Muere Dick Fosbury, el atleta que revolucionó el salto de altura

Muere Dick Fosbury, el atleta que revolucionó el salto de altura

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Con su innovación de saltar arqueando la espalda ganó el oro en los Juegos Olímpicos de 1968

Fosbury, en la final de los JJOO de México 1968AFP

Aquel 20 de octubre de 1968, el mundo contempló asombrado hasta la incredulidad cómo un joven estadounidense de 21 años llamado Richard (Dick) Fosbury sobrepasaba, salvándolo de espaldas, el listón en la final del salto de altura de los Juegos Olímpicos de México. Emprendía la carrera, se impulsaba hacia arriba, se situaba de costado por encima del listón, giraba entonces el cuerpo, se curvaba sobre la barra, la salvaba con el brazo y, con las piernas hacia atrás, aterrizaba sobre los hombros en la colchoneta. No era natural. No parecía posible…

Puede que no fuera natural, pero era perfectamente posible. Tanto, que, desde entonces, lo posible y lo natural se fundieron hasta confundirse. Fosbury había cambiado el salto de altura, el atletismo y, por extensión, el deporte entero. Ganó el oro con una marca de 2,24, a cuatro centímetros del récord mundial del soviético Valery Brumel, el más perfecto representante desde el punto de vista técnico del estilo de rodillo ventral, el único existente, conocido.

Y ya nada fue igual desde entonces. Todavía, durante algunos años, los dos estilos se alternaron. Cautelosos, la mayor parte de los atletas y entrenadores permanecieron fieles a la fórmula de siempre. Pero el fosbury flop ganaba terreno día a día, especialmente entre los saltadores más jóvenes y, por ello, propensos a adoptar entusiásticamente las novedades. El fosbury flop era, para empezar, atractivo, original, un estallido generacional.

Creando escuela

En 1972, en los siguientes Juegos Olímpicos, los de Múnich, 28 de los 40 saltadores participantes ya utilizaban el nuevo estilo. En 1980, en Moscú, lo mostraban 13 de los 16 finalistas. ¿Nuevo estilo decimos? Bueno… no era totalmente nuevo. En 1966, el canadiense Debbie Brill lo había practicado… probablemente a imitación de un chaval, Bruce Quande, que lo había mostrado en una competición de un instituto de Montana.

Pero no habían pasado de una especie de ensayo circense. Fosbury, que ya lo ensayaba, entre burlas y risas de sus compañeros, en su propio instituto, lo perfeccionó. Con él ganó para su Universidad de Oregon el Campeonato Universitario USA y, en la cumbre deportiva del planeta, lo exhibió ante millones de espectadores de todo el Globo en una final olímpica, resuelta, por añadidura, con el oro. Le otorgó visibilidad, popularidad y éxito. El futuro había llegado, imparable, a través del mejor escaparte posible, y ya hace muchos años que el fosbury flop es el único estilo practicado.

Fosbury había nacido en Portland (Oregon), el 6 de marzo de 1947. Alto (1,93) y proporcionado (83 kilos). No había tenido un excepcional año preolímpico. Incluso había sido tercero en los trials de selección olímpica, con 2,21, tras Ed Caruthers y Reynaldo Brown, también con 2,21, pero con menos nulos. En la final olímpica, Fosbury, un manojo de tics y muecas, no cometió ningún nulo y, con 2,24, superó a dos saltadores convencionales, el propio Caruthers (2,22) y el soviético Valentin Gavrilov (2,20).

Se retiró muy pronto. No consiguió clasificarse para los Juegos de Múnich y dejó con 25 años el atletismo. Ingeniero, se instaló en Ketchum (Idaho) por un problema de alergia incompatible con el clima y los bosques de su estado natal. Jamás superó su marca de 2,24. No era el más dotado de los saltadores, pero fue el más importante. Nunca ninguno influyó tanto como él en su prueba. La convirtió en otra. La revolucionó. Hizo historia. Hizo magia.

kpd