Sabalenka, la campeona del tigre, de los ataques de ansiedad a la gloria en Australia: “Ya no me vuelvo loca”

Sabalenka, la campeona del tigre, de los ataques de ansiedad a la gloria en Australia: "Ya no me vuelvo loca"

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Una tenista rota. Hace dos años, en el WTA 250 de Adelaida, un torneo previo al Open de Australia, la bielorrusa Aryna Sabalenka se sentó en su banquillo y empezó a hiperventilar. “¿Te encuentras bien?”, le preguntó la juez de silla. “No puedo sacar, no puedo sacar”, le contestó ella. No padecía ninguna lesión, de hecho no pidió asistencia médica: estaba sufriendo un ataque de ansiedad. Ante la estupefacción de su rival, la sueca Rebecca Peterson, Sabalenka encadenaba una doble falta tras otra, una doble falta tras otra, hasta sumar 21, con otros 40 errores no forzados. Llegó a sacar de cuchara durante un punto entero antes de romperse en un descanso.

Este sábado, esa misma jugadora, Sabalenka, levantó su segundo Open de Australia consecutivo con una superioridad apenas vista. Durante el torneo no cedió ni un solo set y sólo entregó 31 juegos a sus rivales, unos números que este siglo no lució ni tan siquiera Serena Williams -su récord, 43 juegos concedidos en 2017-. En la final, la bielorrusa se impuso por 6-3 y 6-2 ante la china Zheng Qinwen en una hora y 16 minutos de juego y confirmó su figura: a sus 25 años, número dos del ranking WTA, ya está preparada para responder al dominio de la polaca Iga Swiatek, número uno. Ahora es una tenista plena.

Un beso en la calva

“Sin mi equipo sería imposible estar aquí. Les apreté mucho hace unas semanas en Brisbane [perdió en la final y dijo que los suyos había hecho un mal trabajo] y han respondido”, comentó Sabalenka después de recibir el trofeo de manos de Evonne Goolagong, la australiana que ganó el Grand Slam hace justo 50 años. “¿Debo seguir hablándoles en inglés? Es que no me van a entender”, preguntó después la bielorrusa mientras sus técnicos se partían de risa. A uno de ellos, de hecho, su preparador físico, Jason Stacy, le volvió a firmar la calva tras la victoria, una superstición interna. De su mano Sabalenka ha transformado su juego en los últimos tiempos hasta ser la jugadora que es.

Demoledora, durísima, letal. Su tenis siempre había sido potente, de golpes directos, pero hasta el año pasado le podía la cabeza. Más que cabrearse como otras jugadoras, Sabalenka se hundía cuando fallaba. Su principal problema era la precipitación, querer ganar demasiado rápido, pero ya no es así. “Soy una tenista y una persona mucho más madura. Trabajé mucho para conseguirlo. Me volvía loca en la pista y no disfrutaba del proceso, sólo quería ganar”, confesó esta semana la bielorrusa, que contó durante un tiempo con un psicólogo en su equipo. “Me dio buenas herramientas, pero esperaba que él me resolviera los problemas. Así que tomé las riendas de mi carrera”, proclamó.

El paseo que le cambió la vida

De Minsk, la capital de Bielorrusa, su relación con el tenis es casual, nada familiar. Cuando tenía seis años paseaba junto a su padre Sergey, jugador de hockey hielo, vieron unas pistas, entraron a probar y ambos les gustó. Estudiante de Ciencias del Deporte en la Universidad Estatal de Bielorrusia, su irrupción en el circuito llegó de la mano de la belga Elise Mertens, especialista en dobles, junto a quien ganó el US Open 2019. Luego, tras unirse a las protestas populares en su país contra el presidente Alexander Lukashenko, se mudó a Miami y su carrera individual también fue despegando. Su pena fue que su padre no pudiera verlo.

En noviembre de 2019 falleció a los 43 años por culpa de un ataque al corazón y dejó a Sabalenka entre un mar de dudas. Fueron los momentos más complicados de su progresión: enlazaba partidos majestuosos con instantes de pánico. Luego llegó su primer Grand Slam, el año pasado en Australia, y su candidatura a dominadora del circuito WTA.

Su “no” a la guerra

Con un enorme tatuaje adolescente de un tigre en el brazo -porque nació en 1998 y en China era el año del tigre- en los últimos tiempos también se ha destacado por intentar mediar con las tenistas ucranianas, especialmente con Marta Kostyuk, la más beligerante ante la presencia de rusas y bielorrusas en el torneo.

“No apoyo la guerra. ¿Cómo podría apoyar la guerra? Si pudiera la detendría. Desafortunadamente no es mi responsabilidad. Igualmente, entiendo que no me quiera dar la mano”, aseguró el año pasado en Roland Garros tras un partido ante Kostyuk en el que no hubo saludo final. Semifinalista en todos los Grand Slam el año pasado, esta temporada es la temporada de Sabalenka, de una tenista rota a una tenista plena.

kpd