Atlético 1 – Espanyol 1
Un Espanyol con 10 más de una hora arranca un empate del Metropolitano. Darder adelantó a los visitantes en inferioridad y empató el portugués (1-1).
No hay tregua para la depresión del Atlético, al que se le escapa la temporada de las manos en un otoño insólito en la era del Cholo. Expulsado de Europa el martes en Oporto, fue incapaz de levantarse el domingo en esta Liga que es su último asidero ya en noviembre. Un Espanyol con 10 le sacó de quicio y la magia de Joao Félix sólo fue capaz de rescatar un punto que le sabe a otra decepción. [Narración y estadísticas (1-1)]
Tuvo mil ocasiones esta vez en la pura angustia de la remontada que no iba a ser, porque el Espanyol se convirtió en una comida indigesta para el Atlético. Otra más. Recibido con el fondo vacío en señal de protesta y con división de opiniones para Simeone, ese caldo de nerviosismo creció el rival cuando Darder volvió a herir a la trémula defensa rojiblanca. Porque el equipo de Diego Martínez se manejó en inferioridad más de una hora y sólo Joao Félix, al rescate esta vez antes de lo habitual, fue capaz de hacer temblar sus cimientos.
La tarde había cambiado radicalmente de un patadón. En un partido que era la más absoluta nada, media hora de querer y no poder ante un ordenadísimo Espanyol, Reinildo Mandava golpeó con su zurda un balón dividido. Y ese pelotazo desató, al fin, el caos necesario. Porque se convirtió en un profundo pase para el infatigable Morata, que persigue tantos balones como remates falla. Y de esa virtud del delantero, a los catalanes se les rompieron todos los planes.
Roja Cabrera
Porque Leandro Cabrera midió mal la carrera y cuando Morata se iba a plantar solo ante Lecomte, le derribó. La roja fue el resorte que necesitaba el Atlético y también lo que desestabilizó el planteamiento del visitante. Una sacudida. Reinildo empezó su despliegue por la izquierda y, hasta tres veces, los rojiblancos remataron con claridad desde el punto de penalti. Pero ni Llorente -de vuelta tras su lesión al mismísimo once titular- en dos ocasiones ni Molina concretaron y se llegó al descanso sin novedad en el marcador.
Con Correa en el campo intentó el Cholo revolucionar el asunto. En las botas del argentino estuvo una de las ocasiones más claras, salvada por los reflejos de Lecomte. Pero la fatalidad estaba a punto de visitar, de nuevo, al Atlético. El Espanyol, que ya había avisado a balón parado, no desaprovechó la que iba a ser su única bala en toda la tarde. Una magistral asistencia de Joselu, que amortiguó un centro como quien extiende un mantel, para que Darder rematara en el segundo palo.
Entonces los pitos, los nervios, los cambios. Las oportunidades que se le escapaban. Un remate de Giménez, otro de Morata, el siguiente de Griezmann. Y cada fallo más flagrante acentuaba la ansiedad de un grupo completamente desenfocado, atrapado en su propio fango.
Simeone ya había hecho los cinco cambios en el minuto 72. Y le iba a dar resultado. Porque el también recuperado Lemar y, sobre todo, Joao Félix, aportaron la chispa que nadie tenía en el Metropolitano. El tanto del portugués fue una delicia, una muestra más de su talento infinitivo. Un control orientado y un zurdazo brutal al primer palo. Desenfundó con la velocidad de Billy el Niño. Que él no sea el líder absoluto de este equipo es, sin duda, uno de los grandes misterios y a la vez uno de los grandes problemas del Atlético.
Pero era el minuto 78 y el abismo de otros dos puntos perdidos se le hizo angustia al Atlético. Un cabezazo del propio Joao y otro disparo cruzado se encontraron con un Lecomte ya vestido de héroe en la que había sido su casa. Giménez y Molina, en el descuento, también pudieron hacer el gol de una victoria que no llega y que hunde todavía más a este Atlético sin rumbo.