GP de Japón
Victoria en Suzuka por delante de Pérez y Leclerc tras dos horas de suspensión por la fuerte lluvia. Abandono de Sainz y séptimo puesto de Alonso en una carrera que sólo duró 40 minutos.
Cruzó la meta con su acostumbrada suficiencia, culminando su decimosegunda victoria del año, ajeno a los peligros que habían acechado durante 40 minutos bajo la lluvia. Nada más bajar del coche, a Max Verstappen le dijeron que era campeón del mundo. Sin embargo, durante su charla con Sergio Pérez y Charles Leclerc, camino del podio, él mismo se dio cuenta de que las matemáticas no cuadraban. Ni siquiera la sanción de cinco segundos al monegasco, por ganar ventaja en la última chicane, le otorgaba la ventaja necesaria. Ni Red Bull daba el trabajo por finalizado ni Mad Max se sentía legitimado para sentarse en su trono. Semejante ceremonia de la confusión suponía un bochorno insuperable. De modo que tuvo que intervenir Jenson Button, con el micrófono oficial de la Fórmula 1, para otorgar oficialidad al asunto. Verstappen había conquistado su segunda corona por una singular aplicación del reglamento.
Nadie entendía por qué se otorgaban todos los puntos de una carrera en la que sólo se habían completado 28 de las 53 vueltas programadas. Es decir, el 52% del total, lo que debería otorgar al vencedor 19 puntos, en lugar de los 25 habituales. Con estas cifras sobre la mesa, la FIA tuvo que emitir una nota para arrojar algo de luz. “Las normas relativas a la asignación de puntos reducida (artículo 6.5) sólo se aplican en caso de suspensión de una carrera que no se pueda reanudar. Por lo tanto hoy se otorga la totalidad de puntos y Verstappen es campeón del mundo”, explicó el órgano rector.
Aún atónito entre semejante caos, sin ánimo quizá para festejar en condiciones, Verstappen anunció que esta misma noche volaría de vuelta a casa. Un año después de los extraños sucesos de Abu Dhabi, con aquella controversia suscitada por Michael Masi, la F1 redoblaba su más difícil todavía en Suzuka. Verstappen, bicampeón ya como Alberto Ascari, Jim Clark, Graham Hill, Emerson Fittipaldi, Mika Hakkinen y Fernando Alonso, merecía algo mejor. Su actuación en Suzuka, como a lo largo de este Mundial que ha dominado de punta a punta, fue incomensurable.
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“Es inaceptable que haya una grúa en la pista”
En la salida, donde otro se hubiese conformado con elucubraciones, Mad Max se lanzó al abordaje. Antes de alcanzar la primera curva, Leclerc ya le había metido el largo de un coche por el interior. Sin embargo, el neerlandés mantuvo gas a fondo por fuera para salir del aprieto como si nada. Justo en ese sector, donde Ayrton Senna y Alain Prost se batieron como fieras, Verstappen dejó para el recuerdo una maniobra inolvidable.
Venía lloviendo horas con fuerza y la situación se complicó de inmediato con el accidente de Carlos Sainz y la irrupción de una grúa en la pista cuando Eduardo Freitas, director de carrera, ordenó la salida del safety car. Las exasperantes dos horas de parón actualizaron aquel ridículo GP de Bélgica 2021. A la espera de más precipitaciones, la única consigna pasaba por enviar al coche médico a que reconociera la pista. Ni siquiera Bernd Maylander, con más de dos décadas de experiencia en el safety, obtenía permiso para salir a reconocer el asfalto.
La batalla de Alonso
Entre la indignación de los pilotos y las dudas de la fiel afición nipona, tras una resalida abortada y con el estremecedor recuerdo de Jules Bianchi en cada rincón de la pista, la carrera finalmente se reanudó bajo el coche de seguridad. Igual que hace una semana en Singapur, las condiciones del asfalto oscilaban más bien hacia el secado, así que de inmediato se inició el desfile por boxes. Sebastian Vettel fue el primero en montar el compuesto intermedio, que sólo un par de minutos más tarde le hacía volar hacia la vuelta rápida. Los favoritos, por supuesto, siguieron el ejemplo, con la excepción de Daniel Ricciardo, Mick Schumacher, Guanyu Zhou y Alonso, líder provisional durante dos vueltas.
Los cuatro suspiraban, obviamente, por más precipitaciones o por la providencial aparición de un safety car, pero sus plegarias no serían atendidas. Tras una excursión por la chicane, el asturiano montó las ruedas verdes, perdiendo la posición con Vettel y regresando a su séptimo escalón de la parrilla. Con algo más de un cuarto de hora hasta la meta, cualquier logro quedaba a expensas de la gestión de las gomas.
De ello bien podía dar fe Leclerc, cuyo paso de caracol terminó por excitar el apetito de Pérez. “¿Te has quedado dormido?”, preguntó el mexicano por radio. “Estás en el ritmo, así que ve a por él”, contestó Hugh Bird, su ingeniero de pista. Había menos de un segundo ahí, como entre Lewis Hamilton y Esteban Ocon, que nos regalaron un fantástico mano a mano. No había tregua, ni forma humana de gestionar las gomas, así que Alonso pasó por segunda vez a renovar su calzado. Lo que parecía una medida desesperada se tornó a su favor.
El brutal adelantamiento a Lando Norris en la mítica 130R sólo fue el inicio de su desbocada carrera hacia George Russell. Ni siquiera con el Mercedes pudo el británico frenar al bicampeón, que aún guardó fuerzas para lanzarse a por Vetttel. Ese sexto puesto se escapó por una centésima. Y la vuelta rápida, pese a que no se premiaba con el habitual bonus, la perdió por una milésima ante Guanyu Zhou (1:44.411).