Explicaba José Quiles que, en los días previos a su combate en los Juegos de París, chupaba cubitos de hielo para tener algo en la boca y no pensar en el hambre atroz que tenía que soportar. Por su altura y su constitución, su peso normal debería rondar los 70 kilos y su peso como boxeador, como mucho, los 60, 61 o 62 kilos, pero el Comité Olímpico Internacional (COI) varió sus categorías y le obligó a bajar de los 57 kilos. Una tortura. Este sábado cuando perdió en cuartos de final contra el uzbeko Abdumalik Khalokov, el campeón del mundo, el máximo favorito, no pudo contenerse y se derrumbó al recordar lo mucho sufrido para al final no conseguir una medalla.
“Ahora sólo quiero ir con mi familia y poder tener una vida normal. No sé si volveré a unos Juegos Olímpicos, si lo podré hacer de nuevo, pero seguro que no lo haré en este peso”, aseguraba Quiles que, además, vivió su derrota como una injusticia.
“En el primer round sí me ha sorprendido con su velocidad, pero en el segundo sólo ha habido dos o tres golpes claros y han sido míos. Creía que me daría a mí el empate y todo se decidiría en el tercer round. No lo entiendo. Él [por Khalokov] sólo se ha dedicado a correr, no tiraba golpes, y el árbitro no le decía nada”, denunciaba Quiles, en caliente, pero con cierta razón.
“Un 5-0 ha sido demasiado”
En el primer round, el español fue dominado por Khalokov, pero en el segundo conectó una ráfaga de golpes y, pese a ello, no le dieron ni una ligera ventaja. Los cinco jueces por unanimidad decidieron que había dominado el uzbejo. Después del 5-0 en el primer round y el 5-0 en el segundo round, el combate ya estaba decantado. “En el segundo round el 5-0 ha sido injusto. Como mucho podía haber perdido por 3-2, pero un 5-0 ha sido demasiado”, valoraba el seleccionador, Rafa Lozano, que no quería cargar con sus críticas.
Al fin y al cabo, a España todavía le quedan dos participantes en pie, dos medallistas asegurados. En los próximos días Enmanuel Reyes Pla y Ayoub Ghadfa pelearán por el oro, una realidad que hace que, pase lo que pase, la alegría española sobrevuele siempre el Arena París Nord, la sede del boxeo.
“Llevábamos 24 años sin medallas y ahora vamos a tener dos. Estamos muy contentos, no lo podemos negar. Es el fruto del trabajo que venimos haciendo desde hace 10 años, con pocos medios, con mucho esfuerzo”, finalizaba Lozano antes de marcharse a consolar a Quiles, roto por la derrota y por el hambre.