“En 15 o 20 años, lo veremos en varios programas”, vaticina Jordi Lafarga, ex entrenador de Javier Fernández, sobre una acrobacia que precisaría 440 revoluciones por minuto.
En 1988, durante el Mundial de patinaje artístico, un canadiense entonces desconocido, Kurt Browning, saltó, giró cuatro veces sobre sí mismo y cayó de pie para convertirse en el primer patinador en completar un cuádruple, un salto entonces considerado imposible. Fue una hazaña, un logro histórico. “Dile al ser humano que no puede hacer una cosa y el ser humano encontrará una manera de hacerla”, declaró entonces Browning. Hoy adolescentes de 14 o 15 años realizan cuádruples en competiciones de formación de medio mundo e incluso hace unas semanas un patinador, el estadounidense Ilia Malinin, fue capaz de clavar el cuádruple axel, el más difícil de todos los cuádruples, el que exige media vuelta más. Dar cuatro vueltas en el aire ya es algo superadísimo por el ser humano así que: ¿Cuándo alguien dará cinco? El salto quíntuple, la nueva frontera.
“Lo veremos, lo veremos en los próximos años, seguramente por Malinin, y en 15 o 20 años habrá varios patinadores que tengan quíntuples en sus programas. Pero no será algo tan extendido como los cuádruples. No todo el mundo será capaz de hacerlos, será cosa de unos pocos especialistas con una fisionomía muy concreta”, analiza Jordi Lafarga, entrenador de juventud del español Javier Fernández, que ha vivido de cerca la evolución de su disciplina.
“Cuando yo competía, en los años 80, los cuádruples eran unos saltos casi imposibles porque no entendíamos la técnica. Saltábamos lo más alto posible y, una vez arriba, girábamos. Hoy se sabe que hay que salir del hielo ya rotando. Es un cambio esencial, revolucionario, como la técnica Fosbury en el salto de altura”, analiza el ex patinador.
0,73 segundos en suspensión
Al contrario que ocurría con el cuádruple axel, que contaba con numerosos candidatos, entre ellos el dos veces campeón olímpico Yuzuru Hanyu, que llegó a intentarlo en competición, el quíntuple no tiene quien lo pruebe. Al menos todavía. Los entrenadores de Malinin admiten que “es una posibilidad” que lo entrene ahora y otros competidores de escaso palmarés, como el italiano Matteo Rizzo o el alemán Daniel Grassl, han tonteando con la opción de completarlo, aunque todos parecen un pelín lejos. La humanidad parece un pelín lejos. Porque para conseguirlo se necesita evolucionar en prácticamente todo.
Más altura, más tiempo de vuelo, más velocidad… todo. ¿Es posible? Según varios estudios, sí, pero se rozarían los límites humanos. De hecho, dos de los tres parámetros posibles ya se consideran prácticamente sobre la línea. Hoy en día, para completar sus cuádruples, los patinadores se elevan hasta 60 centímetros sobre el hielo y se mantienen unos 0,70 segundos en el aire. Sería posible ascender un pelín más y quizá alcanzar los 0,72 o 0,73 segundos en suspensión, pero poco más. Imposible. Va en contra de la física.
En lo único en lo que parece haber margen es en la velocidad. En busca de girar cinco veces sobre su propio eje los patinadores podrían acelerarse hasta las 440 revoluciones por minuto -actualmente se rondan las 400- y, para eso, requerirían dos mejoras: perfeccionar la técnica, es decir, encogerse aún más, con los brazos y las piernas todavía más pegadas, y moldear su cuerpo. Cuanto más finos, mejor. De hecho, la mayor ayuda para el cuádruple axel de Malinin fueron sus hombros pequeños y sus caderas estrechas, sus 53 kilos de peso repartidos en 1,68 metros.
“El riesgo de lesión es muy alto”
Luego otra cosa será que hacer un quíntuple compense. Porque ése es otro debate. Malinin es el favorito para el Mundial de Saitama del próximo marzo, pero no sólo porque sea capaz de clavar un cuádruple axel. Esa virguería únicamente le otorga un punto y medio más que otros saltos -en un programa que ronda los 200 puntos-. Es favorito porque es capaz de enlazar cuádruples de todo tipo con una soltura increíble. Para que intentar un quíntuple le valga la pena, la Unión Internacional de Patinaje sobre Hielo (ISU) debería retocar su programa de puntuación. Algo que no hará.
“Y por eso quizá tardemos en ver un quíntuple. Si sólo va a otorgar dos puntos más que un cuádruple lutz no compensará. Hay que pensar que en un quíntuple el riesgo de lesión es muy alto. El impacto que sufren las vértebras es muy fuerte, una caída puede ser muy descontrolada… Los entrenadores de Malinin deben de andar sopesando mucho sus opciones ahora”, finaliza Lafarga, convencido de que cualquier heroicidad es posible. Si un español, como su ex pupilo Javier Fernández, pudo ganar dos Mundiales, hasta un salto quíntuple parece dentro de los límites del ser humano.