La selección española de fútbol se ha reunido con el aficionado Alexander Peatow para invitarle a ver el partido de este viernes contra Francia en Múnich. La razón de ello es la imagen viral que él mismo protagoniza.
La celebración de Peatow por el triunfo de España frente a la Alemania, que permitió el paso a la semifinal de la Eurocopa 2024, captada en vídeo, se volvió en una imagen viral que llegó a recorrer el mundo.
El alemán, rodeado de fanáticos alemanes, aparece haciendo aspavientos bruscos celebrando el gol que metió el centrocampista español Mikel Merino en el partido de este pasado viernes contra Alemania.
Peatow es alemán y ha sido invitado el partido de semifinal que disputarán las selecciones de España y Francia este viernes a partir de las 21:00 en Múnich.
«¿Sabes qué? Cuando me preguntan qué sentí en pleno vuelo no sé qué decir. Estaba superconcentrado. Tenía tantas cosas que hacer a la perfección, estaba preocupado por tantos detalles... Todo tenía que salir bien. Cuando aterricé, ya lo disfruté, sentí una explosión de felicidad. Estaba agotado, pero entonces festejé».
El pasado 22 de marzo, en el centro de paracaidismo de West Tennessee, en Estados Unidos, el chileno Sebastián Álvarez se subió a un avión de hélices, ascendió a 12.670 metros de altitud y decidió saltar sin paracaídas. ¿Quería matarse? Todo lo contrario. Era el culmen de su carrera en el aire, la celebración de toda una vida. Álvarez batió todos los récords de los vuelos con los peligrosísimos trajes de alas: alcanzó una velocidad máxima de 550 km/h, recorrió 53,45 kilómetros -una distancia similar a la que separa Madrid de Guadalajara- y planeó durante poco más de 11 minutos. Cualquier plusmarca anterior no tiene comparación. En lugar de volar desde un lugar elevado, como había hecho tantísimas veces en el Montblanc o en el edificio Burj Khalifa de Dubai, decidió hacerlo desde más allá de las nubes, más alto que cualquier avión comercial.
¿Qué fue lo más difícil?
En el vuelo lo más difícil fue mantenerme rígido para coger más velocidad y planear más tiempo. Digamos que tenía que ser como la ala de un avión, tan duro como el metal. Con tanta velocidad debía hacer la máxima fuerza posible, tensar mi cuerpo al máximo y mantener eso durante 11 minutos supuso un desgaste supergrande. Aunque creo que la mayor dificultad del salto estaba en la logística, en la tecnología, en la preparación.
Por la altitud inicial, Álvarez, de 39 años, al que apodan Ardilla, tenía que enfrentarse a dos obstáculos que parecían insuperables: las bajísimas temperaturas y la falta de oxígeno. «El tema del oxígeno fue el que nos llevó más tiempo», reconoce el especialista en conversación con EL MUNDO desde Múnich, donde estos días participa en varios actos de la marca que le patrocina, Red Bull.
El frío como obstáculo
A tantísima altitud corría el riesgo de perder la conciencia antes de llegar al primer minuto de vuelo, necesitaba una botella de oxígeno, pero el peso le jugaba en contra. Al final lograron adaptar un arnés para llevar una ampolla en el pecho, aunque eso le obligó a adelgazar cuatro kilos. «Luego nos dimos cuenta que a estas temperaturas la válvula de exhalación de la máscara se congelaba así que diseñamos un casco especial para cubrirla», recuerda quien también utilizó como abrigo un sistema de capas calefactadas eléctricamente que le permitió soportar un frío de hasta -70 grados.
¿Y en el aire había diferencia al ir a 200, a 300, a 400 o a 550 kilómetros por hora?
No exactamente. Yo llevaba un audífono con GPS, una cajita chiquitita, que me iba diciendo la velocidad y la distancia recorrida. Por eso sabía que iba acelerando, pero es verdad que físicamente no sentía ningún cambio a partir de cierta velocidad, de los 300 a los 550 km/h.
Cuenta Álvarez que la preparación le llevó dos años por los desafíos que le presentaba el material, pero también por la necesidad de saberse preparado. Durante horas practicó en el túnel del viento que hay en el aeropuerto de Bromma, en Estocolmo, y siguió un programa de fuerza específico centrado en la espalda, el pecho, los hombros y los brazos. «Aunque en realidad creo que la parte más importante del entrenamiento fueron los muchos años que llevo practicando con el traje de alas y los más de 1.050 saltos que ya había completado en mi vida», apunta.
