La pareja española, número 1 del mundo durante tres años, tenía decidida su ruptura pero los éxitos de las últimas semanas y las opciones en el mercado les hacen continuar
Hace dos semanas el mundo del pádel sufrió un terremoto: Alejandro Galán y Juan Lebrón, pareja número 1 del mundo durante tres años, tenían decidido separar sus caminos. Así lo contó este periódico. Lo tenían tan decidido que comenzaron a sondear el mercado de los mejores jugadores del ranking para conocer su disponibilidad y sus entornos apuntaban a una fecha para el anuncio de sus próximas parejas: mediados de diciembre.
Pues bien, llegado el ecuador del último mes del año la noticia, que puede confirmar EL MUNDO, es que no hay separación, que Lebrón y Galán seguirán jugando juntos en 2024. Las razones para este cambio de opinión son dos muy evidentes: después de meses de lesiones, irregularidad en su juego y dudas sobre la compatibilidad de las dos estrellas, la pareja comenzó a ganar torneos y a tener éxito como en temporadas anteriores. Vencieron en Menorca y en Malmo, en dos torneos del World Padel Tour, triunfaron en el torneo Premier de Milán y quedaron subcampeones del Master Final de World Padel Tour en Barcelona.
Mientras llegaban a las rondas finales de los torneos, la realidad del mercado también les puso contra la espada y la pared. Arturo Coello y Agustín Tapia, pareja número 1, no se planteaba su separación para jugar con alguno de ellos; tampoco Di Nenno y Stupaczuk, los número 2. Y las opciones comenzaban a aparecer en los nombres de Chingotto, ganador del Master junto a Paquito Navarro, o jóvenes como Jon Sanz o Mike Yanguas. Y una reflexión era obvia: ninguna pareja que pudieran formar con otro jugador era mejor que la que actualmente forman juntos.
Algo que unido a que 2024 será la primera temporada en la que todo el circuito pertenecerá a Premier Padel, la organización de Nasser Al-Khelaifi, con sus premios millonarios, han provocado que este domingo los dos jugadores hayan decidido seguir juntos una temporada más.
Entre el Santiago Bernabéu y el Etihad Stadium, el Real Madrid se vio obligado a realizar una escala en Son Moix para disputar un duelo que no cuadraba en sus planes continentales pero sí en la pelea constante por la Liga. Y ahí, ante las armas del Mallorca de Aguirre, siempre preparado para la guerra, Tchouaméni se inventó un disparo desde 30 metros que amplió la ventaja madridista en el liderato. Un 0-1 para acercarse al título.
Ancelotti reflejó en su alineación sus pensamientos. Sin Carvajal, Camavinga, Kroos, Vinicius ni Rodrygo, pero con Rüdiger, Mendy, Valverde y Bellingham. Sabe el italiano que no todo es descansar, que también hay que jugar, y que levantar el título doméstico es clave para el análisis de su temporada.
El Mallorca, con la derrota en la final de Copa todavía en el ambiente, fue fiel a los principios que le han llevado al éxito. Aguirre plantó un muro en su campo, encerró a sus jugadores tras él y buscó las transiciones rápidas y las jugadas a balón parado cuando el Madrid se relajó.
Ancelotti le entregó el timón a Modric, pero su equipo fue plano, horizontal y lento con balón en la primera parte. Acostumbrado a la presencia de los dos brasileños en ataque, echó de menos su movilidad y regate. Joselu fijó más a los centrales, pero ni Brahim ni Bellingham lo aprovecharon, siempre por el centro, rodeados de jugadores mallorquines. Imposible.
En el minuto 30, Raíllo estuvo a punto de poner el 1-0 al cabecear un córner, pero Lunin estuvo rápido de reflejos. Dos minutos más tarde, Bellingham encontró un segundo para pensar en la frontal, se perfiló y envió un disparo al larguero. Hubiera sido su 17º tanto del curso, el que empatara con Dobvyk en el Pichichi, pero suma dos meses sin dar en la diana.
Tras el descanso, el Madrid despertó, consciente de que la Liga también merecía su atención. En la primera jugada del segundo tiempo, Bellingham probó a Rajkovic, y en la siguiente, Tchouaméni se atrevió a disparar desde 30 metros, su lanzamiento tocó en Morlanes y se coló en las redes del Mallorca mientras el portero hacía la estatua.
El Madrid perdonó el 0-2
El tanto acomodó al Madrid en el césped y desequilibró al Mallorca, cansado y menos valiente a la hora de intentar robar el balón, dando pie a los mejores minutos de los de Ancelotti, con Brahim como protagonista. El andaluz tuvo el 0-2 dos veces seguidas. Primero con un disparo ante Rajkovic que detuvo bien el portero y después al no culminar una combinación genial entre Joselu y Modric. El croata le entregó un pase de la muerte perfecto que sólo necesitaba un toque de Brahim a la red, pero el andaluz se durmió y Rajkovic estuvo rápido para evitar el gol.
