Joe Thompson, ex jugador de la academia del Manchester United, ha muerto este jueves a los 36 años, un año después de su tercer diagnóstico de cáncer. El club Rochdale, de la quinta división del fútbol inglés, con quien disputó más de 200 partidos, ha anunciado el fallecimiento del centrocampista.
“Conocimos a Joe principalmente como un futbolista de talento, pero pronto llegaríamos a adorar su personalidad cariñosa y contagiosa”, dijo el Rochdale en su comunicado.
“Afrontó todas las batallas de frente, tanto dentro como fuera del terreno de juego. Su trayectoria y su espíritu indomable han sido una inspiración para todos los que se han visto afectados por su historia. Por encima de todo, Joe fue un marido cariñoso para Chantelle y un padre increíble para Thailula y Athena Rae”, asegura el club.
Thompson pasó por la academia del Manchester United, a la que se incorporó con nueve años, antes de jugar en el Rochdale, el Tranmere Rovers y el Carlisle United.
“Un hombre que personificaba los valores de nuestro club… Nuestros pensamientos están con la familia y los amigos de Joe en estos difíciles momentos”, declaró el Manchester United en un comunicado.
Thompson fue diagnosticado por primera vez de linfoma de Hodgkin en 2013, cuando jugaba en el Tranmere. La enfermedad reapareció tres años después y pudo anunciar que estaba libre de cáncer en 2017.
Menos de un año después marcó el destino del Rochdale al salir del banquillo en el último partido de la temporada 2017-18 para marcar en una victoria por 1-0 que mantuvo al equipo en la tercera división.
Se retiró en 2019 y pasó a convertirse en speaker y coach motivacional del equipo. También desempeñó un papel de embajador en el United.
El año pasado, Thompson fue diagnosticado con cáncer por tercera vez.
El Rochdale, situado justo al norte de Manchester, dijo que sus jugadores llevarían brazaletes negros durante el partido del viernes en Altrincham en la Liga Nacional.
Eurocopa 2024
PABLO DE LA CALLE
@Pablodelacalle
Actualizado Miércoles,
15
noviembre
2023
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21:21Arrancan jornadas decisivas para icónicos jugadores en su desafío por...
Un safety car, el primero en tres años en Montmeló, sacó de sus cabales a Max Verstappen. A 11 vueltas, cuando Andrea Kimi Antonelli quedó varado en la grava de la curva 10 tras una rotura de motor, los favoritos debieron pasar otra vez por boxes. A Red Bull sólo le quedaba un juego de duros para Mad Max, abocado desde entonces a la peor de las suertes. El holandés supo salvar un latigazo salvaje a la entrada de la recta, pero nada pudo hacer frente a Charles Leclerc y George Russell. Totalmente desquiciado, el tetracampeón vio de lejos el doblete de McLaren, con Oscar Piastri por delante de Lando Norris.
Una merecida sanción, por colisionar ante Russell, relegó a Verstappen a la décima plaza, justo por detrás de Fernando Alonso. De este modo, el asturiano sumó sus dos primeros puntos del año, tras quitarse de encima a Gabriel Bortoleto y Liam Lawson. Entre tantas escenas de caos, ninguna como la de Nico Hulkenberg con Lewis Hamilton. Un Sauber, el coche más lento de la parrilla, rebasaba a un Ferrari y era quinto en la meta.
Hubo invasión de pista para conmemorar este loco desenlace, decisivo para la suerte del Mundial. Piastri conquista su quinta victoria del año, mientras Verstappen sale casi de vacío de Barcelona. Nunca quiso claudicar, exprimió al límite su estrategia, pero ahora queda a 49 puntos del liderato. Traspasó los límites para defender el podio y acabó disparándose en el pie. Desde la salida quiso dejar claro que no iba de farol.
Norris, lento en la salida
Piastri aún guardaba recuerdo del error de Imola, cuando intentando sujetar a Russell dejó un resquicio a Verstappen, autor de un excepcional adelantamiento. Esta vez, McLaren no hubo de lamentar la pérdida del liderato, pero sí la lentitud de Norris, que se dejó ganar la partida frente al líder de Red Bull. Tampoco anduvo fino Russell ante los Ferrari, abocados desde entonces a un duelo fratricida.
Aunque el auténtico protagonista de la salida fue Hulkenberg, envuelto en un toque que le hizo salirse por el exterior de la curva 1. Dicha maniobra fue validada por los comisarios, así que el veterano ganó cuatro posiciones hasta situarse a la estela de Alonso. En la segunda vuelta, el bicampeón también hubo de capitular ante el Sauber.
Los malos presagios asomaron con una peligrosa maniobra de Lawson y se agudizaron con una salida de pista en la curva Seat. Tras 13 vueltas, la degradación mermaba al AMR25, así que dos giros después entró el asturiano para montar los medios y reincorporarse último. En la décima vuelta ordenaron a Hamilton ceder el paso a Leclerc y Williams llamó a capítulo a Carlos Sainz. Algo habían detectado en el alerón delantero, con daños desde la primera vuelta, así que fue preceptivo el cambio. Tras casi 11 segundos en el pit-stop, las opciones del madrileño pasaron de remotas a nulas.
Alonso, el domingo, en la recta de meta de Montmeló.EFE
La baja de Lance Stroll, víctima de un problema en una muñeca, había permitido avanzar un puesto a Carlos en la parrilla, por delante de Franco Colapinto y Yuki Tsunoda, que partió desde el pit-lane. Un domingo terrible para el madrileño, condenado a luchas de escaso rango. A bordo de un Williams muy lento en las curvas de Montmeló, con daños en el alerón delantero por culpa de Lawson, aún puede darse por satisfecho con su decimocuarta plaza final.
Lawson, un peligro rodante
En la decimotercera vuelta, Norris se quitó de enmedio a Verstappen a final de la recta. Nada podía oponer frente a los monoplazas papaya, pero el holandés sí dejó un glorioso adelantamiento a Antonelli, en la zona del estadio, y otro frente a Russell, en la Moreneta. En una carrera tan táctica, Red Bull aún guardaba su cuota de esperanza.
Por eso tomaron la iniciativa en la vuelta 14 para colocar un segundo juego de blandos a Verstappen. Ocho giros más tarde, McLaren optó por los medios con Norris y también para Piastri, cediendo la cabeza ante el tetracampeón. En la vuelta 30, Red Bull lanzó otro órdago, metiendo medios, mostrando que iban a tres paradas. A 19 giros para la meta llegaría la última parada para el holandés. McLaren, por supuesto, respondió de inmediato con Norris y Piastri.
Durante las dos últimas ediciones, no se había registrado ni una sola bandera amarilla, así que el safety car postrero con Antonelli hubo de interpretarse como una bendición. Los comisarios ya se habían ahorrado medidas cautelares incluso cuando Lawson hizo trizas el ala delantera de Alex Albon. El sol ardiente debió de pasar factura al neozelandés, demasiado agresivo frente Sainz y Oliver Bearman. Y ni por esas recibió una penalización.