La lesión invisible que amenazó a María Vicente: “Estaba en un pozo, sabía que algo fallaba”

La lesión invisible que amenazó a María Vicente: "Estaba en un pozo, sabía que algo fallaba"

Mundial de atletismo

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De pequeña fue campeona del mundo y de Europa de heptatlón, pero se lesionó cuando le tocaba brillar. Un dolor silencioso. Un año después está en el Mundial de Budapest

María Vicente, en la competición de longitud, el domingo.Bernat ArmangueAP

¿Dónde está María Vicente? Después de los Juegos Olímpicos de Tokio era su momento. El mayor talento que ha dado nunca el atletismo español, dueña de medallas y récords en categorías inferiores, cumplía los 21 años y ya se había curtido entre las mejores. El Mundial del año pasado se suponía el escenario. Pero no lo fue. De hecho, no estuvo y no hizo casi nada en toda la temporada. ¿Dónde está María Vicente? «Estaba en un pozo. Intentaba estar bien y no lo estaba. Sufrí bastante antes de operarme porque no sabía qué hacer», explica a EL MUNDO en Budapest, donde ha regresado a la élite. Sin tiempo para preparar el heptatlón, participó en la longitud -fue decimocuarta- y este miércoles (19.10 horas, Teledeporte) se estrenará en el triple salto, donde aspira a más, a un puesto de finalista, a mantener la línea de la ausente Ana Peleteiro.

¿Qué le ocurrió?
En marzo del año pasado me rompí el cuádriceps de la pierna izquierda. Me dijeron que no hacía falta pasar por el quirófano, que se podía recuperar por sí solo, y unas semanas después parecía curado. Me hacían ecografías y se veía todo junto. Pero yo sabía que algo fallaba. He corrido toda la vida con dos cuádriceps y sé qué es correr con uno. La pierna izquierda no tenía fuerza. Era muy frustrante. Hasta que en agosto me hicieron más pruebas y vieron que en realidad había una fibrosis. El cuádriceps parecía curado, pero no lo estaba. Ahí decidí operarme. Ese periodo, de marzo a agosto, fue el más complicado.
Después de la operación tampoco debió de ser fácil.
No lo fue, pero mentalmente ya estaba centrada en la rehabilitación. La operación me trajo paz. Antes remaba a contracorriente. Después me fui a casa y me dediqué a curarme. Yo hago combinadas, siempre tengo algo que entrenar, la carrera, los saltos o los lanzamientos y, de repente, no podía moverme, no podía ir ni a por un vaso de agua. Me podían los nervios, pero pensaba: ‘Tranquila, María, tranquila’. No bajaba ni a pasear al parque porque eso podría retrasar la recuperación. Por suerte tenía a mi hermana pequeña en casa para hablar un rato.
Su familia es de L’Hospitalet y usted se entrena en San Sebastián. ¿Cuándo pudo volver al trabajo?
Volví unos días en otoño y vi que me había equivocado. Iba a la pista a hacer unos ejercicios simples, unos tobillitos, y veía a mis compañeras muy fuertes, haciendo entrenamientos muy buenos. Lo pasé mal. Decidí volver a casa, al CAR de Sant Cugat y recuperarme poco a poco.
¿Y cuándo disfruto de nuevo?
En mayo. Lo recuerdo perfectamente. Estaba con Mikel [su fisio] y me dijo: ‘Hoy puedes probar a correr’. Hice 100 metros y debí tardar 30 segundos, pero fue impresionante. Justo al salir ya me cambió la cara porque noté que la pierna izquierda corría igual que la derecha. Dije: ‘Ahora vuelvo a ser yo’.
Casi se pierde este Mundial. De hecho, no se ha apuntado al heptatlón.
No me daba la vida. Volví a Donosti a finales de febrero para empezar a entrenar lanzamientos y cuando estaba preparada para hacer de todo me torcí el tobillo. Otro parón. En mayo, cuando empecé a coger ritmo, vi con Ramón [Cid, su entrenador] que no tenía tiempo para entrenar siete pruebas y opté por los saltos para poder venir a este Mundial.
Se le ve otra cara. En los Juegos Olímpicos parecía asustada.
Sí, sí, eso es. Es que era una muy niña y me sentía muy niña. En categoría absoluta no he encontrado todavía mi lugar. Viví los Juegos desde fuera, como si fuera parte del público, nunca entré en competición. Estaba muy nerviosa, con miedo a la pista. Ahora me noto diferente. Vengo confiada, con muchas ganas de realmente conseguir algo.
La presión de haber sido un prodigio de niña lastró los inicios de Peleteiro. ¿Siente que le puede pasar algo parecido?
He sentido presión estos años, no lo negaré, pero siempre he intentado mantener los pies en el suelo. Quizá demasiado. En mis primeras competiciones absolutas no pensaba en las medallas como algo posible. Ahora tengo que empezar a hacerlo. Por mucho que ganara de niña tengo que seguir currando.
No me quisiera dejar la pregunta que debe responder en cada entrevista: ¿en el futuro, heptatlón o centrarse en una única prueba?
Esa pregunta me suena, si (Ríe). En realidad, lo tengo que pensar con Ramón. Ahora he pasado unos meses haciendo sólo saltos y no me veo así toda mi carrera. No voy a decir que me aburro, pero me gusta la diversidad. No cree que deje el heptatlón. Disfruto mucho de entrenar varias pruebas y creo que puedo mejorar mucho en todas ellas.

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