La renuncia de Alcaraz a jugar en Sudamérica o el fin del tenis sobre tierra batida: “No sé si sólo habrá torneos dos meses”

La renuncia de Alcaraz a jugar en Sudamérica o el fin del tenis sobre tierra batida: "No sé si sólo habrá torneos dos meses"

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Abrigado hasta arriba, como exigirán los seis grados que este jueves enfriarán Rotterdam, Carlos Alcaraz llegará al pabellón Ahoy y se enfrentará sobre pista dura a Andrea Vavassori en octavos de final del ABN AMRO Open (sobre las 19.30 horas, en Movistar). Si vence, al día siguiente quizá se mida a Holger Rune, en el puesto 14 del ranking ATP, y luego le esperarán Andrei Rublev, Alex De Miñaur o Daniil Medvedev, todos entre los 10 mejores de la lista. Pese a ser un torneo menor, de categoría ATP 500, el español está jugando en la superficie que menos le favorece y el cartel de rivales espanta. ¿No podría haber escogido un calendario más amable? La respuesta es no. O muy difícilmente.

Desde que era prácticamente un adolescente, es decir, desde sus inicios como profesional en 2020, Alcaraz siempre había pasado el febrero en Sudamérica, disfrutando del calor, de la tierra batida y de partidos ante adversarios más asequibles. Pero este año ha tenido que renunciar a ello. Cambiar de superficie entre el Open de Australia y el doblete Indian Wells-Miami era demasiado para el cuerpo, un desgaste que solía acabar en lesiones y/o derrotas. Este curso para él, igual para la mayoría de tenistas, la tierra batida queda reservada para la primavera. Y, de ahí, el problema.

La final del torneo de Buenos Aires, el año pasado.GETTY

«La superficie que más puntos en el ranking otorga es la pista rápida y en el circuito ya no puede haber especialistas sólo en tierra batida. Ahora todos deben saber jugar en rápida y para ello necesitan hacer su calendario, adaptar su temporada a esa superficie. No sé si corremos el riesgo de que sólo haya tierra batida dos meses al año, pero está claro que los torneos que más crecen son en pista dura», explica David Ferrer, director del Trofeo Conde de Godó y finalista en Roland Garros en 2013, en conversación con EL MUNDO sobre la reducción de torneos en arcilla.

Adiós a Estoril, Niza o Sopot

Entre abril y mayo la gira que enlaza Montecarlo, Barcelona, Madrid, Roma y Roland Garros parece inamovible, pero en el resto de meses parece imposible organizar una competición en una superficie que no sea pista dura. Mientras los torneos sobre sintético crecen, como Dallas y Doha, ahora ascendidos a ATP 500, aquellos que se disputan en tierra batida van perdiendo interés, importancia y patrocinadores. Si hubo un tiempo, no tan lejano, en 1994, en el que el calendario ATP recogía 34 torneos sobre polvo de ladrillo, hoy sólo son 21 eventos. El propio Ferrer, por ejemplo, jugó en su reciente carrera en competiciones en Stuttgart, Estoril, Niza, Sopot, Palermo o Valencia que ya no están dentro del circuito ATP o no existen o han cambiado de superficie.

Esta temporada la gira sudamericana únicamente ha conseguido atraer a Alexander Zverev entre los 10 mejores del mundo y una de sus organizadoras, Catalina Fillol, del ATP 250 Chile Open que se disputa en Viña del Mar, admitió esta semana a la revista ‘Clay’ que se plantean jugar también sobre dura. El ATP 500 de Río de Janeiro y el ATP 250 de Buenos Aires sufren y otros directamente han desaparecido, como el ATP 250 de Córdoba, en Argentina. Algo parecido les pasa a los torneos europeos de julio, como Bastad, Gstaad, Umag o Kitzbuhel, desabrigados desde que perdieron la compañía de Hamburgo como Masters 1000. Si al tenis sólo se juega sobre hierba en junio, en Wimbledon y los torneos previos, la tierra batida cada vez más se reduce sólo a la primavera.

kpd