Esas dos acciones fueron la excusa de Ancelotti para acelerar los cambios. Retiró al ex del Milán y a Bellingham, este último pensando en Manchester, y le dio media hora a Vinicius y Camavinga, también con la mente en el Etihad.
El brasileño hizo suyo el partido en el tramo final y sus primeros toques al balón fueron regates y disparos, pero el Madrid siguió sin ver puerta, para desesperación de su entrenador. Valverde, en el 71, definió sin portero tras una jugada de Vinicius pero la defensa del Mallorca rechazó el tanto sobre la línea.
Aguirre asumió el desgaste de su equipo y agitó el árbol para intentar el empate. Dio entrada a Darder, que probó a Lunin con una volea desde lejos, y el Mallorca apretó en el tramo final. Tanto que estuvo a punto de dar un susto, y de quitar dos puntos, al líder de la Liga. Son 11 de ventaja sobre el Barça a la espera de lo que hagan los azulgrana en Cádiz. Y el próximo domingo llega el Clásico.
Al Madrid se le hizo de noche en Cornellá. Por las horas y por las sensaciones. El conjunto blanco cayó derrotado ante un heroico Espanyol, infatigable en el esfuerzo y extenuante en su única arrancada hacia el gol inesperado de Carlos Romero. Los blancos, de menos a más, se estrellaron una y otra vez contra Joan García y pecaron, erráticos al final, de una primera parte muy espesa. [Narración y estadísticas (1-0)]
En la agonía del calendario, el cuadro de Carlo Ancelotti encontró en Cornellá una pausa en su camino. Acelerado en enero por las cinco victorias consecutivas después del drama en el clásico de Arabia Saudí, dio un pequeño paso atrás ante el Espanyol.
Celebrando el regreso liguero de Vinicius, el técnico italiano juntó de nuevo a su cuarteto de estrellas en ataque. Pero Bellingham, Rodrygo y Mbappé, a más durante las últimas semanas, estuvieron tibios en Barcelona. Unidos los cuatro en la delantera, el equipo volvió a sufrir en su sala de máquinas, dominada por Valverde y Ceballos, pero sin ideas en tres cuartos de campo, chocando continuamente contra el doble muro construido por Manolo González.
Rüdiger, lesionado
Los blancos buscaron demasiado el juego entre líneas, deseando más la virtud del talento individual que la creación de una jugada colectiva para superar la defensa rival. Y apenas tiró a puerta. Su único disparo entre los tres palos durante el primer tiempo lo realizó Bellingham en el minuto 38. Un dato que explica la noche madridista.
Antes, Vinicius batió a Joan García con un buen disparo al lado izquierdo del meta, pero Muñiz Ruiz anuló el tanto por falta de Mbappé sobre Lozano. El galo, a un par de metros del brasileño, forcejeó con el blanquiazul y terminó soltando el brazo ante su rival. Sin dudas para el colegiado.
Sin goles, la noticia dramática para el Madrid fue la lesión de Rüdiger, una situación que se prometía desde hacía semanas teniendo en cuenta la excesiva acumulación de minutos del central. A sus 31 años, es el futbolista más usado por Ancelotti y sólo había descansado en Copa del Rey. En el minuto 13 no pudo más, se echó la mano a la parte posterior del muslo derecho y pidió el cambio. Alarma absoluta en el cuerpo técnico a sólo 10 días de la ida contra el Manchester City.
Mbappé dispara anet Joan García, el sábado en Cornellá.AFP
En su lugar saltó Asencio, y no Alaba, para formar pareja con un Tchouaméni que repitió como central y que dejó las mismas sensaciones extrañas de otros días. En un Madrid que domina pero que también pierde muchos balones en área rival, el galo es quizás demasiado lento para jugar a campo abierto, sufre ante los delanteros. Por contra, Asencio brilla en esas situaciones. Veremos qué elige Ancelotti para Manchester.
Tras el descanso, el Madrid hundió todavía más al Espanyol sobre su portería y acarició el área en más ocasiones. A los locales les empezaron a faltar las piernas y el oxígeno, tanto en defensa como en los tímidos intentos de contraatacar, pero consiguieron mantenerse vivos hasta el tramo final. Ancelotti inclinó su ataque sobre el lado derecho, dando protagonismo al buen momento de Rodrygo. El brasileño, una vez más, fue el mejor de los blancos. Volvió loco a Romero, zigzagueó en diferentes ocasiones y fue la única chispa que notó el Madrid en el segundo tiempo.
Romero, al filo de la roja
Desde ese lado derecho llegaron las mejores oportunidades de los blancos, aunque siempre se encontraron con Joan García. Bellingham, con la zurda desde el pico derecho, hizo esforzarse al portero, que salvó también el disparo de Mbappé tras el rechace. Atrás, Tchouaméni seguía sufriendo. Erró varios cruces a campo abierto y casi le da algún susto a sus compañeros y algún regalo a sus rivales, pero tampoco estuvieron acertados.
