caso [de Katir] no ayuda», finaliza Martín antes de un Mundial indoor de Glasgow en el que España pueden brillar pese a tener que convivir con las sospechas.