El bajón del juego del Barça coincide con la baja de De Jong, que sigue con molestias. “Nos hemos ido desordenando poco a poco y debemos volver a ser fieles a nuestra identidad”, advierte el entrenador.
Xavi Hernández, durante su rueda de prensa.ALBERTO ESTEVEZEFE
Necesita el Barça reaccionar esta tarde ante el Alavés en Montjuïc y tendrá que hacerlo, una vez más, con la ausencia de Frenkie de Jong. El centrocampista holandés, que sufrió una lesión en el tobillo derecho en el transcurso del partido contra el Celta del pasado 23 de septiembre, sigue sin tener buenas sensaciones y su retorno se retrasará hasta después del próximo parón por los compromisos de las diferentes selecciones nacionales. De esta forma, habrá estado en el dique seco alrededor de dos meses, a pesar de que, inicialmente, incluso llegó a especularse con la posibilidad de que pudiera tener minutos en el último Clásico que disputaron los azulgrana contra el Real Madrid el 28 de octubre.
La baja del holandés, además, coincide en el tiempo con un bajón muy destacable en el juego azulgrana, de ahí que se le espere como un revulsivo que aporte claridad. Hoy, sin Gavi, se encomiendan a Pedri para mantenerse a flote en la Liga, donde pese al juego, en las últimas fechas sólo han cedido la derrota frente a los de Ancelotti, ya que logró dos triunfos sobre la bocina frente al Athletic y la Real Sociedad. En la Champions fue donde firmaron un sonado tropiezo el pasado martes frente al Shakhtar, en un duelo que podría haber significado su clasificación matemática para los octavos de final.
Xavi sabe muy bien que ahora es el momento de que su figura se deje notar. Tal vez, más que nunca. «Es mi momento. El problema lo tengo yo como entrenador. Hay que retocar cosas, plantear alternativas, pero tampoco inventaremos nada. Nos hemos ido desordenando poco a poco y debemos volver a ser fieles a nuestra identidad», arengó el entrenador. «La actitud nunca ha faltado. Este vestuario tiene hambre, quiere levantar títulos y ahora hay que demostrarlo en el campo», zanjó
La varita del gol ha tocado a Hugo Duro para tumbar sus propias barreras y también las de un Valencia que mira con descaro a Europa. El derecho a soñar se lo ha ganado un equipo que se agarró a este único gol para liquidar a un rocoso Getafe, empeñado en acosar la portería de Mamardashvili buscando un empate que tampoco hubiera sido injusto. [Narración y estadísticas]
No se dibujaba un partido para sibaritas. La lluvia y el orden del equipo de Bordalás hizo que el Valencia tuviera que arremangarse para sortear las trampas que se le iban apareciendo en el camino hacia el área de David Soria. No tenía el duelo la carga emocional de antaño, ni saltaron chispas pese a ser la hora de la mascletà fallera. Aquella inquina se suavizó con el paso del entrenador alicantino por el banquillo de Mestalla y hasta hubo hermandad en torno al recuerdo del lesionado Diakhaby.
En medio de esa frialdad, como en un videojuego, Hugo Duro, Yaremchuk o Fran Pérez buscaban cómo librarse de la presión precisa de las férreas líneas que había ordenado sobre el césped Bordalás. Sólo Sergi Canós era capaz de generar el caos, como si la lluvia, recordando sus años en la Premier, le alimentara. Suyo fue el primer remate a puerta en una asistencia de un Pepelu que volvió a ejercer con maestría de brújula.
El Getafe vivía más empeñado en mantenerse firme que acercarse al área de Mamardashvili. Y eso que Latasa y Maksimovic intentaban buscar el error de Mosquera y, sobre todo, de Cenk. A Mata lo escoraron a la banda izquierda con la intención de que atara a Foulquier a las labores defensivas, pero su proyección en ataque, como al de Gayà, fue una de las armas para picar y picar el muro alzado por el Getafe.
El partido tenía un dueño que llegaba al área y allí sucumbía. Lo intentó Canós con un chut que interceptó Djené. Respondieron a la contra los azulones con un tímido testarazo de Mata, y Mamardashvili quiso vengarse lanzando a la carrera a Gayà. Tiene la tarea el capitán de estirar al equipo y siempre la cumple. En la esquina del área lo esperaba Canós para revolverse burlando a Moriba pero ver cómo ahí moría su ataque. Sin embargo, quedó claro que por ese flanco había debilidad.
Y la empalizada del Getafe se desmoronó al filo del descanso. Pegadito a la orilla izquierda, Canós buscó el área, Gayà adivinó la intención y dejó pasar la pelota para que Hugo Duro la encontrara corriendo con ventaja mano a mano con Alderete. Con un preciso golpeo picado batió a Soria.
Despertó el Getafe entonces para acorralar al Valencia, un acoso que no cesó en el vestuario. Los azulones se activaron y tuvieron el empate en las botas primero de Latasa, que salvó el meta georgiano, y en el rechazo, que a puerta vacía lo envió Mata rozando el palo.
Estrellados en Mamardashvili
No eran fogonazos, empezaba a verse un dominio pegajoso en el que caían los valencianistas. Buscó Baraja la forma de seguir haciendo peligro con Diego López y Peter Federico, pero también se atrevió Bordalás viendo que sus hombres daban cada vez más pasos adelante haciendo dudar al rival. Refrescó también las bandas y empezó a exigir.
