La dura historia de Tariku Novales: “Pensaba que mi madre había fallecido y he descubierto que no”

La dura historia de Tariku Novales: "Pensaba que mi madre había fallecido y he descubierto que no"

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Hace dos años el maratoniano se lanzó al viaje de su vida. Para conocer sus orígenes volvió a Etiopía, de donde fue adoptado por una familia gallega cuando era niño, y descubrió más de lo soportable. “Me sobrepasó a nivel emocional, después necesité un break”.

Novales, al acabar el último maratón de Valencia.SPORTMEDIA

¿Quién es Tariku Novales? Para algunos, un maratoniano prometedor, el cuarto más rápido de la historia de España con sólo 25 años, que este domingo (07.00 horas) intentará estar entre los mejores en el Mundial. Para otros, aquel niño espabilado que llegó a los seis años a una aldea gallega de una decena de habitantes, adoptado por una pareja de profesoras, cosa extraña entonces. Y para unos últimos, un joven singular por sus múltiples inquietudes, del dibujo al teatro, del violonchelo al rap, donde ha llegado a editar sus propios temas. Pero… ¿Quién es Tariku Novales? Él mismo lleva años buscando una respuesta a esa pregunta a base de viajes a Etiopía, el país donde nació no sabe cuándo y no sabe del vientre de quién.

¿Cómo empezó su búsqueda?
Es difícil de resumir, es una vida entera. Desde hace tiempo sentía la necesidad de conocer mis orígenes porque no nací con seis años, tenía un pasado antes de ser español. Yo recordaba haber ido de mano a mano, siendo cuidado por vecinos, por una hermana por parte de padre y finalmente por orfanatos. Sabía que mi padre había muerto cuando yo tenía dos años y siempre pensé que mi madre había fallecido antes, al nacer yo. Pero en mi primer viaje desde la adopción, hace dos años, descubrí que no era así.
Me encontré con quienes me cuidaron cuando era pequeño y me dijeron dos cosas. La primera, que físicamente me parecía mucho a mi padre. Y la segunda, para mi sorpresa, que mi madre no había muerto. Según me explicaron, desapareció cuando nací porque mi padre la maltrataba y no pudo con la situación. Nadie sabe dónde está ahora, pero probablemente esté viva. Sigo buscando información sobre ella, pero muy poco a poco. Aquel viaje me sobrepasó a nivel emocional y necesité hacer un break, separarme un poco, encarrilar mi vida. En un futuro retomaré la búsqueda.
Si recuerda sus años de niño en Etiopía. ¿Recuerda su llegada a Galicia?
Sí, sí. Me llevaron a Addis Abeba y allí, al tener cinco o seis años y estar sano, era muy fácil de adoptar. Estuve sólo dos o tres meses. Pronto me dijeron que me iba a España y cuando llegué hice todo lo que pude para adaptarme, tenía un instinto de supervivencia muy grande, mi cerebro iba al 300%. En un mes hablaba castellano, en tres, gallego y al medio año ya lo hacía sin acento, como si hubiera nacido en España. Siempre me felicitaban por la rapidez con la que me adapté.
Incluso decidió cambiar su año de nacimiento y saltarse un curso.
No sé exactamente el día en el que nací. Cuando llegué a España un forense y un pediatra me midieron los huesos, la muñeca creo recordar, y dijeron que había nacido entre 1998 y 1999. Al principio me pusieron 1999, pero cuando tenía 10 años decidí cambiarme al 1998 porque me sentía más cerca de los niños de esa edad. Fue un lío ir al juzgado, al registro civil nacional, al registro civil autonómico, pero era lo que sentía. Por eso no hice segundo de primaria. Luego celebro mi cumpleaños el 8 de marzo porque mi familia es muy feminista y, como podían elegir un día, escogieron el Día de la Mujer.
Imagino que, por su fisionomía, no tardaron en apuntarle al atletismo.
No te creas. Casi desde que llegué hice un montón de actividades extraescolares y practiqué muchos deportes. Llegué al atletismo porque un compañero de trabajo de mi madre era el presidente del Club Atletismo Noia y le comentó que podría gustarme. Cuando empecé sólo jugaba y poco a poco se fue viendo que se me daba bien.
El pasado diciembre, en el maratón de Valencia marcó 2.07:18, una gran marca, y antes y después se preparó precisamente en Etiopía. ¿Era parte de su búsqueda personal?
No, en este caso, no. De hecho cuando he ido allí a entrenar este año y el año pasado ha sido cerca de Addis Abeba, muy lejos de la zona de mi familia. Todo viene porque en el Mundial juvenil de 2015 conocí a un atleta etíope, Abayneh Degu, que ahora tiene 2:04 en maratón, y nos caímos muy bien. Me ayudó mucho con el tema personal y después me invitó varias veces a entrenar con su grupo en el que están, entre otros, Mosinet Geremew, que fue subcampeón mundial el año pasado, y Seifu Tura, sexto del mundo.
¿Allí se siente local o extranjero?
Me siento extranjero porque no hablo el idioma y ellos tampoco hablan inglés, pero allí todo el mundo piensa que soy etíope. Físicamente soy idéntico. Desde que me subí al avión de Ethiopian Airlines me sorprendió que todos se dirigían a mi en amárico. Luego la vida allí está muy centrada en correr. No hay un Centro de Alto Rendimiento como el de Eliud Kipchoge en Kenia, los atletas viven en sus propias casas, pero viene un autobús y nos juntamos para entrenar. Yo me suelo quedar en el hotel que tiene Tirunesh Dibaba en LegeT’afo, con una pista de atletismo de tierra justo enfrente.
¿Cómo se costea esos viajes?
Administrando mucho los gastos y el dinero que recibo de mi patrocinador, que es Adidas. A nivel de instituciones y de Federación Española estoy muy decepcionado porque no me han ayudado a preparar este Mundial. He pedido apoyo varias veces y nada. Espero que se replanteen su postura hacia mí si hago una buena actuación aquí en Budapest.
¿Qué sería una buena actuación?
Para empezar, llegar sano a la salida para mí ya es una victoria porque en el maratón de Valencia sufrí un edema óseo y tuve que estar dos meses parado. Ahora, en los últimos tiempos, he podido entrenar sin problemas y estoy muy contento con eso. Luego, pelear para estar entre los 16 primeros del mundo sería un gran resultado, sí.

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