Viendo pasar su carrera como si mirara por la ventana de un tren en marcha, con la sensación de que tantos de sus saltos en los entrenamientos a las órdenes de Luis Felipe Méliz en la pista Fuente de la Niña de Guadalajara eran medallas que ganaban otros (sus 8,35 metros de 2024 hubieran sido bronce en los Juegos de París), Lester Alcides Lescay (Santiago de Cuba, 2001) esperó con la paciencia del que sabe que un destino le aguarda y con la determinación de quien tuvo claro que «no iba a saltar más por Cuba», su país natal.
El caso del saltador de longitud recuerda al de su compatriota Jordan Díaz, con quien de niño compartía entrenamientos y competiciones en la isla, y va por el camino de acabar igual, con gloria y éxitos para el atletismo español. AirLester, como se lee en su estado de whatsapp, debuta este fin de semana con la selección en el Europeo short track de Apeldoorn (unas molestias en el isquio le impidieron hacerlo hace unos días en el Campeonato de España en Gallur), con ambición y ganas acumuladas durante tres largos años. Aunque su DNI no llegó por vía de Consejo de Ministros. Él lo consiguió por su matrimonio con Beatriz.
Sobrino de la triplista Mabel Gay, plata mundial en Berlín 2009, Lescay cuenta su historia vital en EL MUNDO con simpatía y un discurso tan enérgico como sus saltos.
- Desde el pasado 12 de enero puede, al fin, competir por España. ¿Ganas, ansiedad?
- Simplemente estoy concentrado en lo que tengo que hacer. En entrenar, en cuidarme, en la dieta, en esas cosas. Si me presiono… En Tokio (diploma) me pasó. Tenía tantas ganas que luego no me fue bien, por la ansiedad. Así que ahora pienso en el camino, en hacer bien lo que tenga que hacer y cuando llegue la competición, resolver. Queda el dolor ese de no haber podido participar. La primera vez fue peor, pero te vas adaptando. También creces mucho mentalmente. El año pasado me perdí los Juegos. Me sentía súper bien, sabía que allí podía dar todo de mí. Fue duro, pero lo importante era que se resolvieran los papeles.
- ¿Cómo se ven por la tele unos Juegos sabiendo que uno podría ganar esa medalla olímpica?
- A lo mejor hubiera ganado una medalla o a lo mejor no. Verlos por la tele me dolió en ese momento, pero es como te digo, ya estaba acostumbrado. Lo que sí que no iba a hacer es saltar más por Cuba. Fue una decisión que tomé y ya no había nada más. Y no es porque ellos me hayan hecho nada.
- ¿Cómo era su vida en Cuba? ¿Por qué decidió que no volvía?
- A mí en Cuba nunca me faltó de nada. Sí que había cosas, pero mi mamá fue una mujer muy luchadora, siempre estaba en el extranjero y trabajaba mucho. Ella es médico. Yo era uno de los más privilegiaditos en Cuba. Algunos compañeros eran pobres, no tenían zapatos o les faltaba ropa. Yo gracias a mi mamá tenía esas cosas. Vivía súper bien comparado con mis amigos. Un pelín por encima del cubano pobre pobre, un poquitico. Las carencias las empecé a ver de verdad cuando empecé a cobrar. Dices, ‘coño, si yo cobro esto que soy deportista y la gente en la calle cobra menos, ¿cómo hacen?’. Hablaba mucho con mi papá y mis amigos y sabía que eso no estaba bien. Mis padres están separados, son familias distintas, y mi papá no vivía tan bien. Yo quería vivir, no quería pasar mi juventud allí.
Lester Lescay ejecuta un salto, en Guadalajara.Araba
- ¿Cómo recuerda el momento, a principio de 2022, en que decidió quedarse en España?
- Fue en enero, cuando supuestamente no hice la marca para el Mundial de Belgrado. Era algo que ya tenía muy pensado y decidido. Aunque cuando llegó el momento, tuve muchos nervios. Es la adrenalina más grande que he sentido en mi vida. Ni Juegos ni nada.
- Era no volver a tu país, pasar ocho años sin ver a tu familia.
- Yo sabía que no iban a pasar ocho años sin verlos. Que en cuanto tuviera un dinero los iba a sacar de allí. Me lo prometí a mí mismo. Y en dos años lo pude hacer, gracias a Puma, por el contrato que me dieron.
- A Beatriz, la que ahora es su mujer, ya la conocía por entonces.
- Fue en una concentración antes de los Juegos de Tokio. Ella trabajaba en el Eurohotel en Castellón. Y el típico chico que va allí… Quedábamos, hablábamos y eso. Boberías. Cuando me fui a Cuba seguimos hablando. Y cuando regresé a España en invierno me quedé en su casa de Burriana.