Sin control, el Valencia sufre y apenas pudo acercarse Diego López, en una jugada de asociación con Guerra, y otra tan tímida que salvó el meta madrileño. El peligro iba a llegar en el otro área.
Allí es donde el Valencia, recosido en defensa por la marcha de Paulista y la lesión de Diakhaby, con los 19 años de Mosquera volcados en el papel del líder, tenía que apretar los dientes. Entonces emergió la figura de Mamardashvili para sujetar los tres puntos. Desvió a córner el disparo de Óscar que buscaba el larguero y voló para colocar una mano abajo que evitó el remate de Yellu.
No tuvo manera el Getafe de arañar un punto por el que peleó ante un Valencia al que se le iluminan los ojos pensando en Europa.
Let's get ready to rumble (Prepárense para la pelea). A los aficionados del boxeo no hace falta que les expliquen de dónde viene esta frase mítica que sonaba antes de las grandes veladas de los 80. La popularizó y registró Michael Buffer y el año que viene debería sonar a todo trapo en Estados Unidos que se prepara para inaugurar la mayor competición de clubes de la historia. El 15 de junio, a las 2 de la mañana españolas, el Inter de Miami de Leo Messi dará inicio ante el Al Ahly egipcio al Mundialito de Clubes que, durante un mes, tendrá a muchos, no todos, de los mejores clubes del mundo. De hecho, no estará el FC Barcelona que, tras sus fiascos europeos de las pasadas temporadas, no consiguió la puntuación suficiente para clasificarse por la confederación europea. Estarán, claro, el Real Madrid, el Atlético, el Bayern, el City, el Inter, el PSG, el Chelsea... hasta un total de 32 de cinco confederaciones diferentes.
El Mundialito, que se jugará entre el 15 de junio y el 13 de julio, será la guinda de FIFA a la temporada de fútbol que culmina en Europa con la final de esta nueva Champions de 36 equipos y en la que está habiendo emoción no sólo para entrar entre los ocho primeros, también para entrar en los 24 clasificados. Clubes como el Real Madrid o el PSG, probablemente, tengan que añadir una eliminatoria de extra por no haber hecho los deberes en la liguilla europea.
No habrá fútbol de selecciones a nivel masculino, pero sí podremos vivir Eurocopa y Copa América femeninas, ambas en julio. Las de Montse Tomé querrán en Suiza borrar la desilusión con la que terminaron París 2024 donde perdieron la medalla de bronce tras su derrota ante Alemania en la final de consolación.
En baloncesto sí podremos vivir grandes torneos internacionales masculinos y femeninos. La renovada selección de Scariolo deberá defender corona europea en agosto en Letonia, Chipre, Finlandia y Polonia y las de Miguel Méndez harán lo propio en junio en República Checa, Alemania, Grecia e Italia.
Deportes individuales
En tenis, este será el año I p. N. (post Nadal). Con un Novak Djokovic menos voraz tras su oro olímpico en París, este 2025 será en el que el binomio Alcaraz-Sinner deberá dar un puñetazo sobre la mesa. Ganadores de dos Grand Slams cada uno en 2024, los tenistas español e italiano deberán mantener su status ante grandes tenistas como Zverev o Ruud. El Abierto de Australia será el torneo que abra boca este apasionante curso.
En un deporte aún más individual pero en el torneo más colectivo, Bethpage Black Course de Long Island acogerá una nueva edición de la Ryder Cup. La Armada Europea capitaneada por Jon Rahm deberá resistir la venganza americana en casa, donde siempre son más temibles. En la edición de Whistling Straits, los americano endosaron a los europeos un sonrojante 19-9, la mayor diferencia desde 1975.
Donde sí habrá campeonatos del Mundo será en natación y atletismo. En las piscinas de Singapur se zambullirán en julio las estrellas de París 2024, Leon Marchand, Pan Zhanle o Katie Ledecky. Mientras que las pistas del Estadio de Tokio en septiembre verán si Armand Duplantis volverá a romper los límites de la pértiga o si Yulimar Rojas, ausente de París por lesión, podrá también mejorar su marca mundial de triple salto.
Juan Antonio Samaranch en una charla.AFP
Tras la cita olímpica, en marzo de 2025, Thomas Bach finalizará su mandato como presidente del Comité Olímpico Internacional (COI). Hay varios nombres para sucederle, míticos ex atletas como el británico Sebastian Coe, el español Juan Antonio Samaranch, que podría seguir los pasos de su padre, el francés David Lappartient, el japonés Morinori Watanabe, el jordano Feisal al Hussein, el sueco Johan Eliasch y la zimbabuense Kirsty Coventry, única mujer entre la terna de favoritos para suceder al alemán. Esta última, de 41 años, ganadora de siete medallas olímpicas, podría ser la principal candidata y la primera presidenta en la historia del COI.
La asamblea electoral será en Grecia y la elección, que se produce por sucesivas rondas en las que se va eliminando al menos votado, se producirá entre el 18 y el 21 de marzo. No serán pocos los retos de la nueva presidencia como la situación de Rusia, los esports, los problemas de los Juegos Olímpicos de Invierno por el calentamiento global o los premios por las medallas.
Otros nombres propios del año próximo serán Simone Biles y si continuará su reinado, si Max Verstappen mantendrá su dominio de la Fórmula 1 o si Fernando Alonso, con la llegada de Newey, tendrá alguna opción más de ganar la 33 y, por último, si Carolina Marín, a la que hemos visto entrenar estos días, podrá volver a competir tras el varapalo de París. Nunca un año de transición deportiva fue tan apasionante.