Ambos acuerdos son “provisionales”, dice la RFEF, para las cuatro próximas temporadas.
La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) anunció este miércoles que ha adjudicado provisionalmente el servicio de asistencia al arbitraje mediante vídeo (VAR) al grupo Mediapro y la tecnología de detección semiautomática del fuera de juego (SAOT) a Hawk-Eye Innovation.
Ambas adjudicaciones son provisionales y para las próximas cuatro temporadas, desde la 2024/25 hasta la 2027/28, indicó la RFEF.
La empresa Hawk-Eye Innovation ya fue elegida por la RFEF en 2019 como proveedora del VAR para la Primera y Segunda división en la temporada 2019-20, después de haber sido la elegida por la FIFA para el Mundial de Rusia 2018 y por la UEFA para la Liga de Campeones, así como para la tecnología en la línea de gol para la Supercopa de 2020.
Mediapro y la RFEF han mantenido un litigio en los últimos años, resuelto recientemente por la Audiencia Provincial de Madrid a favor del grupo audiovisual por la decisión federativa de excluirle de los concursos para la adjudicación de los servicios de VAR de LaLiga en 2019 y de la licitación para la comercialización de los derechos de la Copa del Rey de las temporadas 19/20, 20/21 y 21/22.
El torneo de Wimbledon está lleno de tradiciones como buen campeonato británico pero para la edición de 2025, los organizadores han decidido acabar con una de las más longevas (147 años de tradición), los jueces de línea, según informa EFE.
En las 18 pistas competitivas del All England Club se utilizará en 2025 el sistema automático de canto de líneas (ELC, por sus siglas en inglés), lo que supondrá la eliminación de unos 300 jueces de línea que operaban en el torneo, según informó este miércoles el diario británico 'The Times'.
Este sistema electrónico se ha usado con regularidad desde el US Open en 2020, durante la pandemia de la covid, y la ATP lo va a utilizar en todos los torneos de este circuito a partir del año que viene.
Además, esta evolución del ojo de halcón provocará que se eliminen los 'challenges' de los que disponían los tenistas -tres por set- ya que cada pelota será cantada en un espacio de una décima de segundo desde que bote en la pista. Esto no tendrá incidencia en los jueces de silla, que seguirán en su puesto.
Con este movimiento, ya son tres los Grand Slams que utilizan el ELC, US Open, Abierto de Australia y Wimbledon, y solo se queda fuera Roland Garros, ya que la tierra batida, al quedarse la marca de la pelota, se ha desmarcado por el momento de la tecnología. EFE
«Que nazca algo del caos que sembré», escribió ella misma cuando transitaba por el abismo. Sandra Piñeiro (Boiro, 1996) rememora sus nubes negras con una franqueza que pone los pelos de punta. El lado tenebroso del deporte, el que no se quiere ver pero ahí está. La anorexia adueñándose por completo de una remera de elite, ganadora por dos veces de la Bandera de la Concha con el Club Orio Arraunketa Elkartea. «Poco a poco, estaba matándome, me iba consumiendo», recuerda ahora, ya todo superado, de vuelta a sus 70 kilos (llegó a bajar de 50), al apetito, y con tantos horizontes, retos que le devuelven a la vida. El pasado 21 de abril completó el IRONMAN 70.3 de Valencia y a mediados de julio afrontará el más difícil todavía, la distancia completa (3,8 kilómetros de natación, 180 de ciclismo y un maratón) en Vitoria.
Sandra es pura vitalidad, pero ahí está su historia como lección, como ejemplo y como aviso. Cuando pidió ayuda y escapó de sus propia mente, resurgió la salud, la física y especialmente la mental, y sus ganas de todo. Probó crossfit, hizo carreras de montaña, aprendió a escalar -«cuatromiles, tresmiles, todos los Pirineos me los conozco de pe a pá...»- y ahora le apasiona el triatlón. También se ha empeñado en ayudar a los demás, en visibilizar un tabú que en su caso estuvo a punto de arruinarlo todo. Además de trabajar como entrenadora y readaptadora en San Sebastián, colabora con la Fundación Juntos e Invulnerables, para que los niños no tengan que atravesar por lo que ella pasó.