Su salto en Montserrat
«Mi profesión es piloto militar, estuve años en las Fuerzas Aéreas de Chile. En mi formación para volar aviones y helicópteros, me enseñaron a saltar en paracaídas y me encantó. Durante muchos años estuve dedicándome al paracaidismo hasta que probé el wingsuit hace 15 años en el centro Lodi, en California, que entonces era uno de los mejores lugares del mundo. Desde entonces no he parado. La tecnología ha mejorado mucho y cada vez es más seguro».
Antes de su vuelo de todos los récords hace unas semanas, Álvarez ya había completado saltos muy recordados como cuando se mantuvo un paralelo al lado de una avioneta, llegando a tocarla, sobrevolando Montserrat. Según cuenta, el Skydive Empuriabrava, en la Costa Brava, es uno de los mejores lugares para practicar el paracaidismo en Europa. «Me encanta España y me encanta conocer el mundo desde el aire, aunque en los últimos años ya me pesan tantos viajes. Para mí es el lado malo de dedicarme al paracaidismo. Estoy en constante movimiento por el mundo, es sacrificado», finaliza Álvarez.
El primer paso está dado. Kylian Mbappé ha anunciado este viernes su adiós definitivo al PSG. Lo ha hecho con un vídeo publicado en todas sus redes sociales, un relato a viva voz, serio, explicando los motivos que le llevan a abandonar la que ha sido su casa durante las últimas siete temporadas.
"Quería hablar con ustedes. Siempre había dicho que iba a hablar con ustedes cuando fuera el momento adecuado. Quería decirles a todos que este es mi último año en el PSG. No voy a renovar. Terminaré mi aventura dentro de unas semanas. Jugaré mi último partido en el Parque de los Príncipes el domingo", comenzaba el delantero y capitán del PSG.
Sus tiempos son lógicos. El PSG disputará este domingo ante el Toulouse su último partido de la temporada en casa, el último momento para que la afición pueda despedir al que ha sido la gran estrella del club estos años. "Son muchas emociones. Tuve la oportunidad y el inmenso honor de formar parte del club más grande de Francia, uno de los mejores del mundo".
El vídeo, además, llega después de la eliminación del PSG de la Liga de Campeones a manos del Borussia Dortmund, la última gran prueba de fuego de la temporada. Le queda la Copa, pieza menor para un equipo que aspiraba a todo.
Mbappé acaba contrato el 30 de junio y ha decidido no hacer efectiva la cláusula que le permitía renovar por una temporada más, una decisión de la que informó a Nasser Al-Khelaifi el pasado junio de 2023. Recibió numerosas presiones y fue descartado de la gira por Japón que realizó el PSG, pero se mantuvo firme en su decisión.
Una decisión que está clara: firmar por el Real Madrid, el club que le lleva intentando fichar desde 2018, cumpliendo así su palabra, por fin, con Florentino Pérez, al que rechazó hace un par de años y al que ahora regresa, veremos si convertido el Madrid en campeón de Europa.
Wembley
Esa final de Wembley retrasará los acontecimientos, aunque no es algo que preocupe a ninguna de las partes. Después de caer eliminado en Europa, Mbappé quería anunciarlo antes de su último partido en casa. Si hubiera llegado a la final de la Champions, hubiera mantenido su silencio.
Y el Madrid, por su parte, le deja moverse como quiera, sin mencionar el nombre del club en el mensaje de despedida. Mbappé ha dicho que deja el PSG y Francia por "un nuevo desafío", pero no ha anunciado cuál.
El Madrid quiere centrar sus esfuerzos en el Dortmund y no anunciará nada hasta la semana del 3 de junio. Esos días, y antes de que se concentre con Francia para la Eurocopa, el conjunto blanco oficializará su llegada.
"Es duro, y no pensé que sería tan difícil anunciar que dejaba mi país y la Ligue 1. Pero necesito un nuevo desafío después de siete años. Sé que no soy el jugador más demostrativo pero doy las gracias a la afición por todo el cariño que me han brindado durante siete años. El PSG es un club que no te deja indiferente, o lo amas o lo odias. No me arrepiento, es un club que recordaré toda mi vida. No jugaré más aquí pero seguiré viendo todos los partidos. Intenté dar lo mejor de mí, agradezco a la vida todas las emociones que viví. Ahora nos toca levantar el último trofeo. Ici c'est Paris, adiós", finalizó.