Pedro Vives, el ayudante de Alcaraz que fue su compañero de generación y un día perdió las ganas: “No sé exactamente qué fue”

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En una esquina, Pedro Vives sonríe. En el hall del Inalpi Arena está instalada la pista de entrenamiento y el público aplaude a Carlos Alcaraz, que se prepara para las semifinales de las ATP Finals de esta noche ante Felix Auger-Aliassime (20.30 horas, Movistar), justo antes de recibir el trofeo como número uno del año. Todas las cámaras lo enfocan, hacia él se dirigen las luces, ningún aficionado mira a otro lado, pero, en una esquina, Pedro Vives sonríe. Y quizá eso sea lo más importante de todo.

Vives podría haber dejado el tenis, regalado sus raquetas y repudiado toda una infancia de aprendizaje, y sin embargo aquí está estos días disfrutando como sparring de Alcaraz. Su historia es una de esas que se pierden en las pistas, más allá del Top 10, del Top 100, incluso del Top 300 del ranking ATP. Vives fue compañero de equipo del propio Alcaraz cuando ambos eran niños; fue compañero de entrenamiento de Rafa Nadal cuando era adolescente y hoy es el 463 del mundo, pero a sus 24 años sigue peleando por ser tenista.

Se le ve disfrutar estos días.
Sí, sí, para mí es puro disfrute. Llegué la semana pasada y estuve jugando sets de entrenamiento con De Miñaur, Fritz o Shelton. Aprendí un montón. Me di cuenta de que podía pelearles, no me llevé ninguna paliza, pero la diferencia estaba en la regularidad: ellos aguantaban el ritmo durante más tiempo. Estos días con Carlos no son tan exigentes, sólo peloteamos para que mantenga el feeling, pero me lo paso muy bien igualmente.
¿Cómo será la vuelta a la vida real?
Cuando me llamó la ATP para venir ya sabía que sería sólo un break. En cuanto acaben estas ATP Finals tengo torneos challenger en Egipto y Baréin y así cerraré la temporada. Hasta que llegas al 250 o incluso al 200 del ranking, el tenis es muy duro: tienes que poner casi todo de tu parte. Invertir en viajes, invertir en tu equipo, invertir en ti para tirar adelante. Pero yo quiero seguir apostando.
Entrenando cada día con Alcaraz, ¿se compara?
Si me comparara no sacaría nada bueno, nada positivo. Compararme con alguien como Carlos es muy mala idea. Es un fenómeno de este deporte, a los 22 años ya tiene 22 Grand Slam… Puedo aprender de él, pero compararme sería malísimo.

Ahora entre ambos hay un abismo, pero Alcaraz y Vives compartieron entrenamientos, competiciones y viajes como compañeros del mismo equipo. De Palma de Mallorca, fue fichado por el Real Club de Tenis Barcelona para su equipo júnior al mismo tiempo que el hoy número uno y otras promesas españolas como Dani Rincón, ahora el 206 del ranking mundial.

“Ya nos conocíamos de antes. Carlitos tiene dos años menos que yo, pero nos habíamos visto en los torneos del Rafa Nadal Tour, del Nike Tour… Siempre fue muy bueno, pero a los 15 años pegó un cambio físico muy grande y fue cuando empezó a sobresalir”, recuerda Vives, que luego dio un paso más en su carrera al entrar como becado en la Rafa Nadal Academy. A los 16 o 17 años entrenaba a diario con Nadal o Casper Ruud y su trayectoria iba directa a la élite.

La experiencia con Nadal

¿Cómo era entrenar con Nadal?
Era una suerte, era un espectáculo. Obviamente, Rafa tampoco pasaba muchos días en la academia, pero cuando estaba me tocaba entrenar con él. Los primeros días me imponía, pero luego ya me acostumbré. Yo hacía lo que me pedían, estaba súper concentrado.

Tiene en su Instagram una foto de muy niño en brazos del propio Nadal y de Carlos Moyà. ¿Cómo es eso?
Fui con mis padres a ver una eliminatoria de la Copa Davis de 2004 que hubo en Mallorca y no sé cómo consiguieron esa foto. Es bastante surrealista. Luego, un día en la academia, me dijeron de broma que si la repetíamos y Carlos me volvió a coger. Esa segunda foto también es surrealista, la verdad.
Hasta el covid compitió regularmente en challengers y futures y luego encadenó dos años en los que solo contó derrotas. ¿Qué le pasó?
No sé exactamente qué fue. No hubo torneos durante medio año por la pandemia y después me costó mucho volver a las rutinas de entrenar, de viajar, de competir. Perdí la motivación, lo pasé un poco mal. Por suerte después me llegó la oportunidad de irme a estudiar y a jugar a Estados Unidos.
Estuvo cuatro años en la Texas Christian University. ¿Por qué tantos jóvenes se van allí?
Para mí fue difícil, no creas. Ya tenía 20 años, ya sabía lo complicado que era el mundo del tenis y de alguna manera me apartaba de esa progresión de futures, challengers y torneos ATP. Tenía dudas, pero fue una gran experiencia y ahora, ya de vuelta a Mallorca, vuelvo a intentar subir en el circuito. Si volviera atrás me iría incluso antes, a los 18 años. Ahora sé que el tenis tiene más caminos.

kpd