Sandra relata su historia no tan lejana en EL MUNDO, como muestra de hasta donde puede llevar la mente cuando todo se enturbia. Sus inicios en el remo en Galicia, en el club Cabo de Cruz su Boiro natal, «la primera y única chica», ya con ese «punto obsesivo por el deporte» que lo ponía incluso por delante de los estudios. De ahí a Riveira y pronto «el sueño de venir a remar al País Vasco, que era como jugar la Champions League en fútbol. Ganar la Concha, ganar la Liga... las competiciones más importantes en el mundo de las traineras», aunque ya entonces había brotado algo peligroso dentro de ella.
«El problema psicológico con la comida venía de más atrás. Yo era una niña que se refugió en el deporte, encontré ahí un punto de paz y de control dentro del descontrol que tenía, de la mala gestión emocional de problemas en casa. Nació una relación tóxica: me gustaba, me hacía feliz, pero había algo que no era sano con él. Eso es lo que más me costó ver», se inculpa, aunque admite que a los 10 años ya la habían subido a una báscula y enciende la crítica hacia esos entrenadores, sobre todo en deportes minoritarios, «que hacen de Dios, sin conocimientos ni capacidades, jugando con la salud de las personas». Cuando dio el gran salto y fue fichada por Orio, donde pudo compatibilizar con sus estudios y prácticas de la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, la «obsesión fue a más». «En mi cabeza ya no había otra cosa que no fuese entrenamiento y restricción de comida. No comer, cada vez tenía que pesar menos. Menor peso, mayor rendimiento...», detalla.
Y llegó el infierno. «Normalizar cosas que no son normales». Y mejor escucharla despacio.
«Evitaba los eventos sociales, salir a cenar, porque sabía que iba a haber comida. Medía siempre las calorías a los alimentos, todo tenía que ser verde. Pensaba que entrenar más era sinónimo de rendimiento: cuanto más sufres, más te castigas, mejor. Es una rueda en la que te aíslas de tu entorno y cada vez estás más encerrado con esa voz obsesiva de tu cabeza. y encuentras una satisfacción, porque piensas que estás ganando con esa fuerza de voluntad la batalla a tu cabeza. Y te empoderas. Dices, qué fuerte soy, lo que soy capaz de hacer. Estás atentando contra tu salud, pero te cuesta verlo de forma racional».
«Si sabía que había pesaje, vomitaba. Pensaba 'me da igual comer hoy, porque vomito y ya está'. Me dolían las manos de vomitar, me hacía heridas. Todavía tengo las cicatrices en los nudillos. Ves que tus compañeras también normalizan esas conductas. Estar dos días sin comer. Crees que tienes el control. Pero en realidad es la voz que tienes en tu cabeza la que te está obligando a hacerlo».
«Tenía miedo a toda la comida, al arroz, la pasta.. Pesaba la fruta y me comía la más pequeña, la que menos azúcar tenía... Nivel muy obsesivo. Lo único que veía comer bien era lechuga y tomate. Unos garbanzos, arroz con pollo... era inconcebible».
«Hubo episodios duros. Hay uno que fue bastante fastidiado [Resopla]. Ahí ya llevaba sin comer unos días... Vomitaba agua. Estás tan obsesionada que hasta el peso del líquido tienes que expulsarlo. No quieres nada que pese dentro de tu cuerpo. Llegas a vomitar hasta 10 veces en un día. Estaba desnutrida, me levantaba de la cama y me temblaban las piernas. No sé ni cómo llegaba a entrenar, iba como un esqueleto, un muerto andante».
Sandra, que en 2019 se hizo viral en un episodio en plena competición que recuerda con mucho cariño -se le rompió el remo y, tras el pánico, siguió balanceándose con sus compañeras para mantener el ritmo hasta acabar ganando aquella regata-, tocó fondo. «Te planteas el querer morir. Es un sufrimiento y un dolor tan grande que no quieres estar», admite. Pero fue capaz de ir en busca de auxilio, en la Asociación de Anorexia y Bulimia de Gipuzkoa. Conoció a su psicóloga y «empezó el proceso con mi entrenador, mi médico y mi nutricionista, un trabajo sinérgico». Y hasta escribió un libro, 'Remando en la oscuridad', con las anotaciones que tenía en su diario del tiempo de recuperación. Una herramienta que su psicóloga le aconsejó que, si lo daba a conocer, podría ayudar a mucha gente, porque «es una enfermedad tabú, de la que cuesta hablar y pedir ayuda. Hay miedo a sentirte juzgado».
