Los asombrosos datos de la contrarreloj en la que Vingegaard arrasó a Pogacar: “Marcaba más vatios de lo previsto”

Los asombrosos datos de la contrarreloj en la que Vingegaard arrasó a Pogacar: "Marcaba más vatios de lo previsto"

Tour de Francia


Passy – Combloux

Actualizado

El danés marcó diferencias históricas en sólo 22,4 kilómetros, comparables a las exhibiciones de Armstrong manchadas por el dopaje. Desde 2014 es la mayor ventaja en una crono del Tour.

Vingegaard, durante la contrarreloj, camino de Combloux.AFP

En más de 2.500 kilómetros recorridos del presente Tour, 15 etapas desde el arranque en Bilbao, jornadas de calor (o de menos calor), de alta montaña, emboscadas como las del País Vasco o llanas para sprinters, la batalla entre Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar latía en 10 segundos. Como dos lapas, arañando por bonificaciones, dejándose la vida por distancias que, en el mayor de los casos, fueron de 1:05 en favor del danés tras el sorpresivo primer día de Pirineos en Laruns. El martes, en 22,4 kilómetros, todo estalló por los aires. 1:38 entre Passy y Combloux, un Tour de nuevo encarrilado. Lo asombroso lo es aún más si se pone en perspectiva: las diferencias confirman que fue una de las mayores exhibiciones contra el crono de la historia de la Grande Boucle.

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Sólo Lance Armstrong, desposeído después por dopaje de sus siete Tours, borrado de todos los libros del ciclismo, fue capaz de destrozar con semejantes distancias a sus rivales. Antes, en distancias mucho mayores, Miguel Indurain, el mayor especialista de la historia. Y mucho antes, Jacques Anquetil. “La computadora de mi bicicleta mostraba números tan altos que pensé que no funcionaba correctamente”, confesó después Vingegaard. El 1:38 con Pogacar de ayer es equiparable solo al minuto con el que Armstrong aventajó a Jan Ullrich en la cronoescalada de Chamrousse en 2004 (32 kilómetros). O a la de 2004 en Alpe D`Huez, 1:01 con el alemán en 15,5. Desde 2014, es la mayor diferencia en cualquier tipo de lucha contra el reloj: entonces, Tony Martin distanció a Tom Dumoulin en 1:39 en Perigueux, pero en 55. En total, desde 1990, sólo hubo mayores ‘palizas’ en cuatro cronos más, tres de ellas ganadas por Indurain y una por Ullrich, que aventajó en 3:04 a Richard Virenque en 1997.

Los rostros desenmascaraban al triunfador y al derrotado. El que siempre sonreía -incluso en el rodillo, antes de partir, con el chaleco de hielo puesto, lo hacía Pogacar ayer-, ahora apenas gesticulaba, gesto desencajado, una mente barruntando otra derrota. El siempre serio Jonas, al fin se rompía de júbilo con su familia en la meta, brazo en alto de rabia incluso. Pero la explicación de todo estaba en las piernas. La exhibición de Vingegaard responde a su plan preestablecido -“creo que lo he seguido a la perfección”-: el del Jumbo Visma miraba su potenciómetro y se sorprendía a sí mismo. Aventajó en 4,37 segundos por kilómetro a su rival, cuando en los peores cálculos del UAE estaba una pérdida de segundo por kilómetro.

Explicaba el danés que su mente dividió la prueba en cuatro. La primera rampa fuerte, pero sin ir a tope, “porque puedes estallar”. La segunda parte, algo más tendida, incluso con momentos de bajada a más de 80 por hora, arriesgando a veces demasiado ahí, para “recuperar”. “Regular en el llano”. El muro de Domancy, “a fondo”. “Y en el final había que seguir apretando, seguir creyendo, seguir sufriendo”, contaba después. Y también que ver en el horizonte el coche del UAE, fue para él el mejor de los acicates en el último kilómetro: “Me ha dado mucha motivación”.

“He tenido un día increíble”

La progresión de las ventajas con Pogacar resultó también asombrosa, como si todo lo previsto se cumpliera a la perfección: 16 segundos en la sección inicial, 18 en la segunda, 34 en la colina de Hinault -sólo Giulio Ciccone, que jugándose el maillot de la montaña lo reservó todo para ese tramo, fue más rápido que él ahí- y 27 ya hasta la meta. “Pero es que incluso cuando debía ir guardando fuerzas marcaba más vatios de lo previsto. Quería hacer alrededor de 360 vatios y terminé haciendo 380 entre las dos subidas. He tenido un día increíble”, confesó el siempre cauto danés, que voló a 41,2 km/h.

Vingegaard, tras acabar la crono.AP

Jonas nunca recibió indicaciones de referencias exactas desde el coche del Jumbo Visma, sólo ánimos. Sin embargo, era consciente de que lo estaba haciendo de forma extraordinaria, de que estaba siendo “uno de mis mejores días en bici de siempre”. Nunca había ganado una crono en el Tour, aunque hace un año en Rocamadour, con todo sentenciado para él, se la regaló a su compañero Van Aert (¡ayer le sacó casi tres minutos!), frenando en los últimos metros.

Todo lo contrario sucedía unos metros por delante, pues Pogacar se hundía poco a poco. Incluso portando un desarrollo mayor que su rival (plato de 58 por 56 del danés), incluso cambiando de bici para el tramo final. El esloveno trató de tomar como referencia el tiempo de Wout van Aert, pero no sabía que por detrás venía un avión. “Estoy un poco sorprendido, porque sentía que estaba teniendo una actuación bastante sólida. Sin embargo, la diferencia en meta ha sido muy grande. Al principio me decía a mí mismo que iba por buen camino, porque le metía unos segundos en cada intermedio a Wout”, admitía, asimilando una de las mayores exhibiciones de poder que recuerda el ciclismo moderno.

kpd