Sergio Llull cumplirá 20 temporadas en el Real Madrid tras hacer oficial el club blanco la renovación del base, que es el jugador de baloncesto que más veces ha vestido la camiseta madridista. El canario ha firmado por una temporada más.
El base, que el próximo 15 noviembre cumplirá 38 años y que aterrizó en el Real Madrid en mayo de 2007 procedente del Baxi Manresa, equipo al que había ayudado a ascender a la ACB, ha conseguido 29 títulos con los madridistas, entre los que destacan 3 Euroligas, 9 Ligas, 7 Copas, 9 Supercopas, y una Intercontinental.
De esta forma, está a solo cuatro de los 33 que logró Clifford Luyk y a tres de los 32 de Rafael Rullán.
La próxima temporada coincidirá con el técnico Sergio Scariolo, quien le hizo debutar con la selección española en el Eurobasket 2009 consiguiendo el oro.
El menorquín ha conseguido multitud de reconocimientos, siendo su mejor año el 2017, cuando consiguió el MVP de la ACB, de la Euroliga y de la Copa del Rey -también consiguió este galardón en 2012-.
Además, fue el mejor de las finales de la Liga Endesa en 2015 y 2016, en la Supercopa de España en tres ocasiones (2014, 2018 y 2021) y en 2015 en la Intercontinental.
En 2023, su canasta a falta de tres segundos en la final de la Euroliga frente a Olympiacos fue decisiva para que el conjunto blanco fuera campeón de Europa de baloncesto por undécima vez.
Unos días antes de que Rubén Domínguez (Puerto Real, Cádiz, 2003) firmara en La Coruña una de las exhibiciones triplistas más asombrosas de la historia de la ACB (ocho aciertos, cinco sin fallo en el último cuarto), Sergio Scariolo había tenido una charla premonitoria con el joven durante la concentración de la selección española a la que fue invitado. «Me habló del don que tengo con el triple, de que se cotiza mucho en el baloncesto moderno. Me dijo que lo explotara a tope. Que tengo aptitudes para ser un gran tirador», desvela el gaditano, una rareza, un tirador nacional.
Explota Rubén al fin con el Surne Bilbao en su primera temporada completa en ACB (debutó con 17 años con el Estudiantes), todavía 22, aunque tan pregonado. Como si ya hubiera atravesado por varias vidas, pues fue un adolescente privilegiado. Una de las mayores joyas del baloncesto nacional que tuvo que dar un paso a un lado para encontrar impulso. «Ha sido muy duro, la verdad. Siempre se dispararon las expectativas conmigo. Como niño piensas en tus sueños, el draft, la NBA... Se ve cerca. Eres MVP de un Europeo sub 16 en el que está Wembanyama. En el Mundial sub 19, con un año menos, promedio casi 20 puntos. Estaba teniendo unos años increíbles, salgo en listas del mock draft...», se sincera en EL MUNDO, crítico con la situación que vino después en la cantera de un Estudiantes que acababa de descender. «Por lo que sea, no fui la prioridad del club. Lo puedo entender, pero salí muy perjudicado. Estuve dos años sin jugar. No era la situación más idónea. Me salvó el trabajo diario, hacía muchas cosas extra, con entrenadores fuera del equipo. Y cuando se me dio la oportunidad en un equipo serio como Castellón (el año pasado en LEB Oro) lo hice bien», relata.
Aquellos enredos han dado paso a un presente luminoso a las órdenes de Jaume Ponsarnau, un entrenador que le otorga lo más precioso que puede pretender una perla, «confianza y paciencia». «Siempre me dice que si tengo 30 centímetros, tiene que ser un tiro para mí. También me ayudan los compañeros. Ellos saben lo que yo soy, que un tiro mío de tres, no forzado evidentemente, es un buen tiro», afirma quien promedia un lustroso 44,3% de acierto en ACB, donde ha metido ocho de sus últimos 12 (y un 46,7% en la FIBA Eurocup). Y quien ha ido viendo incrementados sus minutos y protagonismo en la rotación.
Rubén Domínguez, durante el partido contra el Valencia.ACB Photo
¿Un tirador nace o se hace? Rubén se recuerda atinado desde niño. «Siempre he tenido una mecánica correcta, la aprendí con mi padre. En mini de primer año, con la selección andaluza, te ponen como una especie de deberes: 200 triples, 300 tiros de dos... Con mi padre hacíamos todos esos deberes y más», hace memoria, y se le viene a la mente un partido con el Unicaja en el Campeonato de España: «Metí muchos triples. No estoy seguro, creo que nueve».
