GP de Singapur
El mexicano aprovecha el error en la salida del líder de Ferrari para alcanzar la victoria, en el día en que Verstappen sólo pudo ser séptimo y Alonso abandonó por un problema mecánico.
Hubo un punto de crueldad en la victoria de Sergio Pérez sobre Ferrari en Singapur, donde Charles Leclerc volvió a desperdiciar su pole y Carlos Sainz bastante tuvo con aguantar su posición en el podio. Después de más de dos horas, sobre un asfalto mojado y traicionero, el mexicano solventó la situación con una facilidad inaudita, como si se tratase del mismísimo Max Verstappen, relegado toda la noche a posiciones alejadas de la cabeza. Ni en ausencia del próximo campeón, ni bajo la espada de una sanción a Pérez, por una doble maniobra irregular en las resalidas, supo Ferrari ganar en Marina Bay.
Necesitaba reivindicarse Checo, porque desde su victoria en Mónaco no había cumplido con lo que le exigen Christian Horner y Helmut Marko. Por eso atacó de inicio a Leclerc y surcó con bravura cada metro de esta intrincada pista urbana. Suya fue la exhibición final, con algo menos de media hora en el reloj, cuando el monegasco contaba además con la ventaja del DRS, activado al fin por los comisarios tras una eterna espera. Pérez se veía contra las cuerdas, víctima de un fallo en la entrega de potencia. Tampoco Sainz atravesaba su mejor momento, penando con el Ferrari para contener a Norris.
En un par de vueltas, sin embargo, la situación dio un vuelco. Una derrapada hizo perder casi un segundo al 16 de Ferrari ante un líder cada vez más consolidado. Sainz recuperó el aliento para su octavo podio del año. Por radio, Xavi Marcos espoleaba a Leclerc para que no perdiera más de cinco segundos. Si se mantenía dentro de ese rango, un hipotético castigo al líder le daría la victoria. Ni eso pudo el monegasco, que cruzó la meta a casi siete. Cuando Checo bajó exhausto del RB18, ni el más estricto juez podría objetar algo a su victoria.
Alonso, una pared para Verstappen
Un esfuerzo titánico, con las dificultades propias de la humedad, el calor y la cercanía de los muros. La agonía del estrés y la cabeza fría a la espera del momento idóneo para el ataque. El primer reagrupamiento se produjo tras el toque entre Nicholas Latifi y Guanyu Zhou, que dejó fuera de combate a ambos. Habían transcurrido sólo ocho vueltas, por lo que no hubo más noticia que el tradicional desfile en fila india tras el safety car.
Verstappen, que sudaba tinta tras Sebastian Vettel, no sólo recuperó el medio minuto que venía perdiendo ante los líderes, sino que en el mismo instante de la reanudación, sorprendió al Aston Martin en la curva 5. Y tras desembarazarse de Pierre Gasly, inició su particular batalla frente a Alonso. A su estela llegó a perder dos segundos por vuelta respecto a la cabeza. Hasta que el motor del Alpine gripó y el asturiano, en su 350ª carrera quedó varado en la escapataoria de la curva 10.
Sainz nunca pudo competir frente a Leclerc en su primer relevo con los intermedios y andaba ya conforme con mantener a raya a Hamilton. Rodaba tercero merced a su empuje en la salida, cuando no dudó en sacar hacia fuera al líder de Mercedes. Hacia la vuelta 18, los ingenieros de Ferrari le conminaron a refrigerar los neumáticos por las zonas húmedas del asfalto.
El primero en atreverse con las gomas de seco fue George Russell, que había partido desde el pit-lane y nada tenía que perder. Fue un movimiento temerario que le hizo perder más de tres segundos por vuelta. La constatación para los favoritos, que aún deberían demorarse algo más. Claro que la victoria se jugaría en la estrategia. La cuestión estribaba en elegir el momento idóneo para la parada decisiva.
5,3 segundos en ‘boxes’
Cuando Alexander Albon incrustó el alerón delantero de su Williams contra las protecciones de la curva 8, llegó el primer amago. Justo a continuación, la rotura de Esteban Ocon, con su motor hecho añicos, agitó los nervios durante el virtual safety car. Hamilton acechaba a Sainz y Verstappen a Norris. Pero ningún equipo movía ficha en boxes. Había pánico a ser el primero.
Finalmente, en la vuelta 35, desfiló Leclerc, con tan mal tino que no supo frenar el coche: 5,3 segundos en el proceso, más del doble que Pérez y Verstappen, que también colocaron medios. Hamilton ya había perdido sus opciones con una errática frenada ante Sainz. Incluso pudo causar algún severo disgusto al reincoporarse por delante de Verstappen, con el alerón delantero a la rastra.
Sin un momento de tregua, Yuki Tsunoda desencadenó el segundo safety car y los trabajos para recomponer las protecciones constataron la evidencia: no había tiempo para completar las 61 vueltas. Esas prisas debieron de afectar a Pérez, cuyas relanzadas no pasaron desapercibidas para los comisarios. Y aún más a Verstappen, autor de un clamoroso error ante Norris. Aun tras otro cambio de gomas supo el neerlandés recuperar otra vez la posición ante Hamilton y Vettel. Este séptimo puesto le basta para ir preparando la fiesta de campeón en Suzuka.