Leipzig-Manchester City (X/21.00)
El técnico prosigue con el reto de alzar la Champions al frente de un equipo ‘sky blue’ que ha perdido alegría esta temporada, con Haaland como bandera y Julián Álvarez fuera de foco
Pep Guardiola siempre había trasladado a sus conocidos que no se pasaría la vida entrenando a grandes equipos. Que su sueño de verdad era envejecer haciéndose cargo de las categorías inferiores, quién sabe si del Barcelona, donde instruir y ver crecer a críos sin tener que soportar esa carga emocional con la que se ha malacostumbrado a vivir.
Pero Guardiola continúa en el centro de la pista, al frente de un Manchester City al que no piensa abandonar por seria que sea la investigación de la Premier League por presuntas irregularidades financieras, y con la sospecha de que su gran obra británica no se habrá completado hasta alcanzar el título de la Champions.
No hay año en que a Guardiola no se le recuerde que no volvió a conquistar el gran trofeo continental desde que lo hiciera con el Barcelona y al amparo de Messi (Roma 2009 y Londres 2011). O cómo enhebró tormentos con el Bayern en tres semifinales consecutivas. O cómo, ya en el City, dejó pasar una ocasión única al perder la final (0-1) ante aquel Chelsea de Tuchel en el que nadie parecía confiar (2021). Con Guardiola de por medio, por mucho que se llevara cuatro de los últimos cinco títulos de la Premier, nada es suficiente. Más ahora que cuenta con Erling Haaland, quien no se ha librado de las sospechas pese a haber marcado 32 goles en 31 partidos con el City.
Ha sido en esta séptima temporada de Guardiola como entrenador del equipo sky blue, sin embargo, cuando el desgaste en las estructuras del grupo ha comenzado a ser algo más que una insinuación. Más allá de la sorprendente huida a Múnich de Joao Cancelo, uno de los futbolistas a los que Guardiola llevó a otra dimensión haciéndole creer que podía ser mucho más que un lateral -el portugués exigió un protagonismo que parecía condenado a ir perdiendo-, el Manchester City ha venido perdiendo este curso aquel despliegue coral que sólo tiene sentido cuando la precisión es muy alta. El Arsenal de Arteta, pese a su última derrota frente al City (1-3) el pasado 15 de febrero, es el gran animador estético este curso. Continúa al frente de la clasificación liguera. Y al City no le queda otra que reemprender su camino en la Champions después de un decepcionante empate frente al Nottinngam Forest (1-1), partido en el que por cierto marcó Bernardo Silva, quien el pasado verano se quedó suspirando por una oferta del Barcelona que nunca llegó.
Gvardiol y el Leipzig
El Manchester City, pues, visita este miércoles al Leipzig en la ida de los octavos de final de la Champions con la esperanza de cumplir el todavía sueño prohibido de la familia real de Abu Dhabi, que viene de ver cómo el pasado mes de diciembre Qatar se relamía con su Mundial. En aquel torneo no participó Haaland (Noruega no obtuvo la clasificación), pero sí el argentino Julián Álvarez, cuya participación en las filas del City continúa menguando, siempre a la sombra del gran ariete nórdico.
Julián Álvarez, a quien llaman La Araña, tocó el cielo en las semifinales de la Copa del Mundo frente a Croacia. Aquella noche en la que marcó dos goles, aprovechó una jugada memorable de Messi ante Gvardiol (sí, el bastión defensivo del Leipzig) y también emuló a Kempes en la final de 1978 con una acción en la que exhibió una determinación sobrehumana.
Pero todas esas hazañas, una vez Julián Álvarez regresó a Manchester, quedaron como historias para recordar, no en el campo, sino en el banquillo, con Haaland, Mahrez y Grealish ocupando habitualmente las tres posiciones ofensivas del City. El delantero de la albiceleste de 23 años, de hecho, sólo ha marcado un gol en la Premier (el 19 de enero ante el Tottenham) desde que regresó de un Mundial que ahora parece tan lejano.