Un observador casual o un aficionado interesado, pero no puesto del todo al día, se habrá sorprendido de descubrir que existe un brasileño llamado Lucas Pinheiro disputando la Copa del Mundo de Esquí Alpino. Una anomalía. Una “imposibilidad” geográfica y cultural. Y no sólo eso. Se habrá extrañado más aún de verlo, al comienzo mismo de la temporada, en las alturas de las clasificaciones, con dos cuartas posiciones, una en el gigante de Sölden y otra en el eslalon de Levi. Ayer fue segundo en el gigante de Breaver Creek (EEUU) y proporcionó a Brasil su primer podio. La prueba fue ganada por el suizo Thomas Tumler.
Cabe recordar que otro brasileño, Nikolai Hentsch, había hollado las nevadas pistas en los primeros años del siglo. Logró algunos puestos entre los 10 primeros, aunque ningún podio, en descensos y supergigante, sus mejores pruebas. También participó, sin resultados relevantes, en los Juegos Olímpicos de Salt Lake City2002 y Turín2006. En estos últimos fue el abanderado de su país, así como en los Mundiales de Are2007.
Era brasileño, sí, pero con ese nombre estaba claro que venía de familia centroeuropea y se desenvolvía en el Viejo Continente. De hecho, había nacido en Ginebra. Habían existido bajo la bandera de Brasil, a finales del siglo XX, otros esquiadores alpinos de escaso fuste que mostraban nombres de similar origen: Robert Scott Detlof, Hans Egger, Fabio Igel y Lothar Christian Munder, participantes todos ellos en los Juegos de Albertville92, la primera vez que Brasil pisaba unos Juegos de Invierno, en los que nunca ha conseguido medalla alguna en cualquiera de las disciplinas.
Egger fue el abanderado de una delegación anecdótica de siete miembros, probablemente más interesados en hacer turismo que en competir. Munder también estuvo, y asimismo como abanderado, en los de Lillehammer94. Eran brasileños, sí, pero sus apellidos los delataban.
Pinheiro, en cambio, suena a inequívocamente… “amazónico”. Podría perfectamente designar a un centrocampista futbolero. Sin embargo, hace unos meses, Lucas Pinheiro, nacido en Oslo hace 24 años, era noruego y se llamaba Lucas Braathen. Cambió de apellido al colocar el materno por delante del paterno y dar un salto de país, de continente y de climas. De todos modos, aunque relegado a un segundo término, el patronímico Braathen no ha sido eliminado, y el esquiador lo mantiene oficialmente para figurar ahora en la nomenclatura del esquí como Lucas Pinheiro Braathen.
Y es una figura descollante. Ganador de cinco pruebas de la Copa del Mundo, coleccionista de 13 de podios y, sobre todo, adjudicatario en la temporada 2022-23 del Globo de Cristal de Eslalon, ha convertido a Brasil en una potencia alpina. De un único hombre, sí. Pero potencia, al fin y al cabo. Sin ir más lejos, ya le gustaría a España, que dispone de tres representantes en la Copa del Mundo, tener sólo uno, pero como Pinheiro. Y también muchos otros países.
El tránsito de la gélida noruega al tropical Brasil lo realizó Pinheiro, un rebelde, más bien un revoltoso, desde el enfado disciplinario con la Federación noruega. La ruptura lo llevó a la retirada con 22 años. Una desgracia para el esquí, que perdía a un tipo carismático, una especie de estrella del rock en la nieve.
Ahora lo ha recuperado después de que Lucas se tomara un año sabático de carácter más aventurero que relajado: exploración a pie de las principales capitales europeas; trayectos en bicicleta por los viñedos de la zona de Burdeos, no sabemos si por vocación enológica; estancia seudohippie en Ibiza; “estilo de vida brasileño” (es de confiar que en su versión más morigerada)… “He estudiado quién soy, con mis intereses y curiosidades fuera del esquí. He regresado a este hermoso deporte, pero en mis términos y con mis condiciones”.
Equipo
Esos términos y condiciones son un equipo de siete personas dirigido por su padre Björn, patrocinado por la Oficina de Turismo del Valle de Ötzal (Austria) y con sede en Sölden, también Austria. Por lo demás, mantiene Lucas, al menos hasta los Juegos Olímpicos de Milán-Cortina2026, su contrato con el material de Atomic y bajo el paraguas del Team Red Bull de Copa del Mundo.
Los equipos privados son frecuentes entre las grandes estrellas del esquí (Mikaela Shiffrin, sin ir más lejos, dispone de uno). Pero siempre con el respaldo y bajo la autoridad de la Federación del país respectivo. En el caso de Pinheiro, la Confederação Brasileira de Desportos da Neve ni pincha ni corta. Se limita a estar encantada con la situación, con el premio que le ha caído y esperar que la enseña “verdeamarela” con la divisa “Ordem e progresso” ondee en muchos mástiles bajo cero.