El Axie Infinity es un videojuego parecido a Pokemon. El jugador tiene unos dragones con poderes, debe enfrentarse a otros jugadores y derrotarlos. Cada vez que lo hace, obtiene puntos y luego puede transformar esos puntos en una criptomoneda, Ethereum. Así se ganaba la vida en Venezuela la escaladora Leslie Romero. «Hice de todo, incluso abrí una repostería a domicilio y cocinaba donuts, galletas y tartas. Pero minar criptomonedas se puso de moda y me metí en Axie Infinity. Era una solución. En Venezuela no tenía beca, me tenía que pagar yo la preparación, me perdía competiciones porque no podía viajar… Con las criptomonedas pude salir adelante», recuerda Romero sobre sus años más difíciles.
En San Juan de los Morros, donde nació, cerca de Caracas, le costaba llegar a tres comidas diarias, apenas veía a sus padres que trabajaban día y noche y temporada a temporada se le escapaba su sueño: vivir de la escalada. Al final, en 2022, se marchó. Y ahora es la mejor opción española para los Juegos Olímpicos de París 2024 en escalada de velocidad. Porque nació en Venezuela, sí, pero con un pasaporte español bajo el brazo.
«Mi padre es de Málaga y creció en Málaga. Cuando era joven decidió ir de vacaciones a Venezuela, se enamoró del país y años después decidió volver para quedarse. Conoció a mi madre y allí formó mi familia. Gracias a él siempre he tenido la doble nacionalidad. En 2019, con nuestros ahorros, él pudo volver a España y nosotros, después. Ahora mis padres viven en Mutxamel, en Alicante, y aunque son mayores [el padre tiene 72 años] se mantienen cuidando a personas mayores y limpiando casas», relata Romero, que vive en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat.
Hace un año y medio recibió una beca del Consejo Superior de Deportes (CSD) y desde entonces se dedica a recuperar una trayectoria deportiva que estuvo en riesgo. Campeona del mundo cadete en 2012 a los 14 años, a los 19 ya competía en el Mundial absoluto, pero se estancó cuando le tocaba sobresalir. Sin poder viajar a la Copa del Mundo, se quedó sin puntos para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, sin sueño y casi sin carrera. Entonces llegó la mudanza.
- ¿Cómo empezó a escalar?
- Aunque nací a los siete meses y estuve tres meses en fototerapia, siempre fui hiperactiva. Mis padres siempre explican que trepaba a los árboles de mi casa para coger fruta. Con seis años decidieron llevarme a practicar un deporte, la gimnasia rítmica, y cuando llegamos al polideportivo el club había cambiado de sede. No había gimnastas, pero habían instalado un pequeño rocódromo y, ya que estábamos allí, me dejaron probar. Me encantó.
Al contrario de lo que ocurría en España hasta hace poco, en Venezuela la escuela de escalada siempre ha incluido la velocidad como un modalidad a tener en cuenta y, por eso, muchos especialistas salen de allí. De hecho, el otro candidato español a los Juegos de París 2024, Erik Noya, también nació cerca de Caracas. La reciente decisión del Comité Olímpico Internacional (COI) de separar la velocidad de las otras dos especialidades, boulder y dificultad, ha transformado ahora esa apuesta en un acierto.
«La velocidad es diferente a todo. Es repetir una misma vía siempre. Repetir, repetir y repetir. Te tiene que gustar», acepta Romero que en septiembre se convirtió en la primera española capaz de bajar de siete segundos en los 15 metros de subida de la escalada de velocidad. Ahora le quedan unos meses para París 2024. Y ya no necesita minar criptomonedas.