Open de Australia
ATP
El serbio abre su séptima etapa en el número 1 con argumentos que invitan a pensar que puede dominar el juego como lo hizo en años espectaculares.
Al igual que sucede con Rafael Nadal o, como ocurrió no hace demasiado con Roger Federer, es tal la magnitud de las conquistas de Novak Djokovic que recuperar el número 1 del mundo queda casi como una cuestión anecdótica. Como es lógico, muy por encima de la jerarquía que establece el ránking está el hecho de volver a ganar el Abierto de Australia e igualar de nuevo con Nadal en lo que realmente cuenta, los títulos del Grand Slam.
Más allá del valor simbólico que tiene encaramarse a lo más alto de la clasificación mundial, en perjuicio de Carlos Alcaraz, que pasa al segundo lugar, lo cierto es que la autoridad mostrada por el serbio en Melbourne y la sucesión de resultados desde que ganó su séptimo título en Wimbledon invitan a pensar que puede reestablecer un dominio comparable al que ejerció en otras etapas de su carrera.
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Djokovic, que abre este lunes su séptimo período con el mejor dorsal, se asomó por primera vez al número 1 el 4 de julio de 2011, tras privar de él a Nadal derrotándole en la final de Wimbledon. Fue aquel año, en el que también se impuso en Melbourne y Nueva York, uno de los períodos mágicos de su carrera.
Cuatro cursos más adelante, con el denominado Big Three en plena combustión y Andy Murray ejerciendo de competente cuarto hombre, el serbio inició una racha en la que parecía casi invencible. Volvió a ganar en Australia, Wimbledon y el US Open y perdió contra Stan Wawrinka la final de Roland Garros después de haber eliminado en cuartos a un Nadal que atravesaba por el peor momento de su carrera. Entre 2015 y 2016 consiguió siete victorias consecutiva frente al español, que hubo de esperar hasta las semifinales del Mutua Madrid Open de 2017 para detener la sangría.
374ª semana en como número 1
Han sido varias las idas y venidas de Nole, que poco después llegó a manejar la posibilidad de abandonar el tenis. La lesión en el hombro que le obligó a retirarse cuando perdía contra Tomas Berdych en cuartos de Wimbledon marcó un inquietante período. Había caído en segunda ronda de Australia (Denis Istomin) y en cuartos de Roland Garros (Dominic Thiem) y no pudo disputar el Abierto de Estados Unidos. Errático en su vuelta a las pistas, corto de motivación, encontró una vía de regreso al imponerse a Nadal en una ajustadísima semifinal de Wimbledon, en 2018, para llevarse después el título ante Kevin Anderson.
Nadie ha estado tantas semanas como él en el número 1. Hoy iniciará la 374ª, revitalizado por un título que buscaba como ningún otro. Atrás quedó la frustración de no poder completar el Grand Slam en 2021 y la crisis abierta por su negativa a vacunarse contra el covid, con la que mutiló severamente su calendario. Firme, extramotivado e inabordable en su torneo fetiche, ha dejado claro que está de vuelta.