«Todo eso ocurrió en mi último año de remo, en 2021. Tuve que parar unos meses, había bajado tanto la masa muscular que tenía riesgo de fallo cardíaco», se sincera. Se retiró y aprendió a hacer «todo lo que siempre me ha apetecido, desde una forma saludable y de ocio». Completar un Ironman, con el lema de su Fundación en el pecho, es también una forma de darle visibilidad a la importancia de la salud mental. Porque Sandra aún sigue teniendo sus «días malos», pero ahora ya posee las «herramientas» para no volver a eso que ella llama «mundo requeteoscuro».
Al Barça, haciendo honor a la irregularidad mostrada esta temporada, le costó sentenciar su partido ante el Rayo. Por mucho que Lewandowski inaugurara el marcador con un gol tremendamente madrugador, los azulgrana no lograron cerrar finalmente el partido hasta que Pedri, en la recta final de la segunda parte, marcó dos tantos prácticamente consecutivos que dejaron definitivamente el segundo puesto en manos azulgrana y aseguraron su presencia en la próxima edición de la Supercopa.
Con el 3-0, los inicialmente tímidos gritos a favor de la continuidad de Xavi en el banquillo, puesta en duda en los últimos días por un posible enfado de Laporta con unas declaraciones del entrenador, se hicieron tremendamente patentes. Mucho más que las protestas de una grada que, por momentos, llegó a pedir también que dejara el cargo. En la entidad azulgrana, la tranquilidad parece ahora mismo un objetivo poco menos que imposible.
Con el Barça inmerso en su enésimo lío esta temporada en relación con la continuidad o no de Xavi en el banquillo, el duelo ante el Rayo se convirtió en una suerte de plebiscito, más allá de la trascendencia del triunfo local para asegurarse el segundo puesto y, con él, la presencia en la próxima edición de la Supercopa de España. Desde la grada, periódicamente, se escuchaban proclamas como «Laporta, dimisión», «Barça sí, Laporta no» o «Xavi sí, Laporta no», pero con escaso volumen, visto lo acontecido en situaciones comparables, y rápidamente sofocadas también por algunos pitos.
El arranque de Yamal
Los azulgrana, por lo menos, se afanaron para encarrilar el partido lo más rápido posible. En apenas tres minutos, ya mandaban en el marcador gracias a un tanto de Lewandowski, que recogió en el área una asistencia de Lamine Yamal y fusiló a Dimitrievski para establecer el 1-0.
El gol, no obstante, no sirvió para serenar a los barcelonistas. Como ha sido una costumbre a lo largo de la temporada, el Rayo tuvo sus opciones para volver a poner la igualada en el luminoso muy pronto. Ter Stegen tuvo que estar atento para frustrar dos remates peligrosos de Pathé Ciss y De Frutos, el segundo con algo de suspense. Y Sergio Camello, por su parte, contó con una en apariencia inmejorable oportunidad de batir al germano tras ganarle la espalda a la zaga barcelonista, pero la parábola que trató de buscar se marchó por encima del travesaño.
El Barça no acababa de estar del todo cómodo. Pero, aun así, tuvo también sus opciones para poner algo más de distancia, con una internada de Lewandowski que la zaga rival acabó enviando a córner y un disparo de falta de Raphinha que no acabó de coger por sorpresa al arquero visitante. El marcador, a pesar de todo, no volvería a moverse en un primer tiempo en gran parte desangelado.
El momento de Pedri
El Barça, tras el descanso, flirteó en demasiadas ocasiones con el desastre. El Girona vencía en Mestalla y el empate del Rayo podía condenarlo a caer de nuevo hasta la tercera plaza. Los visitantes, envalentonados, lo intentaron, pero sus mejores opciones, desde la botas de Álvaro e Isi, acabó por desbaratarlas un siempre atento Ter Stegen. Fermín dio la réplica con un zapatazo desde fuera del área que obligó al meta visitante a lucirse para mandar el balón a córner. La irrupción de Pedri, con un cambio táctico de por medio para colocarlo en una situación más adelantada, fue al final providencial para que los azulgrana sentenciaran el duelo.
El canario, con dos goles en apenas tres minutos, el primero tras una gran acción personal de Joao Félix y el segundo rompiendo desde atrás para aprovechar una buena asistencia de Araujo, afianzó a los suyos en el subcampeonato. Con el 3-0, los gritos y cánticos a favor de Xavi resonaron con más fuerza en las gradas. La gran duda es si bastarán o no para que el futuro del entrenador no vuelva a dar finalmente otro giro radical. Esta vez, ya a todas luces definitivo.