El corazón del público estaba dividido. Los cerca de 15.000 espectadores que abarrotaron el Club de Campo el domingo se decantaban entre un triunfo consolidado de la estrella Jon Rahm y el empuje del emergente Ángel Hidalgo. Pero poco a poco, la forma de jugar y, sobre todo, la manera con la que el malagueño conectó con el público, desniveló claramente el apoyo del respetable a su favor.
El desenlace del Acciona Open de España podría servir perfectamente como guion de una de esas películas americanas deportivas de final épico. Hidalgo ha nacido con el ADN de la Ryder Cup. Es la duodécima victoria española en el torneo desde que pertenece al Circuito Europeo en 1951y la quinta en los últimos seis años de evento, lo que convierte a nuestro open nacional en zona restringida para la gran fiesta del golf español.
Madrid Thropy Promotion ha dado con la tecla del éxito exportando la fórmula ganadora que convirtió al tenis en algo más que un deporte en Madrid: ser un acto social y la mejor forma de networking. Quizás algunas de sus políticas son excesivamente rígidas, como no permitir al público entrar al campo ni siquiera con una botella de agua. Al fin y al cabo, no estamos hablando de un concierto ni un partido de fútbol. El aficionado al golf puede pasarse ocho horas en el torneo y recorrer varios kilómetros sin que todos tengan acceso a esas codiciadas pulseras que dan acceso a las zonas VIPs. Obligatoriamente deben pasar por caja y pagar cuatro euros por un simple refresco. También el celo de preservar la tranquilidad de profesionales de golf es a veces desmedido y ha llevado, por ejemplo, a que uno de los trabajadores haya perdido esta semana su puesto de trabajo por hacerse una foto con un jugador.
“Siempre que me dejen, yo pretendo estar aquí”
El otro de los alicientes, más allá del acierto que supone fijar la sede a un suspiro de la capital, no tiene que ver tanto con la gestión, sino con el buen momento de golfistas españoles y con el compromiso inquebrantable de Jon Rahm. Si había una edición con motivos (nacimiento de su hija y prohibición por ser jugador del LIV) para saltarse del calendario esta fecha, era esta, pero el vasco lo tenía clarísimo. “Siempre que me dejen, yo pretendo estar aquí, si no vengo es porque alguien no quiere que esté”, aclaraba el de Barrika.
El éxito de lo vivido con el golf estos últimos años podría animar a los promotores en pensar en un torneo del LIV Golf en la capital ya que la dimensión del evento, como sucede en Valderrama, y el montante económico se multiplicarían. Si durante esta semana el Open ha sido capaz de recaudar 3,7 millones, la cifra en caso de albergar un torneo de la liga saudita, podría alcanzar los 25. El compromiso de los sauditas con el Real Club de Valderrama es albergar cinco torneos (ya se han celebrado dos) en los próximos siete años y ya existe una posibilidad para intercalar un evento en Madrid. Esa opción ya está sobre la mesa de Greg Norman, cabeza visible del LIV Golf y que ha estado de gira por Europa.
Aun así, sería necesaria una autorización expresa del club gaditano, que está engrosando sus arcas gracias con un millonario acuerdo con la liga árabe a razón de dos millones por torneo disputado. La celebración de un evento así elevaría también el impacto económico de casi 20 millones de euros que tuvo el Open el año pasado al generar 700 empleos directos.