Valencia Basket 73 Real Madrid 76
El Valencia, que firmó una sensacional primera mitad liderado por Brandon Davies, acaba cayendo ante la defensa de los blancos. Campazzo, de nuevo decisivo
La racha del Real Madrid sobrevivió a la Fonteta, una noche áspera ante un Valencia dispuesto y convencido de ser el primero en hacer caer a los blancos tras 18 partidos. Pero los de Alex Mumbrú, como tantos otros, acabaron claudicando, ellos en la orilla, exhaustos en la agonía de una segunda mitad en la que se le apagó la lucidez ofensiva, en la que ya no hubo rastro de un Brandon Davies que había amanecido como un ciclón. Y en la que la templanza de Campazzo y el poderío defensivo de Tavares marcaron la diferencia. [73-76: Narración y estadísticas]
Sigue Mumbrú sin fortuna ante Chus Mateo, cinco derrotas en cinco encuentros desde que ambos estrenaran banquillo el curso pasado. Y eso que su equipo presume ahora del colmillo que echaba de menos, del músculo que sostiene pulsos a casi todos y de un estupendo inicio de curso. Recuperados del virus estomacal que afectó a su plantilla (aunque Jared Harper es baja), el Real Madrid sintió la presión local desde el mismísimo arranque. Un Valencia a fondo, igualando en energía y elevando el listón de la agresividad. Tiene físico para ello, así ha querido Mumbrú su plantilla, para no arredrarse ante nadie, tampoco ante los más poderosos de Europa. Pero si alguien iba a sacar de sus casillas a los blancos ese era Brandon Davies.
Cinco puntos seguidos de Deck y un triple de Musa, todo bien agitado por Campazzo, pusieron la primera ventaja blanca (15-21). Pero, entonces, ‘Rambo’ desplegó todo su arsenal de recursos, sin tapujos ante Tavares, como no los tenía Damien Inglis con Yabusele, una noche horrible en defensa la del francés del Madrid. El ex del Barça, que ya le hizo 27 puntos a los blancos jugando para el Zalgiris, firmó 18 en un primer acto estruendoso, impecable: sólo falló uno de sus nueve lanzamientos.
Y ya con las segundas unidades, con Jovic a los mandos y Ojeleye también on fire, los taronjas se sintieron poderosos, dominando al que nadie domina, ventajas para creer (37-29). Una primera de fuegos artificiales, con acierto por ambos e intercambio de golpes.
Aunque a la vuelta del descanso Chris Jones iba a tardar tres segundos en anotar la primera canasta, el Madrid era otro. Ahora Tavares sí que era capaz de para a Davies y Musa y Deck eran auténticos demonios que se aprovechaban de las transiciones que provocaba la defensa. La ventaja local desapareció, pero la puja se mantenía, con el nivel físico en los cielos de la Fonteta.
Pocos puntos, mucha tensión. El duelo pareció de final de temporada. Ninguno era capaz de romper, con el desenlace acercándose. Pero el Valencia tenía un grave problema ofensivo. Cada canasta era una visita al dentista, 24 puntos en toda la segunda parte. Hezonja apareció con su infinita clase, canastas imposibles. Y en la recta de meta sólo Chris Jones era capaz de crear algo. Anotó el base dos posesiones consecutivas, pero a la tercera, se quedó cortó y ahí murieron las esperanzas locales. Porque Campazzo no fallaba en el otro aro, otra muesca más en el revolver de un jugador completamente diferencial.