En años anteriores Carlos Alcaraz necesitaba un protocolo de evasión para los Grand Slam. Aguantar dos semanas pensando sólo en tenis se le hacía farragoso así que su equipo le organizaba actividades en sus días libres. En París, excursiones. En Londres, golf. En busca de alivio mental, en sus cuatro Roland Garros anteriores Alcaraz lo había visitado todo, especialmente espacios abiertos como los jardines del Palacio de Versalles o el bosque de Boulogne, y en sus últimas participaciones a Wimbledon mejoró su hándicap hasta llegar a competir con Juan Carlos Ferrero. Pero eso ha cambiado.
Ahora Alcaraz ya no necesita tanta distancia con el tenis y sigue conectado cuando no está jugando, viendo partidos, analizando a sus rivales, preparando los días que vendrán. Este miércoles, sin ir más lejos, entrenó al mediodía en la pista 2 del recinto francés y se marchó a su hotel de siempre, el Villa Marquis de Melià, para ver la victoria de Jannik Sinner sobre Aleksandr Bublik por 6-1, 7-5 y 6-0 y el duelo entre Novak Djokovic y Alexander Zverev. Este jueves descansará antes de las semifinales del viernes contra Lorenzo Musetti (en principio, a las 14.30 horas, Eurosport y Max), pero no por necesidad, sino por consejo de los suyos: tampoco hay que pasarse.
«Ya tengo 22 años, me siento más maduro. Ya tocaba, ¿no?», bromeaba el número dos del mundo después de su victoria ante Ben Shelton en tercera ronda y al ganar a Tommy Paul en octavos de final añadía: «Soy más maduro que el año pasado, pero menos que el año que viene». Su concentración ha aumentado tanto fuera como dentro de la pista. Este año ha pasado por encuentros más difíciles que el año pasado y lo ha solventado con soltura. Cuando las cosas se han puesto feas ha sabido darles la vuelta. «Ahora cuando me frustro, cuando me cabreo conmigo mismo porque no me salen las cosas, me digo: ‘Carlos, no vayas por ahí, por ahí no vas bien», reconocía.
“Cada año va madurando”
Este miércoles, antes del entrenamiento, Ferrero se reunía con los periodistas españoles desplazados en París y reconocía esa evolución. «Obviamente cada año va madurando. Respecto al año pasado ahora en pista reacciona de otra manera a los problemas. Antes era un poco más emocional. Aún da alguna pataleta, pero maneja mejor esos momentos. Es algo que llevamos trabajando desde hace mucho tiempo. Las rutinas, la forma de actuar en la pista, donde agarrarse en los problemas… Llevamos tiempo trabajando», analizaba el técnico, encantado con el nivel de juego mostrado por Alcaraz ante Paul.
EFE
Porque pasó algo que pocas veces pasa: todo era muy fácil. El español saltó a la pista, cerró los ojos y el tenis fluyó por sus dedos, por sus manos, por sus brazos como si fuera una parte de sí mismo. Muchas veces Alcaraz había jugado a un nivel altísimo en Roland Garros, pero pocas había levitado así. De hecho, registró sus golpes de derecha más veloces sobre la tierra batida francesa.
«Quiero dejar una cosa clara: lo que hizo Carlos ante Paul es muy difícil que se repita. Cuando juega valiente, es un tenista que tiene un potencial inmenso, tan grande que todavía no se ha visto. Pero hay presión, hay tensión, hay miedo, los otros jugadores también juegan, hay diferentes tipos de pista… Si Carlos juega adelante y sin presión, juega así de bien. Pero no siempre puede ser así», analizaba Ferrero que aplaudía la evolución de Musetti en tierra batida y anticipaba lo que harán este jueves en la jornada de descanso. Por primera vez este curso tocará excursión al Palacio de Versalles, pero esta vez no será por necesidad.