«Repetición, repetición, repetición», dice sobre su secreto. Entrenamientos en los que simula todas las situaciones, hasta tirar desde «pases malos o desequilibrado». El último partido de diciembre, como si todo ese trabajo brotara de repente, eclosionó en La Coruña con ocho triples (para 35 puntos, récord del Bilbao en ACB). La semana pasada le hizo cinco al Girona. Dos victorias clave para que los de negro escapen de las apreturas del descenso. «Son momentos increíbles, con los que todo niño sueña. Pero no es suerte. Es todo fruto del trabajo diario y sigo trabajando para que haya momentos así», dice quien junto a su psicólogo, al que llama después de cada partido, busca lo que llaman «el estado de trance».
Porque Rubén, un gaditano de Puerto Real que vive feliz en Bilbao con su novia y su perro Golden de 35 kilos, quiere ser «algo más». «Tengo un don. El triple es mi arma principal, me siento afortunado. Es algo que no sobra mucho en España. Pero no me identifico 100% con lo de tirador puro. Anotar es relativamente lo más fácil del juego. Lo difícil es quedarte en la pista y sumar en otros ámbitos, en cosas que realmente hacen ganar al equipo. Esto lo estoy consiguiendo últimamente», concluye.
Cuando se buscan asideros sobre los que sostener el presente, abanderados del porvenir de la selección, todos los focos se posan sobre Santi Aldama. No es para menos. En él se concentra el talento, el físico y el pedigrí de los elegidos. De él se aguarda el paso al frente para ser el líder de esta nueva España que transita por terreno ignoto. El canario de los Grizzlies (24 puntos) fue un tormento para Angola, un rival áspero en la Fonteta hasta el final. [89-81: Narración y estadísticas]
La selección cumple sin sobresaltos. Dos victorias en esta primera fase a la espera de la batalla del fin de semana. El ganador del Polonia-Finlandia (ambas derrotadas por Bahamas) de este jueves será su rival en semifinales del Preolímpico. La pujanza de Aldama, los puntos de Willy (22), el timón de Lorenzo Brown (11 asistencias) y los triples en el acto final fueron demasiado para estos 'hijos del angolazo' que maneja el español Pep Clarós. Pero también hubo espacio para los aspectos a mejorar, el acierto, el rebote, la defensa y los errores en el debe de los de Scariolo.
No iba a ser un paseo como el de 24 horas antes contra Líbano. El físico angoleño impide cualquier aspaviento y sin Juancho, al que las pruebas médicas no han detectado lesión pero es duda para los partidos clave del fin de semana por sus molestias en la ingle, la rotación y las posibilidades para Scariolo se reducían aún más. España amaneció seria y dominante, pero pronto el rebote ofensivo empezó a ser una sangría.
Garuba
Esas segundas opciones no sólo daban vida a los africanos, también hacían perder la concentración nacional, cortaban sus mecanismos y desesperaban. El otro problema contra la pintura angoleña fueron las dos faltas exprés de Garuba. Con Aldama ya imparable llegó la máxima (30-21), aunque el final del segundo acto iba a comprobar la irrupción del NBA Bruno Fernando. Willy, con Lorenzo encontrándole compulsivamente, hacía tanto daño en la canasta contraria como concesiones en la propia. Se fue a los 16 puntos al descanso, pero sólo un palmeo sobre la bocina de Pradilla mantuvo la ventaja de la selección (46-43).
España había echado de menos el acierto y no lo iba a encontrar de momento (el de Brizuela fue el único triple de todo el tercer cuarto). No es un equipo de tiradores y sin Abrines, el perímetro puede resultar un lastre. A la vuelta Willy siguió anotando (y Lorenzo asistiendo) con una asombrosa facilidad, esa conexión tan especial que hizo al pívot del Barça MVP del Eurobasket 2022. Tomó el relevo el inspiradísimo Aldama, que dejó un pase precioso por la espalda a Garuba también. Pero todo lo que cosechaba en ataque con sus gigantes, España lo dilapidaba en defensa, falta de agresividad, contundencia y foco. Y así la noche se mantenía viva en la Fonteta, con el peligro que eso acarreaba.
Fue la vuelta de Garuba (iba a durar poco tras otras dos faltas rápidas) y esos puntos de Brizuela los que le dieron un impulso clave justo antes de arrancar el round final. Que prolongó el triple de Rudy para la máxima (71-59), aunque no tiraba la toalla Angola, aprovechando cada error local para desesperación de Scariolo. Pero dos triples más (Pradilla y el propio Rudy) parecieron aclarar el panorama, el acierto a tiempo.
Se guardaba Scariolo todavía a Llull y Lorenzo para el último arreón, para al fin rendir a los rocosos angoleños, infatigables. Que sólo cedieron en la mismísima recta de meta, con la fiereza ahora sí de Garuba, con otro triple de Aldama, mostrando carácter hasta cuando De Sousa -hijo del mítico Jean Jacques Conceiçao, héroe del angolazo del 92 en el que precisamente estaba presente también Aldama padre-, le buscaba las cosquillas. El colmillo de quien está predestinado, del tipo sobre el que reposan las esperanzas, quien este fin de semana en la Fonteta debe llevar a España a donde pertenece, a los Juegos de París.