En los últimos 20 minutos, el Madrid acumuló toda su energía y todas sus ganas posibles ante la portería de Joan García. Pidió la expulsión de Romero por una entrada a Mbappé y lo intentaron de nuevo Bellingham, Rodrygo y el francés, también Vinicius, más centrado en el asedio final. Pero de nuevo, el guardameta voló.
Y como el fútbol es así, en el único gramo de fuerza que les quedaba, con el último aliento de oxígeno de sus pulmones, el Espanyol se inventó un gol que les eleva por el momento, lejos del descenso. Los catalanes arrancaron una contra tras una falta lateral de Modric, los de Ancelotti se durmieron en la transición, El Hilali llegó a línea de fondo y su centro lo remató de primeras Carlos Romero para enloquecer Cornellá.
Y ahora, derbi madrileño con un punto de distancia.
"Soy un chico normal de Liverpool cuyo sueño se hizo realidad". La frase sigue gobernando el mural gigante que la afición 'red' le hizo a Trent Alexander-Arnold, presentado ayer como nuevo jugador del Real Madrid. Durante su discurso, Florentino Pérez elogió e insistió en las ganas que el futbolista británico había mostrado de jugar en el conjunto blanco, siempre respetando el legado que deja en Anfield Road. Y es que no ha sido un paso sencillo para el defensa. Su camino a las orillas del Merseyside se remonta a los seis años de edad y a una suerte del destino: un papel sacado de una gorra.
Los ojeadores del Liverpool se plantaron en diversos colegios de la ciudad a invitar a los niños a unas pruebas que iban a hacer para entrar en las categorías inferiores del club. Entre ellos, el elegido fue el colegio del joven Trent. Cuando los trabajadores 'reds' preguntaron qué niños querían participar, todos los de la clase levantaron la mano, así que pusieron sus nombres en varios papeles y retiraron seis de ellos de una gorra. "Trent", se leyó en uno.
Los ojeadores sólo necesitaron diez minutos sobre el césped para acercarse a la madre de Trent, Dianne, y decirle que querían que el niño entrenara con ellos. Alexander-Arnold tenía seis años y comenzó ahí un camino de 12 temporadas hasta el primer equipo del Liverpool. Lo recorrió todo, casi como Dani Carvajal, su compañero en el lateral derecho, en Valdebebas.
Al lado de Trent en el pabellón de baloncesto donde Florentino le dio la bienvenida estaban sus dos hermanos, Tyler, cuatro años mayor, y Marcel, tres años menor. El primero es también su agente, un detalle que explica la intensa relación familiar en el entorno del futbolista. En palabras de Trent, Tyler tuvo que dejar de perseguir su sueño de ser futbolista para acompañar a su hermano mediano a los entrenamientos con las inferiores del Liverpool. Su padre trabajaba en Londres y su madre no podía hacerse cargo de todo. "Él quería jugar con su equipo, pero se sacrificaba para que yo fuera a entrenar", explicó el defensa.
Alexander-Arnold, junto a Florentino Pérez.EFE
A los 26 años, Alexander-Arnold se convirtió en uno de los futbolistas más importantes de su generación y terminó diciendo adiós a Liverpool después de 20 temporadas en la organización, nueve de ellas en el primer equipo y tras haber ganado dos Premier, dos Copas de la Liga, una FA Cup, una Community Shield, una Champions, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes.
Su extensa carrera en Anfield Road provocó que con el paso del tiempo comenzara a observar otros horizontes y retos. Y ahí aparecen Jude Bellingham y el Real Madrid. El centrocampista del conjunto blanco ha sido uno de los grandes culpables del fichaje de Trent por el cuadro de Chamartín. Ambos son inseparables en las concentraciones de la selección inglesa, pero especialmente en la Eurocopa esa relación se fortaleció todavía más. El verano en Alemania, justo después de esa gran primera temporada de Bellingham en el Madrid, sirvió para que el el defensa del Liverpool comenzara a interesarse por un hipotético futuro en el Bernabéu.
Dicho interés se cruzó con el del conjunto blanco, que tanteó el mercado de futuros agentes libres y observó que Alexander-Arnold terminaba contrato en junio de 2025. Lo que podría parecer imposible por una cuestión de fidelidad eterna al Liverpool se convirtió en algo accesible gracias, en parte, a las palabras de Bellingham.
El Madrid tanteó su fichaje en el mercado de invierno por la lesión de Carvajal, pero la negativa 'red' dejó todo pendiente para el verano. Trent aceptó el futuro como madridista y aún así tocó negociar con el Liverpool, porque los blancos querían al lateral para el Mundial de Clubes y como su contrato no terminaba hasta julio han tenido que pagar cinco millones a los de Anfield Road para disfrutar un mes del futbolista.