La resaca de la preocupante derrota del Real Madrid: alarma por Tavares, el error de Musa, el cabreo de Hezonja…

La resaca de la preocupante derrota del Real Madrid: alarma por Tavares, el error de Musa, el cabreo de Hezonja...

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Los blancos perdieron el factor cancha ante el Partizan de Obradovic. Obligados a ganar este jueves en el WiZink y al menos uno en Belgrado. Se descarta una lesión de gravedad de Tavares, que será duda

Yabusele, durante el partido contra el Partizan.Juan Carlos HidalgoEFE

La resaca del primer partido de playoffs, del triple mortal de Kevin Punter, no puede ser más preocupante para el Real Madrid. Más allá de algunas polémicas arbitrales, la sensación en el WiZink el martes era de una historia ya contada, de un equipo con dificultades para resolver sobre el abismo, de que las canastas decisivas ahora han cambiado al bando rival. Poco rastro de ese equipo irresistible que abrumaba al contrario en la recta de meta.

Porque no era la primera vez en lo que va de curso que los blancos cedían en un final apretado, ante un rival de entidad. El problema ahora es que se ha quedado sin red ante el Partizan de Zeljko Obradovic, que tiene que ganar sí o sí no sólo el jueves, también alguno de los duelos en la que quizá es la cancha más caliente de Europa -ya perdió en el Stark Arena hace unas semanas-, y que no estar en la Final Four de Kaunas sería un rotundo fracaso, teniendo en cuenta que ha disputado ocho de las últimas 11. Y que ya tropezó de mala manera en la Copa.

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Chus Mateo no quiso hacer dramas. Habló de la habilidad de Punter para atinar con una canasta imposible, con Yabusele encima, y alabó el partido de sus pupilos. “En la segunda mitad hemos defendido muy bien, especialmente en el tercer cuarto. Creo que hemos hecho méritos para ganar el partido”, pronunció, aún sereno. Más sudores corrieron por su frente cuando se le cuestionó por el estado físico de Edy Tavares.

El gigante, principio y fin del Real Madrid, fue sometido hoy a pruebas en su rodilla izquierda. Y, afortunadamente, se descarta una lesión grave. Sufrió un golpe en la primera mitad, en la que penas descansó 44 segundos, en una acción con Smailagic. Y, tras el descanso, cuando intentó probar, no pudo continuar. Con 48 horas entre partidos, su presencia es dudosa. Mateo tampoco podrá contar con su otra torre: Vincent Poirier fue operado de apendicitis hace unas semanas y ni siquiera ha entrenador con el equipo.

La falta de Musa

Eso condicionará la rotación blanca en los puestos interiores. Mateo optó por un Anthony Randolph que volvió hace unos días de una lesión de larga duración. Y en los minutos de la verdad se la jugó con Yabusele al cinco. El francés Petr Cornelie ni fue convocado. “Tiene dolor en la rodilla. Veremos… Sin él evidentemente el plan de partido será parecido al que hemos visto hoy en la segunda mitad”, admitió el técnico.

La presencia o no de Tavares no es el único problema para el cuestionado entrenador. El rendimiento de varios de sus jugadores preocupa. O su forma de utilizarlos. Ante el Partizan, apenas la brillantez de Gaby Deck y la garantía defensiva de Rudy Fernández. Sergio Llull, también recuperado hace poco, ni participó.

Pero el foco se posa sobre los dos nuevos referentes. Y tanto Dzanan Musa como Mario Hezonja, por diferentes motivos, naufragaron. El bosnio, descentrado todo el partido por las faltas ofensivas, cero puntos al descanso, cometió dos errores gravísimos en el desenlace. No es la primera vez que falla ahí. Erró un tiro libro cuando todo ardía y, peor, sacó la pierna de forma clara tras ejecutar un triple con 35 segundos por jugarse y con empate a 84. Pese al cabreo del WiZink, los árbitros ejecutaron el reglamento, señalaron falta a Musa (no en ataque) y el Partizan gozó de dos tiros libres. Doble castigo.

Tampoco fue la tarde del croata, olvidado por Chus Mateo tras una primera parte en la que había anotado ocho puntos, pero también había cometido tres faltas. En esos 12 minutos, el balance del Partizan fue demoledor: +19. Quizá por eso, Hezonja sólo fue llamado cuando restaban poco más de dos minutos. Sus gestos en el banquillo de desesperación fueron evidentes. Cuando erró el último y forzado lanzamiento a falta de 0,4 segundos, se marchó visiblemente contrariado al vestuario, sin saludar a ningún compañero ni rival.

kpd