- ¿Qué siente cuando le critican por cambiar de país?
- No le presto atención. Yo me hice español por mi esposa, qué me van a decir, qué me pueden cuestionar. ¿Que me regalaron la nacionalidad? No, fue por mi esposa, con exámenes, a través de la justicia. Ha sido complicado. Cuando no tienes un enchufe o algo así… ¿Que un negrito va a representar a la bandera española? ¿Cuántos hay? No me pueden criticar.
Lestes Lescay.Araba
- ¿Cómo recuerda su infancia? ¿Cómo empezó en el atletismo?
- Mi mamá fue la que me apuntó. Pero no empecé a destacar hasta octavo grado. Era malísimo. Me costó mucho ser campeón de Cuba. En el primer nacional quedé último, imagínate. Poco a poco, con disciplina… Los que eran mejores que yo lo fueron dejando y fui creciendo hasta llegar al equipo nacional. El primer año fui plata mundial y el segundo oro en los Juegos de la juventud. Y al siguiente, con 17 años, ya salté 8,03. Ahí fue la primera decepción que tuve con Cuba. Me mandaron para casa y me dijeron que había estado mal. Fue una desilusión. En mi último juvenil salté 8,28 y luego ya los Juegos. Pero ya no me sentía cómodo, no tenía motivación, no quería estar ya más en Cuba. A mí nadie me hizo nada, pero sabía que no iba a crecer mucho allí.
- ¿Quién fue su ídolo?
- Siempre fue Dayron Robles (campeón olímpico en 2008 y ex plusmarquista mundial de 110 metros vallas). Lo fue hasta el día que le pasó lo del isquio en los Juegos de Londres. Yo era un niño y no sabía por qué se había parado. De niño no sabes ni lo que es un músculo, cómo se va a romper. ‘Eres un pendejo’, le dije. Me desilusioné mucho con él. Hasta que me pasó a mí lo del isquio, claro.
- ¿Le gusta que le comparen con Jordan Díaz?
- Es un espejo para mí, claro. ¿Quién no quiere hacer lo que hizo Jordan en su debut con España? Fue lo más grande. Estamos juntos desde niños. En las categorías inferiores los dos hacíamos triple. Lo que pasa es que a mí no me gustaba mucho. Él era otro nivel. Con 16 años saltaba 17,30. Sin duda, fue lo mejor que vino a España. Miro los deportistas que se han quedado y de los fichajes que ha hecho España, ese muchacho es lo mejor.
- Su tía es Mabel Gay.
- Me ayudó mucho. En Cuba no es como aquí, que cuando eres niño compras un par de camisetas y ya está. A mí no me faltó de nada. Y ella también siempre me dio muchos consejos, cuando empezaba en el equipo nacional. Si no fuera por ella, no hubiera llegado hasta aquí tampoco.
- ¿Cómo es tu vida en España?
- Entre Guadalajara y Castellón. Soy un chico de lo más normal. Me gusta caminar, coger el sol ahora en invierno, juego a la Play, veo mucho el teléfono. Hace poco me saqué el teórico del auto y ahora tengo que ver qué me pongo a estudiar para no pensar mucho en el deporte en los tiempos libres. Un chico súper simple.
- ¿Cuál es su sueño?
- Mi objetivo es ser medallista en un Mundial, por lo menos. El tiempo y la disciplina dirán. Pero sé que lo voy a conseguir. Algo, aunque sea un bronce. Algo tengo que coger. Tengo que hacer algo. Algo, algo (repite). No sé si será hoy o mañana. Al Europeo llegaré al 100%.
- ¿Qué le sorprendió de España?
- Lo que más me gustó cuando llegué es que en verano se hace de noche muy tarde, casi a las 11. Eso en Cuba no es normal. Cuando lo vi dije: ‘Guau, ¿así todo el año?’. Me pareció muy curioso y muy bonito. Y la comida. La comida es muy buena.
- ¿Sueña con el salto perfecto?
- Antes sí. Soñaba tanto que me fue perjudicando. Ahora espero a que salga. Tengo claro lo que tengo que hacer: centrarme en lo mío, mantener la disciplina fuera de casa, tratar de estar al 100% cuando llegue el momento. Si llego con salud, ya. Cuando era muy chico, iba caminando por una acera recta y sólo veía un pasillo de salto, enseguida me daba por correr, por saltar. Me volvía loco. En Cuba no hay tanta diversión como aquí, solo saltar, y me enfoqué tanto… mi mente solo estaba en eso, me agoté. Dije, a partir de ahora viviré la vida.