Tour de Francia
Belfort – Le Markstein
El esloveno se impone a un líder que le controló siempre y suma su segunda victoria de etapa. Adam Yates asegura el podio y Carlos Rodríguez, que sufrió una caída, finaliza quinto
Gritó Tadej Pogacar, los puños apretados, al fin algo de felicidad tras días de agonía, de buscar y no encontrar explicaciones a su Tour perdido. Una victoria en Le Markstein, la 11ª de su carrera a sus 24 años. Un grito de rabia en la meta de los Vosgos, el podio del compañero asegurado, objetivo del día cumplido, aunque el de verdad, el que importa, lo perdiera rotundamente a mitad de semana con ese tipo imperturbable que es Jonas Vingegaard, vigilante hasta el último metro aunque lo tuviera todo bien atado, su segundo Tour consecutivo, un lugar en la historia. [Narración y clasificaciones]
En ese sprint en Le Makrstein iban las fuerzas recuperadas, pero también la liberación a tanta frustración. Se impuso el esloveno sin demasiados problemas, no hay nadie como él con ese punch, por delante de Felix Gall y del propio Vingegaard, que apenas pudo oponer. Por detrás, los hermanos Yates, Adam asegurando el tercer puesto en la general y Simon asaltando el cuarto de un Carlos Rodríguez herido y sufriente, que llegó a 50 segundos y finaliza quinto su primer Tour, con el triunfo en Morzine para siempre. Sexto y también ganador de etapa otro que merece aplauso, un Pello Bilbao entero hasta el final.
Resultó una etapa de guardar lo obtenido durante tres semanas antes que de intentar proezas, las ambiciones ya tan agotadas como las energías. Un día marcado por el último baile de Thibaut Pinot, por la caída temprana de Carlos Rodríguez y por el único ataque de Pogacar en Platzerwasel, a 5,5 de la cima, aunque sin solución de continuidad. Una vez remontado por Vingegaard, jugaron a lo táctico, sin conceder un relevo el danés, esta vez a la expectativa el esloveno.
Había sido un arranque de etapa completamente frenético. Nadie se quería ausentar de la última fiesta del Tour, pese a las fuerzas al límite, una verdadera gymkana en poco más de 130 kilómetros por los Vosgos. En el amanecer desde Belfort bien se podría comprobar a Vingegaard en el grupo de escapados, suscitando los recelos del resto. O a Giulio Ciccone acumulando puntos para su maillot de la montaña. Lo iba a lograr matemáticamente en la cuarta cota, el Col de la Schlucht y así lo celebró, con brazos en alto como si hubiera ganado una etapa. El último italiano en acabar con el maillot de puntos rojos fue Franco Pellizotti en 2009, antes, Chiappucchi en 1992.
También Thibaut Pinot acaparaba los focos, la última etapa propicia en la carrera de unos de los ciclistas con más carisma del pelotón, recibiendo todos los homenajes merecidos en las montañas donde creció y donde tiene su granja en Melisey. Un tipo que llevó el peso de una nación sobre sus hombros, capaz de reconocer que siente su popularidad por encima de su talento, de pronunciar: “Desearía recibir menos amor y más victorias”.
Pero no todo eran alegrías. Carlos Rodríguez y Sepp Kuss se vieron implicados en una caída en el kilómetro 33, en una curva del descenso del Ballon de Alsacia, ambos reintegrados pronto pero con visibles heridas en sus cuerpos y en sus rostros. Iba a ser demasiado para el español, que sin embargo nunca se rindió aunque viera como pronto las opciones de remontar al podio se esfumaran, incluso el otro Yates se le escapara por delante.
Los fugados, que no gozaron nunca de una ventaja notable, pronto se vieron alcanzados por el ímpetu de Pogacar. Felix Gall llevó la iniciativa con los dos colosos de nuevo tanteándose y los hermanos Yates concluyeron su trabajo con maestría.