LaLiga Santander
El polaco, con 17 goles, sólo ha marcado en tres partidos en 2023 y ve acercarse al francés, que llega a los 14 tras perderse un tercio de la Liga
Robert Lewandowski no sólo es el máximo goleador de la Liga, con 17 tantos. También es uno de los máximos asistentes, con seis. Por eso en el minuto 76 de Barça-Atlético, cuando se dirigía hacia la portería de Oblak, con la única compañía de Raphinha a su derecha, esperando el gol o el pase más sencillo de la carrera de ambos, para marcar el segundo y sentenciar la Liga, lo insólito fue que no acabara engordando ninguna de sus dos estadísticas. Su disparo dibujó una curva que casi acaba en el banderín de córner.
La disculpa de Xavi fue perfecta: «Es el Pichichi de la Liga con 17 goles, imagínate los demás». Esos demás no han sido capaces de darle caza. A pesar de que no es nada fácil encontrar en lo que va de siglo un goleador tan poco goleador a falta de ocho partidos. Raúl en la 00-01 llevaba 16, pero acabó marcando 24. Van Nistelrooy en la 06-07 y Diego Tristán en la 01-02, llevaban 15, y acabaron llegando a los 25 y 21 goles. El holandés, a partir de ahí, marcó en todas las jornadas menos la última, mientras que el sevillano sólo necesitó marcar en tres, incluyendo un hat-trick y un doblete. Pero sus rachas no tenían nada que ver con las del polaco, de ahí que Karim Benzema, con 14 goles tras perderse un tercio de Liga, aspire ahora a arrebatarle el Pichichi con una remontada histórica. El promedio goleador del madridista es del 0,70 mientras que Lewi, que antes del Mundial iba a gol por partido, se ha ido desinflando hasta el 0,65. Y bajando.
En los últimos tres lustros, el Pichichi en España había estado sometido a la dictadura de Cristiano y Messi, con permiso de Luis Suárez, quien tuvo que marcar 40 goles para llevárselo en la 2015-16. Sus herederos son de lo más talludito. Benzema, que lo ganó el año pasado, tiene 35 años, y la Liga ha tendido que importarle un competidor desde Alemania que los cumplirá en agosto. De hecho, ambos llevan menos partidos que sus perseguidores, lo que no da muchas esperanzas de cara a un futuro con ambos más viejos y sin otro matador en ciernes en nuestra Liga. El unocerismo que caracteriza al Barça en esta Liga (lleva 10), unido a lo pronto que ha dejado al Real Madrid lejos de la pelea, ha ido mermando las cifras de ambos, y no augura un final de Liga muy goleador.
Desde los 21 de Tristán hay que remontarse a los 19 goles de Butragueño en la 90-91, y al Hugo Sánchez de la 84-85, para encontrar un Pichichi tan barato. De hecho hubo un tiempo en España en el que podías ser el máximo goleador simplemente con los 17 que ya lleva Lewi: Juanito y el Polilla Da Silva empataron en la 83-84.
Lewandowski, que parecía el mismo del Bayern, ahora está lejísimos de su versión alemana. En las últimas cinco temporadas había superado los 30 goles. Hace dos años llegó incluso a los 41. La Bundesliga también parece echar de menos los goles del polaco porque su máximo goleador, Füllrug, del Werder Bremen, sólo lleva 16 goles, aunque con una jornada menos. Haaland en Inglaterra va por los 32. Mbappé lleva 20 en la Ligue 1, y en el calcio Oshimen, del Nápoles, lleva 21.
Al final del partido ante el Atlético, el polaco era el único que no tenía nada que celebrar. «Un delantero no puede reducirse solo a sus goles», dijo Lewandowski el año pasado a L’Equipe. Claro que eso era cuando metía goles. Ahora ha sucumbido a la presión. Lo reconoció Xavi en rueda de prensa: «Estará un poco triste por no marcar». Por primera vez en su carrera, lo normal en el polaco es no marcar.
Lewandowski llegó al Barça como si no hubiera abandonado el Bayern, cambiado de país, de casa, de liga, de compañeros. Sus balones seguían entrando en una portería con la misma tozudez. Trece goles en las primeras 14 jornadas. Dos goles en dos partidos en la Supercopa. Cinco en cinco partidos de Champions, a pesar del fiasco. El nuevo se había convertido en el líder de la grada, contagiando de éxito a un equipo joven y deprimido. Todos los goles con el pie, casi siempre al primer toque, todo muy clarito. Pero entonces llegó el Mundial.
En Qatar Lewi hizo lo que pudo. Llevó a Polonia hasta octavos. Dos goles en cuatro partidos. Se le atribuye al músico Mayard James Keenan la frase: «El desierto es un buen lugar para encontrarse a sí mismo, o para perderse». Al delantero le pasó lo segundo. De vuelta, tras 16 jornadas de Liga, sólo ha sido capaz de marcar en tres. Al Betis y al Cádiz en febrero, y un doblete al colista, el Elche, a principios de este mes.
Para encontrar las claves de la caída en desgracia de Lewi podríamos irnos a la interrupción del ritmo del Mundial, pero también a las sanciones, que le mantuvieron inédito en enero. O al parte de lesiones, que parece impecable ya que sólo se perdió un partido por lesión en el bíceps femoral en febrero, pero porque como contra el Girona, jugó mermado. Esa mañana, dijo el delantero del Barça: “No podía ni andar”, por culpa de un golpe en la espalda de Militao en el partido de Copa del Rey ante el Real Madrid. Lewi no se quiere borrar. Su compromiso con el club es indiscutible y hay daños que el runrún de la grada desconoce cuando no ves a Raphinha y mandas el balón al córner.
Otra clave sería la baja de Pedri, desaparecido desde el 19 de febrero y quien regresó este domingo. Sólo han jugado juntos cuatro partidos juntos desde el Mundial. Eso sí, Pedri no le ha dado ni una sola asistencia a Lewandowski en esta Liga, y tampoco es culpa del canario que ahora lleve 14 remates sin ver puerta.